La personalidad puede
sintetizarse como el conjunto de características o patrón de sentimientos y
pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los pensamientos,
sentimientos, actitudes y hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste
a lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un
individuo de cualquier otro haciéndolo diferente a los demás.
La personalidad persiste en
el comportamiento de las personas congruentes a través del tiempo, aun en
distintas situaciones o momentos, otorgando algo único a cada individuo que lo
caracteriza como independiente y diferente.
Ambos aspectos de la personalidad,
distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación con la construcción de
la identidad, a la cual modela con características denominadas rasgos o
conjuntos de rasgos que, junto con otros aspectos del comportamiento, se
integran en una unidad coherente que finalmente describe a la persona.
Ese comportamiento tiene una
tendencia a repetirse e a través del tiempo de una forma determinada, sin que
quiera decir que esa persona se comporte de modo igual en todos los casos. Es
decir, la personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e
interpretamos la realidad, mostrando una tendencia de ese comportamiento a
través del tiempo, que nos permite afrontar la vida y mostrarnos el modo en que
nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Nos permite reaccionar ante
ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retro-alimentando con esa conducta
en nuestra propia personalidad.
Cada persona al nacer ya tiene su propia
personalidad con ciertas características propias, que con el paso del tiempo
más el factor ambiental y las circunstancias es como se definirá esa persona.
La personalidad será fundamental para el desarrollo de las demás habilidades
del individuo y para la integración con grupos sociales.
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