domingo, 27 de mayo de 2018

Lo Que Nos Han Dicho Y No Contado


Ciencia Ficción
Los Anunnaki
Los Anunnaki eran subordinados por los superiores o maestros Nibiruanos, lo que significó para ellos trabajar como esclavos en las minas extrayendo el oro. 

Al pasar el tiempo estos no se sintieron satisfechos realizando este trabajo, por lo que se rebelaron en contra de los maestros superiores y exigieron crear una raza inferior a ellos para que los sustituyeran en los trabajos de minería, pues su intelecto merecía un mejor uso que un simple trabajo obrero.

Los maestros accedieron y crearon una nueva raza en la tierra mezclando sus genes con los de los primates más evolucionados que había para ese entonces en la tierra.

Sin embargo, llegar a lo que hoy se conoce como homo sapiens no fue un trabajo sencillo, hubo varios intentos de creación hasta llegar a nosotros, de hecho, los primeros humanos creados por los Anunnaki no tenían la capacidad de reproducirse

Y en este punto nos preguntamos ¿qué pasó con todos ellos? pues, para ese entonces en el sistema solar ocurría un fenómeno muy particular, que traería consigo un gran diluvio. De ese modo se dejaría morir al resto de las razas “imperfectas” y únicamente se dejaría vivir a la última creación, el homo sapiens, ya que era complejamente único.

Al ser los dioses Anunnaki los responsables de nuestra génesis, se sobreentiende que son los que definieron todas las funciones de nuestro organismo y escribieron el ADN humano

Existen estudiosos que plantean que nuestras instrucciones genéticas fueron creadas en el espacio exterior, las cuales se dividen en dos partes, una simple o básica, y otra compleja. Esto explicaría perfectamente porque existen extraterrestres que parecen humanos (humanoides), simplemente porque en realidad si fuimos creados a imagen y semejanza de nuestros dioses, los Anunnaki, con los que compartimos ciertos rasgos físicos.

Los científicos tienen pruebas de que el plan de los Nibiruanos no era crear vida únicamente en la Tierra, sino también en los diferentes planetas del sistema solar y demás galaxias existentes.

Para explicar un poco mejor de qué va esto, debemos saber que nuestro código genético o ADN está conformado por 64 codones, de los cuales solo 20 están codificados o activos, lo que significa que nuestra genética no trabaja a toda la capacidad que en realidad puede. De aquí surge la mayor interrogante de la humanidad, ¿Porque nuestros progenitores establecen límites a la aptitud de desarrollo y función de nuestro organismo?

La mejor hipótesis que explica este suceso es que los Anunnaki nos crearon con el fin de desarrollar trabajos fuertes y pesados para ellos, por tal motivo, nos necesitaban sumisos y obedientes a cualquiera de sus peticiones. Esto no se refiere únicamente al pasado lejano de nuestra creación. 

Se cree que a lo largo de la historia hemos estado bajo su total dominio, pues al ser ellos quienes iniciaron con nuestras vidas tienen plena capacidad de controlarnos a su antojo.

Solo ellos conocen nuestra verdadera identidad genética y tienen las propiedades para activar los codones que no están activos en nuestro ADN, lo que nos permitiría prácticamente hacer cualquier cosa, incluso llegar a niveles de entendimiento y comprensión cósmica nunca antes alcanzados.


Entonces esa sería la principal promesa que los Anunnaki le hicieron a la humanidad, volver a la Tierra para reparar nuestra genética, pues fue eso lo que dejaron inconcluso desde la última vez que partieron...

...En fin

sábado, 26 de mayo de 2018

La Cultura Del Esfuerzo


Un amigo mío me contó la siguiente anécdota: Iba en el coche con sus hijos, salió a echar gasolina y al regreso, el niño mayor de seis años comenzó a gritar enfadado porque no le había comprado unas patatas fritas. El padre arrancó el coche y el niño gritó aún más. Cuando se le pasó el berrinche, después de casi 30 minutos, le dijo al padre: “Tú siempre me has dicho que puedo conseguir todo aquello que me proponga. Yo quería unas patatas y tú no me las has dado”.

Y aquí está el principal problema de la educación a las futuras generaciones: se confunde el esfuerzo con el capricho. La psicología positiva nos enseña que podemos soñar, que debemos luchar por los que anhelamos, pero todo ese camino no está exento de trabajo y de esfuerzo. El mero deseo no es suficiente.

Las cosas debemos ganárnoslas. Y desgraciadamente, no parece que se esté enseñando a los niños a conseguir las cosas por el esfuerzo y no “porque yo lo valgo”.

Necesitamos recuperar la cultura del esfuerzo. Es el único camino para desarrollar el talento, para ser competitivo como persona y como sociedad. No hay nadie brillante que no tenga detrás de sí muchas horas de entrenamiento.

Como concluyó Howard Gardner, después de estudiar a personas extraordinarias por su desempeño: todos ellos habían trabajado duramente durante al menos diez años. Malcolm Gladwell lo bautiza como la regla de las 10.000 horas de trabajo y Larry Bird, uno de los grandes jugadores de la NBA, lo resumió del siguiente modo:
“Es curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos”.

Es posible que los niños estén “pagando el pato” de la educación espartana que hemos vivido en otras generaciones o de separaciones dolorosas, donde se intercambia cariño por caprichos. Muchos padres con una buenísima intención no siempre están preparando a los futuros profesionales y ciudadanos para un mundo donde el talento va a ser diferencial. 

La cultura del esfuerzo conlleva soñar un objetivo, proyectar una estrategia, identificar posibles recursos, crear nuevos hábitos y, por supuesto, asumir la posible frustración. El capricho no entiende de “no”; mientras que el esfuerzo conoce los obstáculos, pero no se rinde ante ellos

De ahí que sea tan importante, y desgraciadamente, la educación no parece que esté orientada a la cultura del esfuerzo; ni los sistemas educativos más volcados en cuestiones políticas, que en herramientas prácticas para la vida. 

Necesitamos enseñar inteligencia emocional y la necesidad de ganarnos las cosas por el trabajo que realizamos.


Posiblemente, si pudiéramos recuperar la cultura del esfuerzo algunos resultados cambiarían. Y no lo olvidemos, todo comienza en casa y en cada una de las enseñanzas que brindamos a nuestros hijos hasta el momento en el que nos paramos a echar gasolina.

El Universo De La Ilusión


Hay un océano de pura, vibrante conciencia dentro de nosotros todos! La materia no existe. Toda la solidez es un espejismo. Toda la materia física es el resultado de una frecuencia. Al cambiar la frecuencia, cambiamos la materia. Cuando un sistema se vuelve altamente desestabilizado habrá cambios aleatorios mayores que de pronto se organizan en una mayor complejidad.

A un nivel sub-atómico la realidad se comporta de acuerdo con las expectativas del observador. 

Todo en el Universo está compuesto de partículas sub-atómicas. Cuando cambiamos el campo mental de un átomo, cambiamos el átomo. Por lo tanto, cuando tenemos sentimientos en nuestros corazones cambiamos el campo mental para alterar el mundo físico.

Una vez que establecemos la realidad en la que vivimos y la naturaleza de nuestros cuerpos físicos, la cual es nuestra computadora biológica, la naturaleza de nuestra conciencia influencia lo que percibimos. No obstante, lo que percibimos con nuestros sentidos físicos es sólo un tenue rango dentro de un campo de energía infinito de infinitos rangos.

Estamos en un programa holográfico de TV, y es el acto de nuestra conciencia percibiendo la realidad lo que crea los bloques que construyen nuestro Universo. Podría bien no haber universo sin nosotros, ya que es un acto nuestro observando el mundo lo que nos permite crear la realidad. Donde sea que miremos con el poder de nuestra expectativa algo habrá allí. 

Estamos construyendo el Universo a medida que avanzamos en un universo participativo. El acto de nuestra exploración es lo que crea lo que vemos.

La conciencia es el lenguaje programado del Universo. Si apagamos nuestros cerebros y nos unimos a la corriente principal de los medios nos volvemos manipulados de cierta manera; entonces nuestra creación deja de ser nuestra, es de alguien más. Por eso, debemos tomar el control de nosotros mismos desde el nivel cuántico, molecular.

Algunas personas pueden recordar que nuestra realidad es sólo un viaje. Estas personas nos dicen:

"No tengas miedo nunca, ya que el Universo es sólo un paseo."

La Capacidad De Meditar

Afortunadamente, y al contrario de lo que ocurre con muchas terapias alternativas, la meditación es compatible con el método científico, de manera que ya podemos decir que los efectos que ejerce la práctica de la meditación en nuestro organismo están científicamente probados.

La meditación estimula la autocuración, nos proporciona mayor consciencia y creatividad, estimula y refuerza las zonas del cerebro asignadas a la felicidad y la alegría, aumenta el cociente intelectual y estimula el sistema inmunológico, entre otras muchas ventajas.

La meditación consiste principalmente en alcanzar un estado de relax y tranquilidad en el que cuerpo, mente y espíritu estén en sintonía y toda la concentración y energía se focalice en uno mismo, prescindiendo de cualquier estímulo proveniente del mundo exterior.

Como se suele decir, cada ser humano es un mundo y, en efecto, la meditación permite descubrir ese mundo interior, tan extenso y diverso como el mundo exterior, pero a la vez más calmo y personal.

Por lo tanto, uno de los principales beneficios que brinda la meditación es la posibilidad de conocerse uno mismo, o mejor dicho, conocerse más profundamente, acceder a sensaciones, tanto físicas como emocionales, que creen un vínculo mucho más fuerte con el yo interior, obteniendo así una mejor inteligencia emocional, un equilibrio en el carácter y una mayor comprensión de los objetivos y motivaciones que nos mueven diariamente.

Durante la meditación, si bien el estado es de relajación absoluta, hay muchos procesos que siguen funcionando. A nivel psíquico, se registran en el cerebro ondas alfa, asociadas a la calma y la creatividad, a diferencia de las ondas beta que son las que se registran normalmente, en estado consciente y alerta. 

Esto produce en primer lugar una reducción del estrés, vinculado siempre a preocupaciones cotidianas, y al mismo tiempo, luego de haber meditado, brinda la posibilidad de abordar estas cuestiones con otra perspectiva, más serena y enfocada.

A nivel físico se observa una disminución del ritmo cardíaco, una respiración lenta y pausada y un estado de relajación en los músculos y en el organismo en general, lo que genera beneficios en el funcionamiento del metabolismo y en el rendimiento físico
.
Los cambios que se producen en la actividad cerebral durante la meditación también permitirán que los procesos de pensamiento o de solución de problemas que se deban enfrentar se aborden desde un nuevo lugar más creativo, así como también alcanzar distintos niveles de consciencia que pueden desembocar luego, mediante la práctica regular de la meditación, en cambios positivos en el carácter o menor propensión al estrés, el enojo o la depresión.

Con el correr de los años y las mejoras tecnológicas en las investigaciones neurológicas, un mejor funcionamiento del cerebro, así como una mejora en la memoria y en la capacidad de concentración, son beneficios comprobados de la meditación. A su vez, estos beneficios se suman a la tranquilidad espiritual y física que se obtienen al meditar, a la mejora de la calidad de vida que supone liberarse del estrés y estar más enfocado, y a la experiencia de conocerse uno mismo profundamente.

En conjunto, todo esto hace de la meditación una práctica muy importante y fundamental en estos tiempos tanto como en la antigüedad.



Ejemplo De Comprensión


Habrá quienes cándidamente piensen que la antropología nació en los Estados Unidos o en algún país del norte de Europa. Eso es lo que dicen algunos manuales que tratan de la historia de la antropología. 

Por mi parte sostengo que esta forma de saber la diseñó mucho antes un fraile español en el siglo XVI. El fraile en cuestión fue el franciscano Bernardino de Sahagún, nacido en 1499 en la villa leonesa de la que derivó su apellido. Murió él en México en 1590. 

Como otros frailes misioneros, se afanó por convertir al cristianismo a los indígenas del país. Pero declaró que no podía cumplir su misión si ignoraba quiénes eran ellos, desconociendo su lengua y su cultura.

Concibió entonces un proyecto de investigación. Implicó éste dialogar con ancianos y sabios de lengua náhuatl o mexicana. Su diálogo, sostenido en numerosas sesiones y lugares, no se desarrolló al azar. Había preparado con esmero una "minuta o cuestionario". Le interesaba inquirir "acerca de las cosas naturales, humanas y divinas" en ese ámbito de cultura. Y en su búsqueda debía adaptarse a las formas de comunicación tradicionales entre esos indios. 

El diálogo siempre fue en la lengua de ellos. Sus palabras las transcribieron jóvenes nativos, discípulos del fraile. Asimismo solicitó de los ancianos y los sabios que le mostraran sus libros de pinturas y caracteres glíficos, los que hoy llamamos sus "códices". Sahagún había llegado a México en 1529. 

Sus investigaciones se efectuaron a lo largo de mucho tiempo en medio de contrariedades y aun acusaciones de estar contribuyendo a la perduración de las idolatrías. Se le requisaron sus papeles con los frutos de sus pesquisas. 

Todo estuvo a punto de perderse, centenares de folios en náhuatl y en español, con más de un millar de pinturas. Allí estaba reflejado el universo de la antigua cultura indígena, tal como los propios nativos la revelaron al fraile. Se dirá que el interés de Sahagún era cristianizar a los indios. Es ello verdad, pues para eso había viajado a México. 

Pero también es cierto que en su empeño llegó a apreciar tanto la cultura indígena que, en comentarios que añadió a los testimonios indígenas, ponderó y reconoció el valor de las creaciones de los indios, su pensamiento moral, su sabiduría, su arte. Diríamos que en su comprensión avanzó hasta donde le fue dado salvaguardando su condición de evangelizador cristiano.

Hoy, a cerca de cuatro siglos y medio de la investigación que realizó, varias veces él ha sido llamado fundador de la antropología en el Nuevo Mundo. 

Su obra continúa siendo analizada y valorada por estudiosos de muchos países.

No es sólo fuente informativa de primera mano y modelo de investigación antropológica, es también portadora de un mensaje perdurable: comprender al otro es el camino de acercamiento. 

Hace bastantes años, se colocaron en el claustro bajo de la Universidad de Salamanca -donde estudió Sahagún- una placa en la que se evocan sus merecimientos y se dice de él que fue padre de la antropología. El patrocinio de esa placa corrió a cargo del Instituto Indigenista Interamericano con sede en México.

En fecha reciente, en el pueblo de San Francisco Tepeapulco, en el Estado de Hidalgo, donde este fraile inició sus investigaciones, se ha creado la Fundación Bernardino de Sahagún. Tiene ella programada la edificación de un museo biblioteca y un centro de trabajos -docencia e investigación antropológicas- que den nueva vida a los ideales por los que se afanó este franciscano leonés. 

Muy requeridos estamos de ahondar en el conocimiento de la cultura indígena y en el mensaje que nos dejó: el reconocimiento de la humana necesidad de comprender al otro para poder convivir en paz.



Transparencia

La transparencia en cada uno de los actos que se realicen dentro de nuestras vidas en el ámbito personal, académico, familiar y laboral se refleja a través de nuestro actuar; es por esto que este valor debe ser impulsado y fortificado a diario para considerarlas como buenas prácticas que estimulen un buen actuar, para uno mismo como individuo así como para las personas que nos rodean.

Por esta razón, es necesario hacer una pausa y pensar claramente… “mi actuar es completamente transparente según lo que dicta mi corazón y lo que se ve reflejado en mis hechos ”; esto surge como un pensamiento que viene a mi mente dado que en muchas ocasiones se actúa de una manera no esperada, muchas veces estos actos se basan en impulsos que pueden provocar consecuencias nos esperadas.

En la parte laboral, esta falta de transparencia en el actuar de muchas de las personas que conforman estas empresas, puede verse reflejada: por la carencia de valores organizacionales estimulados por la misma empresa, la carencia de canales de comunicación, dado a que estos fallan o se ven obstaculizados por la falta de conocimiento en las tareas u objetivos organizacionales o bien el poco involucramiento por parte de los altos mandos, en las labores o espacios de desarrollo y formación de los colaboradores, en los cuales se tratan temas importantes que permiten explorar contenidos débiles con los que cuenta la organización y aspectos que se requieren abordar para el fortalecimiento de esos objetivos, valores, estrategias o proyectos; sin embargo, estos están ausentes, al pensar que esto es algo secundario y la formación la requieren otros, sin valorar que ellos son los primeros que deben estar presentes ante aspectos que marcan la transparencia en el actuar de la organización y sus representantes.

Por lo anterior, las decisiones y gestiones de cambio en muchas ocasiones toman de sorpresa a otras áreas operativas o de “menor rango” en las organizaciones o instituciones públicas, dado que la información se maneja únicamente en la parte gerencial; por esto, es importante construir canales de comunicación que permitan que la información fluya de una manera positiva y transparente, sin que se fomente la incertidumbre y el temor ante lo desconocido por parte del personal que integra las organizaciones, al igual instar a los altos mandos para que se establezca dentro de toda área de trabajo una política de puertas abiertas, para estimular el diálogo basado en la transparencia, el respeto y la acción según los valores y los principios propios y organizacionales.


A Lo Hecho... Pecho

En la vida hay veces que nos equivocamos. Que tomamos decisiones que después de un tiempo, nos arrepentimos de haberlas tomado, pero ya no podemos volver  atrás. 

Hay veces que nos hemos arriesgado y hemos perdido, pero si no hubiésemos arriesgado ¿habríamos tenido alguna posibilidad de haber ganado?

Pues bueno, después de haber pasado por cualquiera de las situaciones anteriores, hay que asumir nuestros errores y ponernos firmes. Aceptar que nos hemos equivocado, pero no intentar evadirnos de la situación. Hay que decir, sí, lo he hecho, ¿y qué?

Pues en ese momento es cuando se usa la expresión española de hoy: A lo hecho, pecho. Que es como decir, de lo que hayas hecho, hay que sacar pecho, es decir, no esconder la cabeza bajo la tierra como si fueses un avestruz, sino sacar pecho y aguantar la lluvia de críticas que te puedan caer por tus decisiones.

Y bueno, como rectificar es de sabios, pues ya intentarás arreglar las cosas que han ido mal, pero sin avergonzarte nunca ni arrepentirte de las acciones pasadas.


En la vida hay que ir siempre con la cabeza bien alta.

viernes, 25 de mayo de 2018

Compartir Nuestras Emociones


En ocasiones solemos esconder nuestros sentimientos cuando estamos con otras personas. Nos da vergüenza reconocer que sentimos emociones que consideramos negativas y que creemos, erróneamente, nos hacen parecer personas débiles a los ojos de los demás. 

Queremos ser fuertes a nivel emocional, no dejarnos afectar fácilmente por casi nada y dar una imagen de “persona madura y racional”.

Lo cierto es que practicar el pensamiento racional e intentar ser cada día un poco más maduro es maravilloso. En primer lugar para nosotros mismos, que con la práctica seremos capaces de desprendernos de gran cantidad de sinsabores innecesarios. 

También es verdad que las relaciones con los demás tienden a mejorar, pues no exagerar los acontecimientos, saber gestionar las emociones de forma adecuada y actuar de manera funcional y sensata también repercute en nuestro entorno.

Sin embargo, esto no quiere decir que dejamos de ser humanos: a lo largo de nuestra vida, inevitablemente, vamos a sentirnos desdichados, ansiosos o iracundos más veces de las que nos gustaría. Por lo tanto, como se trata de algo natural, lo mejor que podemos hacer es normalizarlo, no escondernos y ejercer la aceptación de nosotros mismos. Eso sí, siempre con moderación: aunque hablar de nuestros sentimientos con los demás es terapéutico, saturarlos puede jugar en nuestra contra.

¿Por qué hablar de nuestros sentimientos nos beneficia?
Tanto si se trata de sentimientos negativos como positivos, compartirlos con los demás siempre es beneficioso. En el caso de los positivos porque los aumenta y puede desembocar en una celebración o en un rato agradable, ¿quién no desea contarle a su pareja que ha recibido un ascenso en el trabajo?

También tenemos varios motivos para compartir las emociones negativas. El principal es que al ponerlas sobre la mesa evitamos huir de ese sentimiento y aumentamos las posibilidades de asumir la responsabilidad de regularlo. Al mismo tiempo, cuando lo hagamos, permitiremos una exposición, lo que hará que la emoción tienda a descender. Al hablar de ello, podemos exponer la situación que nos causa la emoción a otros puntos de vista, a menudo menos catastrofistas que el inicial.

Cuando intentamos borrar la emoción, como si fuese una frase escrita a lápiz en un papel cualquiera, lo que generamos es el aumento de dicha emoción. Nos decimos a nosotros mismos que “no debemos estar así”, y esta exigencia aumenta la presión. La consecuencia es que ganamos en ansiedad y malestar, lo que a su vez provoca que la emoción se haga más intensa.

Cuando compartimos nuestra manera de sentirnos, estamos aceptando el sentimiento, lo dejamos estar y ser en nuestro cuerpo. De esta forma disminuimos su intensidad.

Por otro lado, hablar de nuestras emociones mejora las relaciones. Permitimos que el otro se sienta un confidente, alguien en el que tú has depositado tu confianza y esto denota un gran aprecio y cariño hacia esa persona, que siente que la has tenido en cuenta.

Dos cabezas siempre son mejor que una, lo que quiere decir que si cuentas tu problema o hablas de cómo te sientes con otra persona, probablemente será más fácil que lleguen a encontrar una solución que pueda ayudarte. A veces nos sentimos tan decaídos anímicamente que no logramos ver lo que otros son capaces de ver sin demasiado esfuerzo.



La Mente Bien Dispuesta


Para tener una mente dispuesta, considera en algún momento de la ocupada semana hacer una pausa para pensar y sentir qué acciones sueles posponer o no considerar llevar a cabo, que te harían sentir tener una vida con propósito y sentido. Todo tropiezo conlleva la oportunidad de fortalecer tu carácter. Cuando tropieces en tu camino, confía y adopta inmediatamente la actitud positiva de hallarte a ti mismo(a).
Convierte todos tus momentos en oportunidades para que logres todo lo que quieres y para que tengas una mente dispuesta. Esto, te ayudará conectarte con tus sentimientos acerca de tu presente. Y cuando esos sentimientos te hagan sentir vivo, alegre, con fe y lleno de energía, ocúpate de asumir la responsabilidad de tomar acción y hacerlo.

Te darás cuenta que al realizar esas pequeñas y grandes acciones te empezaras a sentir autorealizado(a) y auténticamente feliz y tendrás una mente dispuesta.

Reflexionando


Últimamente (posiblemente debido a las diversas posturas de muchos de los potenciales lectores que acceden periódicamente a los artículos que publicamos en nuestras páginas) he sido objeto de innúmeras conjeturas sobre cuáles podrían ser mis particulares intenciones con referencia al tenor de los diversos temas expuestos.

Creo que corresponde indicar de que me hago plenamente responsable por los dichos que publicamos y que respetamos absolutamente todas las posturas de cada uno de nuestros lectores.

Nos  esforzamos por mantener una línea coherente y éticamente intachable con nuestro pensar y sentir, el cual admite todas las motivaciones de quienes intervengan sin esgrimir censura alguna a la libertad de pensamiento.

Si hubiera alguna interrogante al respecto agradecería mucho que me lo hicieran saber.

Sinceramente

Hugo W. Arostegui 

La Ética En La Comunicación


El uso que la gente hace de los medios de comunicación social puede producir efectos positivos o negativos. Aunque se dice comúnmente —y lo diremos a menudo aquí— que en los medios de comunicación social « cabe de todo », no son fuerzas ciegas de la naturaleza fuera del control del hombre. Porque aun cuando los actos de comunicación tienen a menudo consecuencias no pretendidas, la gente elige usar los medios de comunicación con fines buenos o malos, de un modo bueno o malo.

Estas opciones, importantes para el aspecto ético, no sólo las realizan quienes reciben el mensaje —espectadores, oyentes y lectores—, sino especialmente quienes controlan los medios de comunicación social y determinan sus estructuras, sus políticas y sus contenidos. Incluyen a funcionarios públicos y ejecutivos de empresas, miembros de consejos de administración, propietarios, editores y gerentes de emisoras, directores, jefes de redacción, productores, escritores, corresponsales y otras personas. Para ellos, la cuestión ética es particularmente importante: los medios de comunicación social ¿se usan para el bien o para el mal?

El impacto de la comunicación social es enorme. Por medio de ella la gente entra en contacto con otras personas y con acontecimientos, se forma sus opiniones y valores. No sólo se transmiten y reciben información e ideas a través de estos instrumentos, sino que a menudo las personas experimentan la vida misma como una experiencia de los medios de comunicación social (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis novae.

La evolución tecnológica está teniendo como consecuencia inmediata que los medios de comunicación resulten cada vez más penetrantes y poderosos. « La llegada de la sociedad de la información es una verdadera revolución cultural »
El alcance y la diversidad de los medios de comunicación accesibles a la gente en los países ricos ya son asombrosos: libros y periódicos, televisión y radio, películas y vídeos, grabaciones y comunicaciones electrónicas transmitidas por radio, cable, satélite e Internet. Los contenidos de esta vasta difusión van desde las noticias rigurosas hasta el mero entretenimiento, desde las oraciones hasta la pornografía, desde la contemplación hasta la violencia. 

La gente, dependiendo de cómo usa los medios de comunicación social, puede aumentar su empatía y su compasión o puede encerrarse en un mundo narcisista y aislado, con efectos casi narcóticos. 

Ni siquiera los que rehúyen los medios de comunicación social pueden evitar el contacto con quienes están profundamente influidos por ellos.




jueves, 24 de mayo de 2018

Elevar Nuestro Ánimo


Todos hemos pasado por algún período de baja autoestima, aunque para algunas personas es algo habitual en su vida. Muchas veces relacionamos que las personas tímidas son inseguras y poseen baja autoestima, es decir, poca confianza en sí mismos y poco amor por sí mismos, pero lo cierto es que todos pasamos por momentos de mayor y menor confianza y todos podemos recuperarla y superarnos.

Para cada cosa que nos propongamos, para cada cosa que hagamos, para vivir, necesitamos tener al menos un poco de confianza en nosotros, de querernos y de saber lo valiosos que somos. Si no lo hacemos nos sentiremos tristes, inseguros, no nos podremos relacionar bien con la gente, evitaremos situaciones que pueden ser agradables y siempre estaremos con la sensación de que no nos merecemos cosas buenas o pensaremos “esta persona no se va a fijar en mí”, o “no voy a poder lograrlo”, o esos pensamientos negativos podrán ir ganando espacio en nuestra mente.

La baja autoestima es consecuencia de una visión equivocada de nosotros, donde nos vemos de una manera inferior, pero que poniéndonos pequeñas metas podemos ir mejorándola.

Lo cierto es que si quieres trabajar esa parte negativa en ti tendrás que poner mucha energía y fuerzas, trabajando siempre, aunque de a poco, pero valdrá la pena, ya que verás cómo va mejorando tu vida.

En la mente están prácticamente todos nuestros problemas, en la forma en cómo los enfrentamos y cómo los vemos. Tienes que trabajar para creer en ti, sentir que eres una persona valiosa, resaltar tus virtudes y los defectos… bueno, todos somos humanos, pero siempre podemos cambiar. 

Piensa positivo e intenta controlar lo que estás pensando y cuando veas que estás pensando negativamente, di ¡alto! y piensa en otra cosa o simplemente en el presente. Será un trabajo difícil al principio, pero dará frutos.

Ante todo sé positivo, piensa que está en ti el poder sentirte bien y lo vas a poder hacer. Nadie nace sabiendo controlar sus emociones, pero podemos hacer cosas para mejorar, trabajando con ganas y siendo perseverantes. 

Date fuerzas y verás cómo vas mejorando tu autoestima.


Andar Andando


A andar se aprende andando. A nadar se aprende nadando. Pero a tomar bien las decisiones no se aprende sólo tomando decisiones.

Se aprende a decidir cuándo se interiorizan unos principios básicos..... Algunos de estos principios pueden parecer muy básicos y elementales, pero son justamente las cosas obvias las que muchas veces no se tienen en cuenta y conducen a decisiones ineficaces.

Nuestras vidas y también las organizaciones  de las que formamos parte dependen de dos  factores: las decisiones que tomamos y el entorno externo. El entorno externo son todas  aquellas circunstancias que nos rodean y sobre las que no tenemos ningún control, no  tenemos manera de influir sobre ellas........

Algo distinto sucede con esas otras circunstancias que nos acompañan en la vida y sobre las  que sí tenemos posibilidad de influir. Sobre  algunas tendremos control total y sobre otras  simplemente podremos influir en cierto grado. 

Controlamos o influimos sobre todas esas  circunstancias mediante las decisiones que tomamos. Es por esto que lo que en el futuro sea nuestra vida dependerá de las decisiones  que adoptemos a lo largo del tiempo, porque  tomando decisiones es como influimos en la realidad.

Podemos decir que nuestra historia personal es la historia de las decisiones tomadas, y que  nuestro futuro —que está condicionado por aquellas que ya hemos tomado- lo vamos  forjando a través de las futuras decisiones. De ahí la importancia de la  toma de decisiones en  la vida de las personas, ya que en último término cada uno es lo que decide ser. 

De hecho,  tomar decisiones es la actividad más importante que realizamos las personas. En el ámbito  empresarial, es el acto directivo fundamental, porque un directivo lo es en la medida que  decide.

La toma de decisiones está tan ligada a nuestra vida que no podemos prescindir de ello: no  podemos abstenernos de hacerlo, porque decidir no tomar una decisión implica de por sí  haberlo hecho. Lo que sí podemos decidir es si la queremos tomar nosotros o si preferimos  que otros lo hagan por nosotros. En ese caso estamos decidiendo poner el control de nuestra vida en manos de terceros.

Por eso no podemos renunciar a decidir, porque haciéndolo nos  convertimos en espectadores en vez de en  actores protagonistas de nuestra existencia.  La toma de decisiones no la podemos subcontratar, a diferencia de, por ejemplo, la gestión patrimonial de la empresa. Cada persona está irremediablemente obligada, por acción o por  omisión, a tomar decisiones.

Por todo esto es bueno acostumbrarse a adoptar decisiones  activamente, aunque sea sobre cosas pequeñas.  Este es un hábito que fortalecemos con la  práctica y que sin ella se anquilosa. Si nos acostumbramos a no tomarlas proactivamente, entonces nos costará más hacerlo, porque  la indecisión genera más indecisión.

A la decisión siempre va ligada la posibilidad  del error. Hay personas que tienden a no tomar  decisiones porque tienen miedo a equivocarse, y dejan que las circunstancias decidan por  ellas, abandonando así el control de su propia existencia. Este tipo de personas, que se niegan  la posibilidad de «fracasar», paradójicamente,  lo acaban haciendo porque al no decidir no  tienen posibilidades de salir al encuentro del éxito. Renunciando a la posibilidad de fracasar,  renuncian también a la posibilidad de triunfar.

Las personas de éxito también han tenido desventuras. Personas consideradas como grandes  empresarios acumulan en su historial fracasos, algunos de ellos sonados. El éxito muchas  veces es fruto del fracaso. Tener éxito consiste en levantarse una vez más de las veces que se  haya caído. Si no probamos no podemos ganar. Si no compro billetes, no me va a tocar la  lotería.....

En resumen:
• A decidir bien no se aprende sólo tomando decisiones. Se aprende cuando se siguen  unos principios básicos.
• Las decisiones que vas tomando son las que van conformando tu vida: cada uno es lo que decide ser teniendo en cuenta las circunstancias que le ha tocado vivir.
• Acostúmbrate a decidir activamente, porque si no lo haces cada vez te costará más hacerlo.
• Admite que puedes equivocarte —eres humano—, para concederte la posibilidad de acertar.

• Sé consciente de que no puedes resolver todos los problemas que se te plantean.

Autoformación


Como bien nos ha dicho la docente Lourdes Montero: 

"no hay formación sin autoformación. Esta última no se refiere sólo a aquellos procesos de formación que uno/a desarrolla "porque quiere", más bien, es la meta ineludible de cualquier proceso de formación."

La autoformación es entendida como un proceso que prepara y capacita a las personas para lograr un estilo de pensar y sentir, permitiéndole al individuo establecer un juicio crítico de la realidad, así como también le permite optimizar las facetas que lo caracterizan. Es por esto, por lo que la formación se convierte aquí en una actividad que realiza el ser humano para prepararse globalmente y lograr adquirir unas habilidades y competencias específicas que le permitan desempeñar una profesión.

De lo que se caracteriza también la autoformación, es de llevar a cabo un aprendizaje autónomo donde la iniciativa la toma el propio sujeto que se quiere formar, de tal manera que la persona podrá adquirir los objetivos que persigue con la autoformación si sigue correctamente las instrucciones que se le ofrecen para ello.

Cabe destacar, que este concepto se adapta a las características individuales de cada sujeto, además de que a la hora de hacer uso de la misma, se llevan a cabo materiales pedagógicos autoinstructivos, ya que el individuo se ve obligado a leer, pensar, resolver, contemplar, hacer, etc, todo por si solo. 

Se trata pues, de una pedagogía activa que tampoco deja de lado el llevar a cabo una ayuda externa del docente a través de acciones tutoriales. Además cuando se habla de autoformación, la motivación o interés también son aspectos que van ligados a ésta, ya que dependerá de la disposición de la persona a formarse sobre su campo profesional.

También se pueden destacar distintos enfoques desde los que se puede plantear la autoformación. Es Verrier (2006), quién establece las diferentes perspectivas en las que dicho concepto se puede clasificar. Estas son:

-Autodidaxia: se trata de asumir por uno mismo el conjunto de funciones de enseñanza habitualmente reservados a una tercera persona. Lo que se persigue aquí, es describir y analizar aquellas prácticas de aprendizaje independientes del sistema educativo formal.

-Autoformación existencial: es una autoformación destinada al "aprender a ser", expresada bajo la reflexión interna confrontada a las experiencias de vida, abarcándose así, todos los períodos de vida del sujeto y en todas las circunstancias en las que este está presente.
-Autoformación social: se refiere a las numerosas formas de aprendizaje que lleva a cabo la persona, pero más concretamente, aquellas que provienen de la participación en distintos grupos sociales. 
-Autoformación educativa: en este tipo de autoformación se tienen en cuenta las distintas prácticas pedagógicas que se crean para desarrollar caminos autónomos de aprendizaje. Se centra especialmente sobre el alumno/a, así como también el rol del profesor, se define como un facilitador del proceso de enseñanza.
-Autoformación cognitiva: se centra en los procesos internos del sujeto cuando se desarrolla un aprendizaje autónomo. Es decir, aquí la persona lleva a cabo un proceso mental acompañado de comportamientos de identificación y de búsqueda de información por el mismo.

Es por ello por lo que creo que la autoformación tiene un papel relevante en todos los procesos de enseñanza-aprendizaje. Quiero decir con esto, que todo docente debería además de llevar a cabo una formación continua y permanente guiada por diferentes profesionales que enriquezcan sus conocimientos, fomentar una formación autodidacta que le permite desarrollar y potenciar unas competencias, habilidades y actitudes que a través de una formación guiada, no puede llevar a cabo.

De lo que se trata es de que exista una formación constante en las personas, que se da a lo largo de la vida, ya que gracias a esto se crean prácticas y experiencias enriquecedoras, que pueden ser percibidas por otros como aspectos motivadores y estimulantes que despiertan en ellos elementos, que de manera previa, no iba a potenciar. 

Es por ello por lo que la autoformación, debe ser entendida como una oportunidad de aprender, de desarrollarse y de formarse de manera autónoma para llegar a ser una persona rica no sólo intelectualmente, sino que también moralmente. 


La Conciencia De Sí


La conciencia de sí puede definirse como un estado alerta, en el cual el hombre permanece atento de sí mismo y del entorno, simultáneamente. Esto logra que el hombre nunca se olvide de sí.

La experiencia que llega como resultado de compartir la atención entre uno mismo y el exterior se percibe como “un despertar”. El hombre, tan pronto vive la conciencia de sí, tiene la clara sensación de haberse despertado y de que anteriormente se encontraba totalmente sumergido en un estado de sueño psíquico.

Para comprobar si habita o no, en un sueño psíquico, haga el siguiente experimento: ponga atención sobre usted mismo y sobre el lugar en el que se encuentra, simultáneamente. Es decir, recuérdese (en el sentido de permanecer alerta de usted mismo y no en el sentido de pensar en uno mismo). Permanezca atento a su cuerpo (no piense en él). Permanezca alerta de él. Ahora está usted consciente de sí.

Permanezca en ese estado. No se olvide de sí mismo y dedíquese a realizar sus actividades diarias.

Una vez realizado lo anterior descubrirá lo difícil que es permanecer en este estado, y no tardará más de unos pocos minutos en olvidarse de usted mismo y volver a su estado de sueño psíquico.

Minutos, horas, días o meses después volverá a acordarse de usted mismo y, entonces, en ese preciso instante, en el acto de volver a recordarse, descubrirá que estuvo consciente cuando inició el experimento tiempo atrás. Descubrirá también, que dejó de estarlo una vez que se olvidó de sí y que ahora está nuevamente consciente por el hecho de volver a recordarse.

El primer paso para salir del estado de sueño psíquico es haber descubierto que habita en él.

Al hombre común le resulta sumamente difícil permanecer atento de sí mismo mientras vive. Tan pronto pasan unos cuantos segundos de haber iniciado el experimento que se ha explicado anteriormente, se olvidará de sí (dejará de estar atento a sí mismo) para regresar a su estado habitual, el que, como ya he dicho anteriormente, es muy similar al estado de sueño que transcurre mientras el hombre duerme.

Para que el hombre despierte del sueño psíquico debe ejercer la voluntad. Tan pronto la voluntad de recordarse cesa, el sueño psíquico ocupa su lugar. Una vez que el hombre ha utilizado la voluntad por largo tiempo para volverse autoconsciente, el nuevo estado se convierte en algo natural y permanente.

Mientras no sea permanente, el hombre tendrá necesidad de ejercer la voluntad para que el estado alerta se mantenga.

Todo estado de conciencia aparece en un principio a través de chispazos intermitentes. Es decir, la conciencia de sí, como cualquier otro estado de conciencia superior, empieza a surgir en el hombre poco a poco. Al principio, el hombre no podrá permanecer por más de algunos segundos alerta de sí.

Tiempo después, aumentará el nuevo estado de conciencia, tanto en duración como en frecuencia e intensidad. Más adelante aún, será permanente. Sin embargo, aquel que desee que la conciencia de sí se convierta en algo permanente en su vida tendrá que realizar esfuerzos enormes para lograrlo.

Cuando un hombre escucha que habita en un estado de sueño psíquico, podría ocurrir que se refuerce en él la idea de que es consciente cuando en realidad no lo es. “Despertar” para un hombre que se ha reforzado de la manera anterior es casi imposible, ya que pasará la vida creyendo que es consciente sin serlo en realidad.

Por lo anterior, es muy importante que el lector abandone tanto la idea de que es consciente como la idea de que no lo es. Una vez abandonadas ambas ideas estará en posibilidades de experimentar, por sí mismo, para descubrir si es consciente de sí o no.

Por último, debo decir que el hombre no puede vivenciar la conciencia de unidad, o cualquier otro estado superior, sin antes haber pasado por la conciencia de sí.



La Educación Del Hombre

Filosofía
La Educación Del Hombre
Inmanuel Kant

El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Entendiendo por educación los cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción, juntamente con la educación. 

Según esto, el hombre es niño pequeño, educando y estudiante.

Tan pronto como los animales sienten sus fuerzas, las emplean regularmente, de modo que no les sean perjudiciales. Es admirable, por ejemplo, ver las golondrinas pequeñas, que, apenas salidas del huevo y ciegas aún, saben, sin embargo, hacer que sus excrementos caigan fuera del nido. Los animales, pues, no necesitan cuidado alguno; a lo sumo, envoltura, calor y guía, o una cierta protección. 

Sin duda, la mayor parte necesitan que se les alimente, pero ningún otro cuidado.

Se entiende por cuidado [Wartung], las precauciones de los padres para que los niños no hagan un uso perjudicial de sus fuerzas. Si un animal, por ejemplo, gritara al nacer, como hacen los niños, sería infaliblemente presa de los lobos y otros animales salvajes, atraídos por sus gritos.

La disciplina convierte la animalidad en Humanidad. Un animal lo es ya todo por su instinto; una razón extraña le ha provisto de todo. Pero el hombre necesita una razón propia; no tiene ningún instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su conducta. Pero como no está en disposición de hacérselo inmediatamente, sino que viene inculto al mundo, se lo tienen que construir los demás.

El género humano debe sacar poco o poco de sí mismo, por su propio esfuerzo, todas las disposiciones naturales de la Humanidad. Una generación educa a la otra. El estado primitivo puede imaginarse en la incultura o en un grado de perfecta civilización. Aun admitiendo este último como anterior y primitivo, el hombre ha tenido que volverse salvaje y caer en la barbarie.

La disciplina impide que el hombre, llevado por sus impulsos animales, se aparte de su destino, de la Humanidad. Tienen que sujetarle, por ejemplo, para que no se encamine, salvaje y aturdido, a los peligros. Así, pues, la disciplina es meramente negativa, esto es, la acción por la que se borra al hombre la animalidad; la instrucción, por el contrario, es la parte positiva de la educación.

La barbarie es la independencia respecto de las leyes. La disciplina somete al hombre a las leyes de la Humanidad y comienza a hacerle sentir su coacción.

Pero esto ha de realizarse temprano. Así, por ejemplo, se envían al principio los niños a la escuela, no ya con la intención de que aprendan algo, sino con la de habituarles a permanecer tranquilos y a observar puntualmente lo que se les ordena, para que más adelante no se dejen dominar por sus caprichos momentáneos.


Pero el hombre tiene por naturaleza tan grande inclinación a la libertad, que cuando se ha acostumbrado durante mucho tiempo a ella, se lo sacrifica todo. 

Lo Que Sabemos


¿Has pensado alguna vez cómo sabes las cosas que sabes? Algunas las sabemos porque alguien nos lo contó, otras porque las hemos visto, otras porque las hemos pensado... ¿Cuántas cosas podemos saber? Por lo que respecta a cuánto podemos saber, es decir, a los grados de conocimiento, Platón diferencia dos grados. Y lo hace atendiendo a su definición del mundo en dos regiones.

¿Recuerdas? Mundo de las ideas y mundo de las cosas. Al mundo de las cosas corresponde la opinión y al de las ideas la ciencia.

¿Es posible que alguna vez alguien sepa absolutamente todo, referido a todo? ¿Y si alguien te preguntara que le digas qué es una idea? ¿Qué dirías? Entre otras cosas, de las condiciones, límites y posibilidad de lo que podemos conocer se ocupa la teoría del conocimiento. Vamos a ver aquí, que decía Platón de este asunto.

Y a Platón se le planteaba un problema: ¿cómo conocemos las ideas si pertenecen a un mundo (el inteligible) en el que el hombre no está porque vive en el sensible? Para responder a esto, Platón lo explicó gracias a dos conceptos que son importantes: la reminiscencia o recuerdo, y la dialéctica.

 ¿Cómo conocemos las ideas si están en el mundo inteligible? Básicamente Platón sostiene que podemos conocerlas recordando. Pero puede recordarlas a través de las cosas del mundo sensible. Se trata de recordar lo que hay en el alma y que ésta conoció cuando estuvo en el mundo inteligible. Según Platón, solamente la contemplación directa de las ideas en el mundo inteligible nos permite conocerlas. 

Y el alma humana vivió en ese mundo, contemplándolas allí. Cuando nuestra alma cayó al mundo sensible y se unió al cuerpo las olvidó. La reminiscencia, por tanto, es recordar.

¿A qué te recuerda esto? La religión cristiana, siglos después de Platón, también habló de un paraíso original perdido, de un alma que es "castigada" a vivir en la tierra... Son muchas las semejanzas que hay entre el pensamiento platónico y la religión cristiana. 

O dicho de otra manera, el cristianismo asumió y transformó en religión conceptos filosóficos de Platón.



La Madurez Intelectual


La experiencia es un grado, eso es innegable, pero no es ni mucho menos el único elemento que marca la diferencia entre una investigación más y un gran hallazgo en una mente científica. 

Un estudio reciente demuestra que los científicos que realizan los grandes descubrimientos son cada vez mayores.

Las investigaciones realizadas hasta ahora apuntaban justamente hacia el lado contrario, especialmente en el campo de la física, y demostraban que los principales avances eran desarrollados por científicos jóvenes.

La edad de los premiados con el Nobel de Física se mantuvo baja durante el principio el siglo XX, en particular durante la emergencia de la mecánica cuántica a mediados de la época de 1930.

Sin embargo, basándose en un análisis histórico y bibliográfico de los ganadores del premio Nobel en Física, Química y Medicina entre los años 1875 y 2008, el investigador de la Universidad Estatal de Ohio Bruce Weinberg y su equipo han demostrado que alcanzar el éxito académico antes de los 30 era común en todas las disciplinas antes de 1905, pero cada vez ha ido resultando menos habitual.

Antes de esta fecha, dos tercios de los ganadores de este galardón en los tres campos tenían menos de 40 años, y el 20% no superaba los 30.

Pero desde entonces la dinámica ha cambiado y en el año 2000 ya apenas se daban casos de grandes logros científicos antes de los 30 en ninguna de estas materias. En física, concretamente, solo un 19% de los autores de grandes resultados eran menores de 40 años, y en química prácticamente ninguno. De hecho, actualmente la edad media de los laureados en física por la Academia Sueca es de 48 años. “Ahora muy pocos avances realmente relevantes se consiguen antes de los 30”, asegura Weinberg.

Brillantes a los 50
El aumento de la edad de oro del científico se debe a varios factores, entre ellos, a la necesidad de una carrera formativa cada vez más larga que retrasa el inicio de la carrera productora, según los investigadores.

Otro de los factores es la rapidez con la que avanzan los descubrimientos y las teorías científicas que, en muchos casos, desbancan a las anteriores y las dejan obsoletas. "Los físicos de principios del siglo XX citaban en sus artículos trabajos recientes, ya que la teoría cuántica era nueva”, relata Weinberg. “Por tanto, los científicos veteranos no tenían ventajas, pues su conocimiento (más completo) de la teoría anterior no era necesaria para hacer contribuciones importantes en ese campo”.

En casos como ése definitivamente la experiencia no sólo no es una ventaja, si no que puede lastrar la investigación. "Los físicos jóvenes de aquel tiempo (años 30) eran parte de una revolución en el conocimiento teórico. El desarrollo de la mecánica cuántica hizo que los viejos conocimientos resultaran menos importantes en las investigaciones”, describe Weinberg. “Los jóvenes lo podían hacer mejor, en parte porque no habían conocido los antiguos razonamientos y podían pensar de una manera nueva”, concluye.

La investigación de Weinberg dilapida los trabajos realizados con anterioridad, que solían hacer hincapié en las diferencias en la edad más creativa en ciencias de un campo a otro, asumiendo que era más o menos constante en cada una de ellas. “Se pensaba de manera general que los matemáticos y los físicos realizaban sus mejores trabajos en edades jóvenes, mientras que los científicos médicos y los historiadores lo hacían más tarde”, explica Weinberg.

“Hemos sido los primeros en observar que dentro de cada área hay cambios en el tiempo mucho más importantes que los que se observan de un área a otra, y que están asociados con variaciones de la edad del éxito”, asegura Weinberg.

Albert Einstein, que por cierto publicó su teoría de la relatividad a los 26 años, dijo una vez que “una persona que no ha hecho su gran contribución a la ciencia antes de los treinta nunca lo hará”. Obviamente, no contaba con la evolución de los conocimientos, los pensamientos, y las técnicas de estudio.




miércoles, 23 de mayo de 2018

La Era Digital


¿Vivimos a raíz de la implantación universal de Internet un proceso de decadencia cultural? En un sugerente y sintomático libro de conversaciones entre Peter Sloterdijk y Alain Finkielkraut (Los latidos del mundo, Amorrortu, 2003), ambos ilustran las monstruosas metamorfosis de nuestro tiempo recurriendo a las metáforas de “lo ligero” y “lo pesado”..

En el pasado, el llamado progresismo, caricaturizando y simplificando mucho el diagnóstico, representaba una tendencia orientada a aligerar la vida y la superación de las cargas indignas sobre el hombre, mientras que los conservadores buscaban reaccionar ante esta levitación general subrayando el peso trágico del mundo.

Hoy, en cambio, las tornas parecen haber cambiado. Tras las transformaciones del siglo XX, no sólo los conservadores defienden ya un concepto de realidad duro, correoso, quizá más sombrío y resistente a la voluntad prometeica. Por otro lado, como ponen de manifiesto los “neocons” norteamericanos, no sólo los progresistas esgrimen ya la bandera de la movilización técnica incesante, del aligeramiento propiciado por el progreso incesante y la levedad informativa.

No olvidemos tampoco cómo este ideal antigravitatorio descansaba también en la popularización y democratización de la información. Allí donde el viejo mundo se observaba a si mismo desde la verticalidad, el nuevo se siente comprometido fundamentalmente con la horizontalidad.

En relación con esta utopía de la levedad, podría afirmarse que la figura de Steve Jobs nos ha hecho reflexionar sobre cuánto se ha transformado, por ejemplo, la dinámica capitalista. Se nos cuenta que el co-fundador de Apple odiaba los botones hasta el extremo de suprimirlos de su propia indumentaria. El gran gurú de la digitalización, obsesionado por la sencillez, los consideraba simplemente un obstáculo innecesario en su vida cotidiana.

Todos sabemos también en qué medida esta ideología del acceso cómodo e inmediato a la información ha modificado de forma irreversible la tecnología de nuestros ordenadores y nuestra relación con ellos.

Volviendo a las utopías de la levedad, hay que recordar que la marca Apple no puede entenderse sin el modelo utópico contracultural de los sesenta. 

En su juventud Jobs se interesó por la filosofía y llegó a viajar a la India en busca de iluminación espiritual. A su vuelta, introduciendo el discurso new age en la tecnología, terminó eliminando las mediaciones, las etiquetas, las jerarquías y la retórica. 

Este “capitalismo sin fricciones”, antigravitatorio, extremadamente ligero y líquido, del que Jobs fue el gran abanderado, nada tiene que ver con la pesada maquinaria del antiguo capitalismo y sus viejos valores ascéticos y disciplinarios.

En realidad, nada más opuesto al elegante y aséptico minimalismo del mundo creado por él que los viejos paisajes industriales, el sudor, la disciplina y el esfuerzo. 
Un ejemplo elocuente del lema jobsiano del “Hazlo simple”: el ascensor de la Apple Store en Tokio carece de todo tipo de botones. No hay botón de llamada, ni botones para indicar la planta a la que deseas ir. Simplemente subes y bajas parando en cada una de las plantas de la tienda. 

Una hipótesis: si el capitalismo, digámoslo medio en broma, se ha ido convirtiendo cada vez menos en máquina y más en un espíritu líquido y profundamente inaprehensible, tal vez sea, entre otras razones, por los tecnófilos hippies que odiaban perder el tiempo desabrochando sus botones.

¿Pero somos realmente conscientes de lo que han cambiado nuestras vidas tras la aparición de Internet y las redes sociales? ¿Es legítimo hablar ya de una mutación antropológica, incluso del paso a un nuevo “hombre digital”, como nos recuerdan con un no disimulado optimismo los apóstoles de esta nueva fe? ¿Representa la buena nueva de “la red” la apoteosis de una cultura de la superficialidad radicalmente opuesta a toda jerarquía cultural?

Que estas herramientas han alterado nuestra existencia parece un hecho incontrovertible; que las nuevas tecnologías de la información supongan un paso adelante en la historia del progreso humano sin costes y peligros, es otro asunto bien distinto, como nos recuerda el ciberactivista y agitador cultural Jaron Lanier en su sugerente Contra el rebaño digital (Debate, 2011), una crónica imprescindible y bien ponderada para todo aquel que quiere sumergirse en el apasionante debate sobre las ventajas e inconvenientes de Internet y las redes sociales sobre nuestras vidas.

Si, como ya advirtiera McLuhan, los medios son capaces de transformar los contenidos y los mensajes, ¿qué tipo de transformaciones estaríamos sufriendo bajo la influencia de estos nuevos medios?

Cabría decir, sin ánimo de exageración, que si en el pasado buscábamos adaptar la respectiva innovación tecnológica a nuestra vida, hoy estaríamos en una situación algo diferente, como si nuestra preocupación pasara más bien por el hecho de que nuestra existencia se encuentre a la altura de nuestra herramienta. 

Es decir, ¿cómo hemos de comportarnos para estar a la altura de nuestro Facebook, nuestro blog o de nuestro Twitter? La ansiedad por filmar, grabar y colgar nuestros momentos de forma inmediata es elocuente a este respecto.


Hoy es como si la vida que no se twitteara ya no fuera vida real.