"El genio no es un enfermo mental, pero, en caso de serlo, sabe aprovechar sus brotes para crear cosas fantásticas"
Demócrito se quitó la vista para poder pensar con mayor
lucidez y crear la teoría sobre la estructura del átomo. Fue tachado de loco.
En el cerebro de Albert Einstein había anomalías estructurales en el lóbulo
izquierdo que podrían estar relacionadas con la genialidad del creador de la teoría
de la relatividad.
El poeta Antonin Artaud, que sufría trastorno bipolar,
dirigió el laboratorio de experimentación de los surrealistas, empeñados en
desentrañar y aprovechar al máximo los mecanismos del cerebro y de la locura
-Dalí y su método paranoico-crítico es uno de sus exponentes-.
Son bien
conocidos los trastornos mentales del genial pintor Vicent Van Gogh, del
matemático John Nash -que inspiró la película Una mente maravillosa- y del
compositor Robert Schumann.
Son muchos los ejemplos de genios cuyo cerebro muestra
características diferentes al resto de los mortales, y que incluso han tocado
la locura.
Así pues, ¿dónde está la frontera entre genialidad y enfermedad? A
esta pregunta intentaron dar respuesta Francisco Mora, catedrático de Fisiología
Humana de la Universidad Complutense de Madrid, y Vicenç Altaió,
escritor,de la Administración catalana para promover la creación artística,
como ponentes del debate ¿Genialidad o enfermedad, dónde está la
frontera?.
Ni todos los genios están locos, ni todos los locos son
genios, coincidieron los dos ponentes. Según Mora, "el genio es una
persona con extraordinarias capacidades, focalizadas en alguna materia, y con
capacidad para alumbrar ideas abstractas nuevas y expresarlas, es decir, de
crear".
Mora puntualizó que existen personas con buenas ideas, aunque no
serían considerados como genios: "el genioide es el que puede concebir
ideas, pero no puede expresarlas. El talento lo tiene el que puede acabar
creando".
En cuanto al mito sobre la relación entre genialidad y enfermedad
mental, Mora dejó claro: "el genio no es un enfermo, hay de todo, aunque
es cierto que en el caso de existir enfermedad, sabe aprovechar sus brotes de
locura para crear cosas fantásticas".
Esta tesis viene apoyada por
estudios que han permitido ver que "las facultades creadoras ya existen
antes de manifestarse la enfermedad".
Vicenç Altaió incidió también en que otro tipo de
enfermedades físicas también pueden dar otra percepción del mundo y puso un
ejemplo. "Proust, debido a la alergia que tuvo de niño [síndrome de EPOC],
nunca más pudo llevar una vida normal. Se dice que su genialidad se debe a su
necesidad de recrear algo que él nunca más podría sentir".
Incluso algunas
extravagancias, como la de Demócrito a la hora de cegarse, pueden tener su explicación:
"Hay que cerrar los ojos para ver el átomo en abstracto".
Según Francisco Mora, existe una base genética del genio,
aunque se ha investigado poco. Del mismo modo, el ambiente es fundamental:
"En la selva, aislados, un Mozart o un Einstein hubiesen sido como
chimpancés.
Hay que tener en cuenta que el 75% de nuestro cerebro se hace con
el ambiente". La creatividad está asociada también con el conflicto
emocional.
"La insatisfacción es lo que empuja al genio a crear, y eso
tiene un fundamento neurológico", explicó Mora. Vicenç Altaió observó que
en catalán hay dos palabras diferentes para la
locura, foll y boig, "algo muy acertado,
porque foll afectaría a la psicopatología del alma,
y boig sería el enfermo mental".
A juicio de Altaió, el interés
por el cerebro desde el punto de vista creativo se debe a que cada época lleva
su prótesis corporal:
"El siglo XX-XXI está en el cerebro, igual que el
romanticismo estuvo en el corazón".
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