jueves, 27 de septiembre de 2018

Nuestra Razón De Ser


Una de las tareas fundamentales de una vida liderada creativamente es distinguir, identificar el propósito de nuestra existencia. La mente creativa se orienta hacia el propósito que se manifiesta a través de nosotros. Los grandes líderes se comprometen con lo que les importa realmente y lo crean.

En su clásico libro On becoming a leader, Warren Bennis escribe: “Los líderes se hacen, no nacen, y se hacen más a sí mismos que por circunstancias externas. Ningún líder elige ser líder per se, sino que elige expresarse libre y completamente. Convertirte en líder es sinónimo de convertirte en ti mismo. Es así de simple, y también así de difícil. Primero y ante todo, descubre quién eres, y sé eso.”

El liderazgo creativo emana de la búsqueda del propósito, de distinguir y definir uno personal que merezca nuestro compromiso más profundo. Esta es una práctica que debemos desarrollar durante toda nuestra existencia. El propósito es perseguir el anhelo de lo que nuestra alma más desea en esta vida. Y siempre brota desde el interior, aunque pueda estar estimulado por lo que nos ocurre fuera. No es algo que tengamos que inventar. Nos encuentra, si mostramos atención. Uno de los objetivos principales de nuestra existencia es dejarlo vivir en nosotros.

Es como seguir a una presa por el bosque o la montaña si vas de caza. La presa deja señales para seguirla y acecharla, si sabes cómo leerlas. Identificar el propósito requiere prestar atención al camino, al presente, a las pistas sutiles que la vida nos va dejando. La vida nos interpela desde hace mucho tiempo con lo que es realmente importante. Ha ido dejando sus señales. Depende de nosotros el tener la valentía y la disciplina de prestar atención.

Esta práctica va de aprender a confiar en esos momentos de claridad cuando el propósito se manifiesta y habla. Existimos como seres complejos, multidimensionales, hechos de diferentes partes. Debemos desarrollar la capacidad de conversar, de escuchar a nuestras partes más profundas, auténticas y sabias que saben cuál es nuestra misión, nuestra contribución más generosa. La vida revela nuestro propósito cuando nos sentimos más vivos, más apasionados, más entusiasmados, cuando las cosas nos aportan sentido y nos sentimos más vivos y plenos.

El propósito nos deja pistas en esos momentos de plenitud y gozo
Nos sentimos más vivos porque el alma muestra lo que somos y lo que nos importa realmente, mostrando la dirección de nuestras aspiraciones más elevadas. Aprender a conectar con esos momentos es practicar el distinguir e identificar nuestro propósito.

La vida también nos interpela en momentos más sombríos, más complicados y menos animados, donde las cosas no fluyen, salen mal y nos sentimos cansados, abatidos y hasta destrozados. La vida nos muestra así, lo que más nos falta, lo que echamos de menos o anhelamos.

Cuando analizamos esos momentos en los que nos sentimos mal, menos vivos, podemos extraer los temas, patrones y pistas que ayudan a forjar nuestro propósito. Prestar atención a esas claves, permitir que nos muestren el camino hacia nuestros anhelos más auténticos, y clarificar cuáles de esos anhelos son cruciales para nosotros, para ir a por ellos con determinación, es un trabajo crítico a realizar por cada ser humano.

El propósito no va solo de plenitud y disfrute. Va, sobre todo, de contribuir y servir. Así Albert Schwitzer, premio Nobel de la Paz, dijo una vez a un grupo de estudiantes universitarios: “No sé cuál será vuestro destino en la vida, pero sí se algo sobre él: solo aquellos de vosotros que busquen y encuentren cómo servir a otros serán realmente felices.”

Nuestro propósito es aquello que nos proporciona satisfacción y plenitud, pero también aquello que el mundo necesita con más desesperación. Nacemos y vivimos dentro de un conjunto de circunstancias: familia, cultura, organizaciones, sociedad… Y estas circunstancias no son un accidente. Nuestro propósito está conectado a las necesidades de aquellos que nos rodean, de las organizaciones, de la sociedad y del mundo en el que vivimos y trabajamos.


En cada uno de nosotros hay una intersección entre nuestros anhelos, entre lo que nos apasiona, nuestros talentos y algo que el mundo necesita, una contribución que solo nosotros podemos hacer. 

Cuando encuentras esa intersección consigues vivir en propósito.

Alcanzar Objetivos

Hay un dicho que dice que:

“Los humanos nos hacemos viejos demasiado pronto y sabios demasiado tarde”.

Se ha comprobado al hablar con muchas personas que se consideran exitosas que no se necesita ser muy inteligente, demasiado rápido o popular, para alcanzar lo que se quiere, que lo único realmente esencial es ser constante y aprender.

Si tienes una meta entonces ve por ella y si no la consigues tienes dos opciones: aprendes y mejoras porque no la conseguiste o desistes del objetivo y lo vuelves un fracaso.

El cambio constante de objetivos por alcanzar solo agota tu energía y entusiasmo. Las personas vivimos haciendo lo que estamos acostumbrados a hacer, nuestros hábitos nos dan los resultados que tenemos y al ser constantes aplicando una acción determinada la convertimos en hábito.

El reto está en ser constantes el tiempo necesario, entender que todo es un proceso y que los resultados son el final de ese proceso te ayuda a mantenerte allí.

Muchos dicen que lo que se necesita para alcanzar las metas es disciplina, yo digo que necesitamos más autoestima. Sin darse cuenta, muchas personas no se creen realmente merecedoras de lo que desean y por lo tanto, nunca lo alcanzan.

Cuando inviertes tiempo en ti, para darte cuenta de que eres más de lo que piensas entonces el ser constante es más sencillo. Al final, las personas te verán como tú mismo te ves porque tu decides lo que quieres aún si decides no ser nada.

Es como en ventas decimos que debes “venderte tu producto a ti mismo primero” porque nadie te va a comprar nada si tú no crees que el producto es bueno. No vas a lograr tus metas si no crees que realmente las merezcas. Ser constante no es tan complicado como lo pintan y al final los hábitos siempre ganan.

Digamos por ejemplo que quieres bajar de peso, que es mejor… ¿hacer una dieta extrema que te rebaje en tiempo récord sin crear el hábito o renovar tu forma de alimentación que sostenida en el tiempo te mantendrá sano y en línea?

¡Si no creas hábitos nuevos tendrás los mismos resultados de siempre!

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Ética De La Información



Hay un modo realista y comprometido de informar sobre violencia. Interesarse por los hechos violentos, pero también por las ideas y las alternativas en que pueda basarse la solución de los problemas sociales.

Unamuno acuñó una expresión, difícil de pronunciar con la que pretendía sustituir una noción imposible: la noción de neutralidad. Unamuno llamó alterutralidad a la actitud que permite pensar por encima de intereses, de bloques y fronteras físicas y mentales. El periodismo realista y comprometido tiene que ser también neutral al informar sobre violencia.

Detrás de toda violencia suele haber un problema real, o al menos los flecos finales de un auténtico problema real. Por este motivo la violencia, toda violencia, se asiente en un fondo magmático, de verdades a medias, de sombras de verdades que confieren a la violencia su capacidad de propagación.

La información no puede ser indiferente ante ese fondo de verdad que subyace tal vez en toda violencia.

Cuando se conculca la justicia y se pone en peligro la paz. Cuando se desencadena la violencia física o moral, entonces es la hora de que el periodista oponga al espíritu de discordia su voluntad de concordia, ponga paz en donde no haya paz, intente vencer a la violencia con la fuerza de una información clara, justa, recta.



El Pensamiento Ilustrado


Filosofía : Sócrates
El Pensamiento Ilustrado
La República, obra de Platón, escrita alrededor del año 380 a.C., describe los diálogos de Sócrates con los hermanos de Platón, de Polemarco y otros más. Las disertaciones iniciaron en casa de Céfalo de Siracusa, hombre prominente en los negocios, quien, animado por las disertaciones de Sócrates, ofrece su casa para debatir temas relacionados con las distintas formas de gobierno.

En algún momento, los diálogos se centraron en las cualidades que deben tener los hombres para gobernar las ciudades. Al respecto, Sócrates sostuvo: “A menos que los filósofos reinen en las ciudades o cuantos ahora se llaman reyes o dinastas practiquen noble y adecuadamente la filosofía, vengan a coincidir una cosa y otra, la filosofía y el poder político, y sean detenidos por la fuerza los muchos caracteres que se encaminan separadamente a una de las dos, no hay, amigo Glaucón, tregua para los males de las ciudades, ni tampoco, según creo, para los del género humano; ni hay que pensar en que antes de ello se produzca en la medida posible ni vea la luz del sol la ciudad que hemos trazado de palabra”.

Para los ciudadanos que deseamos un buen gobierno, la sentencia parece una condena. A decir de Sócrates, las ciudades no podrán resolver sus males, en tanto no lleguen hombres virtuosos al gobierno. De acuerdo con los diálogos, ciertas cualidades innatas deben cumplir los hombres a quienes deben encargarse las tareas de gobernar. La primera es que sean capaces de contemplar la verdad, pero no sólo la que beneficia, sino aquella cruda y dolorosa que está en su poder cambiar, a costa incluso del rechazo o crítica de la multitud, porque la recibirá fuertemente de aquellos que viven de manera contraria y hacen de la mentira la herramienta para aprovecharse de la ignorancia de los demás.

Una segunda cualidad es que el hombre esté plagado de conocimiento y no de ignorancia, que sea capaz de percibir la belleza y no sólo las cosas bellas, de percibir la justicia y no sólo las cosas justas. Sócrates dice que la virtud del hombre para gobernar es atribuible al alma misma, por tanto, si el hombre tiene privada de virtud el alma, mal dirigirá y mal gobernará, pero si buena es su alma, hará bien todas las cosas.

Para Sócrates, un buen gobernante será aquel que por naturaleza es memorioso, expedito en el estudio, elevado de mente, bien dispuesto, amigo y allegado de la verdad, de la justicia, del valor y de la templanza. Un buen gobernante será aquel que se muestre capaz de hacer valer las leyes y usos de las ciudades, en beneficio de todos, no de él mismo, en todo momento y no a conveniencia.

Los hombres con calidad para gobernar, no deben estar sometidos a los extravíos de su generación y la corrupción, deben ser aquellos que no se dejen perder por su voluntad, pequeña o grande, valiosa o de menor valor. En cambio, los hombres no preparados, cuanto más fuertemente arrastren los deseos a una cosa, tanto más débiles serán para lo demás. Si un hombre por ambición y lleno de mentira asume el poder, lejos estará de ser un buen gobernante, porque la mezquindad de pensamiento es lo más opuesto a la razón.

Si nos atenemos a las cualidades antes descritas, entenderemos por qué estamos como estamos. Los hombres que nos han gobernado están más cerca de las debilidades de su generación, de la corrupción y de la ignorancia, que de la virtud y el conocimiento.

Hasta ahora, de los que abiertamente se han pronunciado, veo más a hombres amantes de la mentira, de la ambición o del mesianismo, hombres que se aprovechan de la ignorancia de la sociedad, ocultando sus debilidades y engañando con falsas virtudes.


Mirar Desde Un Poco Más Lejos


En el Siglo XIX unos sujetos llamados Monet, Renoir, Manet y otros nombres así se cansaron de las pinturas de imágenes perfectas que, encima, estaban a punto de ser superadas por la fotografía, y se inventaron un nuevo modo de ver el mundo: Pintaban con pinceladas medio nerviosas de color sobre la tela sin fondo oscuro. En los principales círculos de las artes de la época la cosa no cayó muy bien, y la verdad es que los echaron pulcra y graciosamente de todas las exposiciones.

Los pintores Impresionistas, que en ese entonces no sabían que lo eran, porque el término es posterior, se juntaron y armaron su propia exposición en un espacio al que se denominó el “Salón de los rechazados”. Parece que los Muchachos de la crítica fueron en tropel a ver de qué se trataba aquello, y se encontraron con las pinturas, y con una multitud que había concurrido… a abuchear a los pintores. 

Ahí nomás hicieron uso de sus respectivos talentos y defenestraron a más no poder a los artistas, a los que trataban como a tontos, cuando los calificativos eran piadosos.

Pasó mucho hasta que a alguien se le ocurrió “mirar desde lejos” los cuadros impresionistas. Y ahí fue cuando se dieron cuenta de que aquello que a simple vista aparecía como un estropicio de pintura sin sentido, o formando bultos apenas identificables se convertía en imagen cuidadosamente trabajada a través de la observación de los efectos lumínicos, el movimiento, la descomposición del color, etc. Para ese entonces, sin embargo, los cuadros de los rechazados ya eran furor en Europa, y costaban mucha plata, mucha.

Reflexiona Ernest H. Gombrich en su “Historia del Arte” que a los críticos que se burlaron de aquellos que crearían uno de los movimientos estéticos más revolucionarios, hubieran hecho un gran negocio comprando por pocas monedas algunas de sus obras. Sin embargo todos ellos hoy habitan en el olvido, compartiendo habitación con los que pagaron la entrada para reírse. 

Cometieron un muy sencillo error que ustedes ya advirtieron: No haber dado dos pasos atrás para observar desde cierta distancia los cuadros del “Salón de los Rechazados”.


Bien, eso es lo que tengo para decir sobre los pintores impresionistas, además de recomendar algunos cuadros como el de Renoir, “Le Moulin de la Galette”, el de Pissaro, “Le Boulevard Montmartre” o el de Monet, “Boulevard des Capucines”, por decir algunos que a mí me gustan.

Nuestro Entorno Cercano


Todos ejercemos una influencia en nuestro entorno más cercano. Pero es una relación bidireccional, de doble influencia. Por lo común, las personas apelan a su fuerza de voluntad para rendir más. Pero el ambiente es como una palanca en la que podemos trabajar para conseguir más resultados con menos esfuerzo.

Los contextos en los que nos movemos pueden ser unos grandes aliados o unos grandes enemigos. Veamos qué son, cómo afectan y cuáles son los mejores para reforzarnos en lo personal y en lo profesional. Se pueden agrupar en tres categorías:

Materiales. Los lugares donde se vive y se trabaja, el barrio y el vecindario, la tecnología, el automóvil o el ajuar doméstico.

Personales. La familia, la pareja, los amigos, los compañeros de trabajo, los conocidos, el contacto en las redes sociales, los horarios y los hábitos.

Mentales. Las creencias, los paradigmas, la formación e información, la religión o los condicionamientos.

Todas estas circunstancias pueden jugar a favor o en contra de uno, ser un motor que propulse nuestra vida o un ancla que la hunda. Un entorno colabora o compite. Inspira o deprime. Nutre o envenena. Obviamente también existen entornos neutros, pero por esa misma razón hay que evitarlos tanto como los que nos perjudican. No es posible prescindir de los ambientes, pero sí elegirlos cuidadosamente teniendo en cuenta sus efectos.

Los entornos materiales y personales son visibles y evidentes, aunque tal vez no sus efectos. Otros son más sutiles, pero tan influyentes. Todo influye en todo y nadie puede aislarse del contexto inmediato sin recibir de él su influencia.

Delegar en el entorno significa no tratar de hacerlo todo por uno mismo, sino aprovechar las influencias positivas externas para reforzarse.

El lugar donde una persona vive ejerce una influencia enorme en ella: le da energía o se la quita. Seguramente un pequeño piso ordenado, decorado de manera minimalista y con luz abundante es suficiente para nutrir a quien vive en él. No es un tema de dinero, de propiedad o de lujos. Es cuestión de que cualquier cosa que entre en casa sea muy apreciada y esté en coherencia con el resto de objetos y con la persona que habita la vivienda.

Tener menos cosas significa contar con más espacio y más claridad mental. La luz y el orden ejercen una influencia en la mente. Deshacerse de objetos que no se usan es una prioridad, y cambiar de vez en cuando la disposición de los muebles en casa es un divertimento muy motivador.

La luz y las vistas desde las ventanas son tantas o más importantes que la vivienda en sí o su superficie. Elegir el entorno donde uno va a pasar su vida cuenta mucho, pero, por desgracia, cuando las personas compran o alquilan un piso se fijan en los metros, el precio o los servicios antes que en la tranquilidad, la luz, las vistas o la ausencia de repetidores de telefonía móvil. Lo que hay fuera de la vivienda es tan importante como lo que hay dentro.

El lugar donde se trabaja y en el que se pasan tantas horas al día también es importante. Influye en el rendimiento del trabajo y en la felicidad de las personas. Muchas veces uno carece de la capacidad de cambiarlo, pues las oficinas o instalaciones son las que son. Pero a menudo podemos influir en mejorarlas de alguna manera; y si no es así, siempre está en nuestra mano dejar un trabajo cuyo entorno es insalubre, nocivo, molesto, desagradable, tóxico, incómodo o desmotivador. Es decir, si no podemos cambiar un entorno de trabajo gris, siempre podemos cambiar de empleo. Un sueldo no lo justifica todo. Como en el caso anterior del piso, muchas veces nos equivocamos al valorar más el sueldo, las vacaciones, los ascensos o la cercanía que el entorno de trabajo en sí.

Las personas más beneficiosas en el entorno personal son aquellas que sonríen, no se quejan, no se sienten víctimas de nada, están automotivadas, son positivas, se esfuerzan, viven en la coherencia, inspiran paz y bondad, aprenden y se forman. En definitiva, las que tienen una mentalidad ganadora. Relacionarse con gente positiva es una receta para la felicidad que no siempre se tiene en cuenta.

Muchas veces, las personas que no hemos elegido, pero que forman parte de nuestros círcu­los (familia política, compañeros de trabajo o vecinos), parecen una imposición imposible de eludir. Tal vez no podamos decidir si forman parte de nuestra vida, pero sí tenemos la capacidad de minimizar su efecto, e incluso de evitar su trato si su influencia es muy negativa.

La influencia de las personas es invisible y silenciosa, se acumula con el tiempo, pero sus efectos acaban siendo muy visibles a la larga. Cada amigo o conocido deja un poso, una influencia mayor o menor. De hecho, acabamos pareciéndonos mucho a las personas que más tratamos. Deberíamos preguntarnos: “¿Quién me está influyendo más?”.

A veces conservamos la amistad de algunas personas solo porque en el pasado fuimos amigos y nos sentimos empujados a seguir siéndolo. Pero la gente cambia con los años, y es lógico que las amistades también cambien, sin obligaciones morales o deudas de amistad autoimpuestas. No se trata de no quererlos, sino de no frecuentarlos tanto y a la vez hacer espacio para compañías diferentes. Cambiar de entorno personal siempre conlleva variaciones individuales y profesionales. Si buscamos modificar nuestra vida, será necesario un cambio de amistades o, como mínimo, un ajuste de los círculos sociales.

No tener esto en cuenta puede traer consecuencias desagradables a largo plazo. ¿No es extraño que descuidemos con quién entramos en contacto y, sin embargo, para nuestros hijos e hijas exijamos colegios y amistades beneficiosos?

Todos somos conscientes del gran valor que tiene el pensamiento en la vida. Es nuestro “cuadro de mandos”, y siendo tan conscientes de esa importancia parece mentira que lo tengamos tan descuidado y tan poco “afilado”. Mucha gente vigila escrupulosamente lo que come cada día: calorías, nutrientes, calidad y cantidad. Cuidan su cuerpo, pero descuidan el alimento de su mente. ¿No es una incoherencia? El tiempo promedio que dedica una persona al cuidado del espíritu es exactamente cero segundos al día. Increíble.

Deberíamos cuestionar el “material” que permitimos que entre en contacto con nuestra mente, como publicidad, noticias, ideas, creencias, informaciones… Todo eso puede alimentar o envenenar la mente. O la expande, o la contrae.

Hay mucho que podemos hacer para nutrir el pensamiento: lecturas inspiradoras, meditar unos minutos al día, relajar la mente en el silencio cada jornada, aprender cada día algo nuevo, cuestionar creencias inútiles o contraproducentes que nos limitan, ejercitar la imaginación y la creatividad o incluso elegir un vocabulario y unas expresiones que nos sienten bien mientras rechazamos las que nos perjudican.

La lectura es una de las mejores formas de alimentar la mente. Una hora al día es bastante para que esta se exponga a nuevas ideas y entre en contacto con autores de culturas y mentalidades diferentes. Leer es el gimnasio del espíritu. Resulta incomprensible que los índices de lectura del país sean tan bajos cuando es el ingrediente que más necesitan las personas para su éxito personal y profesional. Todos somos el resultado de la media de los libros que hemos leído en nuestra vida. Por poner un metáfora, lo que distingue a una persona que lee de una que no lo hace es semejante a la diferencia de velocidad que hay entre un jet a reacción y un patinete.

Cuando una mente se expande y cambia de paradigmas, ya no vuelve a su tamaño anterior y sus posibilidades aumentan en consecuencia.

Seguir Luchando

Salud Mental
Seguir Luchando

Las personas con dificultades de salud mental tenemos muchos problemas.

Problemas internos y problemas externos. Como si no hubiera bastante con nuestros trastornos mentales, tenemos el estigma que nos rodea. Y los problemas internos ya son de por sí terribles.

En ocasiones parece como si, hagamos lo que hagamos, no hubiese soluciones.

Pasan los años y nuestras vidas no se arreglan. Parece que nos estabilizamos, que podemos llevar una vida más normal, y de nuevo salen brotes, ansiedades y depresiones. Y mucha gente no ayuda en nada. En ocasiones, ni la familia ayuda.

Y no sabemos qué hacer. Nos abandonamos al tabaco o el alcohol.

Desgraciadamente hay gente que toma medidas aún más terribles. Parece que hemos encontrado una combinación de medicación que nos va bien y poco después tenemos una recaída. Y es así como son las cosas. No podemos confiarnos nunca. Y si intentamos huir con tóxicos, las cosas todavía pueden ser peores.

Y pese a todo, pese a que nos encontremos en el invierno de la vida, no podemos perder la esperanza de que la primavera esté próxima. Yo en ocasiones estoy mal, pero comparado a como estaba hace unos años, estoy mucho mejor. No podemos abandonar. Puede que quien lea esto tenga veinte años y no ve que las cosas se arreglen en un futuro próximo. Pero si continúas luchando, puedes estabilizarte y disfrutar de una vida al menos aceptable. No digo que las cosas sean fáciles y puede implicar años de lucha, pero no podemos permitir que nos venza la enfermedad o la sociedad. No podemos abandonar
.
Puede haber soluciones a nuestro alrededor. Una terapia de grupo, un grupo de ayuda mutua, un psicólogo que te dé un nuevo punto de vista sobre las cosas.

Pueden encontrar una medicación que te vaya mejor. Las cosas pueden cambiar. Y nosotros, hasta cierto punto, podemos hacer que cambien. Podemos buscar cosas que nos den soluciones parciales. No creo en soluciones mágicas. No creo que un médico en un cuarto de hora nos cure. Ni una religión ni un gurú. Pero podemos conseguir más momentos de paz mental.

En ocasiones parece como si el mundo entero estuviera contra nosotros. Necesitamos ayuda de otras personas y nadie nos la da. No sólo no nos ayudan, sino que nos hunden más. Pero nosotros lo sabemos perfectamente, en esta vida no todo son flores y violas. Ya tenemos práctica. Ya vemos cuando una persona no sólo no nos ayuda sino que disfruta atacándonos. Y con el tiempo podemos desarrollar escudos contra esta gente. 

Poco a poco sabemos más de nuestro trastorno y de cómo actúa la gente respecto de nosotros. Aprendemos estrategias que nos ayudan a convivir con nosotros mismos y con los demás. Y un día tendremos una primavera.

Fuente: http://www.activament.org/es/2014/10/28/hem-de-continuar-lluitant/


martes, 25 de septiembre de 2018

Asumir La Responsabilidad


Estoy seguro que mucha gente pensará: "Yo ya sé que significa asumir la responsabilidad". Pero creo que la mayoría de nosotros no comprendemos qué significa en realidad.

Me considero una persona "independiente". Tengo mi trabajo (a Dios gracias), gano lo suficiente para mantenerme y no dependo de otra persona para sobrevivir. Todo esto implica asumir responsabilidades tales como... mantener la casa limpia, pagar la hipoteca, los seguros, llegar a tiempo al trabajo, administrar mi tiempo para estudiar, ver a la familia, realizar las actividades que me apetezcan, y así un largo etcétera. Cierto, se asumen responsabilidades pero el problema va más allá y es más difícil de detectar. 

¿Cuantas veces no pensamos... y creemos que la culpa de nuestros males la tienen otras personas? Pensamos: "Si fulanito fuera de otra manera", "si menganito no hubiera dicho eso", "Si fuera más cariñoso", "Si no fuera tan salvaje"... Estamos convencidos que la culpa es exclusivamente de los otros. ¿Asumimos así la responsabilidad de nuestra propia vida? ¡¡Para nada, de ningún modo!!

Cuantas personas no se quejan de sus parejas o ex-parejas, de sus jefes, del Estado, de su soledad, de su mala suerte, de sus hijos.. ¿Asumimos en realidad la responsabilidad de su experiencia en la vida? ¡¡Para nada, de ningún modo!! Desempeñamos nuestro papel de víctimas en la vida. 

La vida está llena de decisiones. Estamos continuamente eligiendo nuestro futuro. Decidimos que hacer en todo momento, que ropa ponernos, que desayunamos, como nos desplazamos al trabajo, si hacemos o no alguna actividad, si estudiamos para ese examen o no. Todas estas decisiones son nuestras, sólo nuestras y una vez que las tomamos tenemos que asumir la responsabilidad de haberlo hecho y no culpar a nada ni a nadie de los resultamos... somos nosotros los que hemos elegido. 

Nosotros mismos creamos nuestro propio dolor pero también creamos nuestra propia alegría. Somos la causa de todas nuestras experiencias de la vida, lo cuál implica que somos la causa de todas nuestras reacciones ante cualquier cosa que suceda.

En el libro "Aunque tenga miedo. Hágalo igual" habla sobre este tema y nos muestra siete definiciones sobre lo que significa asumir la responsabilidad. Tenemos que recordar que siempre que no la asumimos disminuye nuestra capacidad de afrontar el miedo en nuestra vida.

Asumir la responsabilidad significa no culpar nunca a nadie por lo que uno es, hace, tiene o siente. Para tener el control de nuestra vida tenemos que comprender que somos nosotros mismos los que provocamos en nuestra cabeza.
Asumir la responsabilidad NO significa culparse a sí mismo. No hay necesidad de humillarse. Nada ocurre por nuestra "culpa". Estamos en el camino para una mayor realización de nosotros mismos y este es un proceso largo de adiestramiento y error.

Asumir la responsabilidad implica saber dónde y cuándo no se ha asumido la responsabilidad para cambiar. Dí en voz alta: "Sólo hay una persona en este mundo que me puede  hacer feliz...¡¡YO!!". Tenemos que analizar dónde está el problema y que tenemos que hacer para solucionarlo.

Asumir la responsabilidad significa acallar a la Charlatana. Esa vocecita interior que trata de enloquecernos...¡y que a menudo lo consigue!. Contiene la calve de todos nuestros miedos. Presagia ruina, abandono y pérdida. Tenemos que acallarla...acabar con ella.

Asumir la responsabilidad significa estar al tanto de los resultados que lo mantienen a uno "atascado". Al comprender los resultados, nuestra conducta cobrará mayor sentido para nosotros.

Asumir la responsabilidad significa imaginarse lo que quiere uno en la vida y obrar de acuerdo con ello. Primero debemos fijarnos nuestros objetivos en la vida y luego, ¡¡a trabajar para lograrlos!!.

Asumir la responsabilidad implica tener conciencia de las numerosas alternativas que uno tiene en una situación dada. En cada momento elegimos la forma como nos sentimos. La elección corre de nuestra cuenta. Elijamos lo que contribuya más a nuestra vitalidad y crecimiento.

Espero que te haya gustado, que lo entiendas y que lo pongas en práctica.. Yo ya lo estoy haciendo, es muy gratificante y eso que todavía me queda mucho por mejorar. 


El Estar Conmigo


Hay muchas personas a quiénes les cuesta estar solas, necesitan estar acompañadas de alguien más. En el momento que dejan de estar haciendo algo, la soledad les invade y entran en un estado de tristeza. A mi eso no me gusta.

Para mi saber estar solo es imprescindible, es una forma de saber estar con uno mismo sin más distracciones, algo que me permite conocerme mucho mejor. Si realmente queremos conocernos para satisfacer nuestras necesidades y conseguir las cosas que deseamos, la introspección personal en soledad es de las mejores opciones.

Es evidente que en la vida disfrutamos de la compañía que nos dan las personas queridas. Estar con las personas que quieres es algo que te llena profundamente, así que no solamente debemos saber disfrutar de estar con nosotros mismos, sino también de estar con los demás
.
No quería acabar el artículo sin destacar que, aunque disfrutemos de estar con uno mismo, eso no significa que debamos dejar de lado las personas a quienes queremos o que debamos dejar de conocer nuevas personas. 

La sociabilidad y las relaciones son parte de nuestra forma de ser y en ningún caso este artículo las descarta.



Cuánto Menos Se Sabe


Hay gente que es capaz de reconocer con total humildad tanto sus habilidades como sus carencias. Y luego están los que padecen el curioso efecto Dunning-Kruger. En este caso, las personas que menos saben, más listas se creen y viceversa. Pero ¿cómo es posible?

Seguro que en más de una ocasión te has cruzado con algún conocido o compañero de trabajo que por su timidez es incapaz de reconocer la valía natural que posee para desempeñar determinadas funciones.

En el otro extremo, es fácil detectar a aquellas personas que hablan más que lo que hacen y no les cuesta lo más mínimo alardear de unas supuestas habilidades que luego en realidad no tienen. Ambos casos están bajo lo que se conoce como el efecto Dunning-Kruger. Si quieres conocer más sobre este extraño fenómeno, sigue leyendo.

Un estudio realizado por Justin Kruger and David Dunning de la prestigiosa Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York), demuestra que las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar las capacidades y conocimientos que realmente tienen, así como las personas más capaces y competentes infravaloran sus aptitudes.

La investigación se realizó con estudiantes de Psicología en las áreas de humor, gramática, razonamiento y lógica. Se realizaron cuatro estudios diferentes y se preguntó a cada participantes cómo valoraba su competencia en cada uno de los campos planteados. Después se les realizaba un test para poner a prueba su competencia real.

A continuación, se compararon los datos obtenidos y se llegó a la conclusión de que había una correlación entre las respuestas obtenidas.

Los investigadores se dieron cuenta de que cuanto menos competente era la persona menos notaba su incompetencia y cuanto más competente era más infravaloraba sus habilidades. ¿Curioso, no?

Esta percepción irreal se debe, tal y como señalan Dunning y Kruger, a que las habilidades y competencias necesarias para hacer algo bien son precisamente las mismas habilidades requeridas para poder estimar el propio desempeño de la tarea.

En cambio, las personas que infravaloran sus competencias y capacidades, podríamos decir que es debido al efecto de falso consenso: piensan que todo el mundo lo hace igual y asumen que sus habilidades de encuentran dentro de la media. Sin embargo, sus capacidades son claramente superiores.

Si algo cabe destacar de este curioso efecto psicológico es que las personas incompetentes llegan a conclusiones equivocadas y toman malas decisiones y, además, su incompetencia no les permite ser conscientes de ello, tal y como señalan Dunning y Kruger.

Las conclusiones básicas del estudio están centradas en que para cierta habilidad o área del conocimiento los individuos incompetentes:

Se muestran incapaces de reconocer su propia incompetencia.
Tienden a no poder reconocer la competencia de las demás personas.
No son capaces de tomar consciencia de hasta qué punto son incompetentes en un ámbito.
Si entrenan, serán capaces de reconocer y aceptar su incompetencia previa


El Hallazgo En Indonesia


El hallazgo de un homínido de apenas un metro de estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé que vivió en la isla de Flores (Indonesia) hace miles de años desconcertó a los científicos cuando se dio a conocer en 2004 y abrió un debate que aún hoy sigue candente. 

De este «Homo floresiensis» al que pronto bautizaron con el apodo de «hobbit», en un guiño a Tolkien, se ha dicho que era un Homo erectus que «encogió» para adaptarse a la vida en una isla, que se trataba de un Homo Sapiens que sufría síndrome de Down o algún trastorno genético...

Ahora un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores franceses Antoine Balzeau, del Musée de l'Homme, y Philippe Charlier, de la Universidad de Versalles-San Quintín, concluye que estos diminutos homínidos no eran humanos.

Un cráneo hallado en la isla de Flores- REUTERS
La microtomografía de alta resolución del cráneo del espécimen mejor conservado de este «Hombre de las Flores», el denominado LB1, muestra que éste no tiene signos de ninguna patología conocida en el Homo Sapiens, ni las características que definen a nuestra especie.

La investigación, publicada en The Journal of Human Evolution, descarta así las hipótesis de que estos hobbits, de un metro de altura y 25 kilos de peso, eran en realidad hombres cuyo pequeño tamaño había sido causado por algún trastorno genético. Se sospechó que pudieran haber sufrido cretinismo, a veces provocado por la falta de yodo, o microcefalia o síndrome de Down.

Desde un punto de vista médico, este «hombrecillo» tiene numerosos caracteres internos que caen dentro de la variación normal de los homínidos, como la falta de neumatización frontal, explica Europa Press. Sin embargo, sufrió de hiperostosis frontal interna.

La estructura y la forma del cráneo muestran similitudes claras al Homo erectus. De hecho, la distribución del espesor de hueso, la estructura interna y la configuración de las estructuras craneales son primitivas entre los homínidos, al menos cuando el Homo erectus se compara con el neandertal y el sapiens.

Los resultados de este estudio fueron muy claros, según Balzeau: «No mostró características de nuestra especie». Es decir, de Homo sapiens. Tampoco ninguna señal que corresponda a las principales enfermedades que otros investigadores habían señalado.

Pero si una parte del misterio parece haber sido solucionada, otra sigue abierta. Los científicos no han podido aclarar si el «hobbit» era una versión reducida del Homo erectus, que habría llegado a esta isla vecina de Java hace millones de años, o si el Homo floresiensis que cazaba, fabricaba herramientas y utilizaba el fuego, era una especie por derecho propio.

«Por el momento, no se puede decir ni lo uno ni lo otro», señala Balzeau a AFP.



El Pensamiento Solidario


La solidaridad considerada en forma general como la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos.

Se establece como uno de los principios básicos de la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social.

La solidaridad es uno de los principios de la filosofía social. Se entiende por regla general que, sin estos cinco principios, la sociedad no funciona bien ni se encamina hacia su verdadero fin.

Presentamos aquí el principio de solidaridad.
Origen del tèrmino. La palabra solidaridad proviene del…ver más…

Como ya veremos, la solidaridad e algo justo y natural; no es tarea de santos, de virtuosos, de ascetas, monjes, de políticos; es tarea de hombres.

Qué significa ser solidarios? Significa compartir la carga de los demás. Ningún hombre es una isla. Estamos unidos, incluso cuando no somos conscientes de esa unidad. Nos une el paisaje, nos unen la carne y la sangre, nos unen el trabajo y la lengua que hablamos. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de esos vínculos.

Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y aparecen entonces el lenguaje y la palabra. En ese instante sale a la luz todo lo que antes estaba escondido.

Fundamentos.
La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres.
Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido. 

Juan Pablo II lo expresa claramente. El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas.


Ética Y Sociedad


Si afirmamos que la conciencia y la moral fáctica, no han surgido de la nada, sino que se nutren siempre de un entorno social e histórico, habrá que indagar sobre la naturaleza lógica de equis determinaciones para aceptarlas, criticarlas o rechazarlas.

¿Por qué la moral que se dice o proclama como buena en cierta estimativa de la sociedad, no es la misma moral que se practica?¿Dónde están las fallas de este tipo de contradicciones?

"Por qué, siendo nuestra sociedad, en general, tan católica, en un gran sector de la población, actos tan reprobados en la conciencia moral cristiana, como el aborto y la corrupción practicados en amplios sectores de la población, hoy por hoy, florecen y se desarrollan en forma alarmante?¿Se debe acaso a que la moral cristiana se asume de palabra y no de hecho?¿Por qué tal moral, en muchos casos resulta estéril, al no resolver tan inmorales comportamientos de acuerdo con el sentir general?¿No será, más bien que se tendría que afirmar, que la relación moral- sociedad, es súper compleja y difícil y en consecuencia, debería estar en condiciones de plantear el problema ventilando unas relaciones múltiples, de sistema y subsistemas sociales, materiales, y culturales, que pueden ser capaces, si no de destruir, sí de reducir la marcada inmoralidad vigente en nuestra sociedad?.

La conducta moral, siempre es un hecho de la vida social: familiar, cultural, política, etc. Así, se puede afirmar que los individuos no inventan ni la sociedad ni su moralidad. El propio comportamiento individual, es determinado por la vida del hombre en sociedad; cultura, creencias, odios, amores, tienen su origen en el complejo de las diferentes prácticas sociales.

Un individuo fuera de la sociedad y de la historia, no se podría decir que actúa moral o inmoralmente. La moral y sus prácticas son un acontecimiento de los seres humanos que viven en sociedad, un individuo aislado, el ejemplo de Robinsón Crusoe, no se podría decir que actúa bien o mal, ya que no habría quien lo dijera.


La realidad es que no sería posible vivir en una sociedad y al mismo tiempo, no pertenecer a ella.

Cuando Sueña La Conciencia


Aquello que llamamos Conciencia ordinaria de vigilia duerme profundamente. La Conciencia ordinaria de Vigilia se relaciona con los cinco sentidos y el cerebro. La gente cree que sí tiene Conciencia despierta y eso es falso, la gente vive en el sueño más profundo. Por lo tanto, Conciencia es Sabiduría, fundamento de lo que en verdad es.

La Conciencia, mientras esté embotellada por el Ego, no puede despertar. Así que nos podemos atrever a decir, sin temor a equivocarnos que la humanidad actual tiene la Conciencia dormida.

Una persona puede llegar a ser muy intelectual pero esto no lo garantiza que su Conciencia esté despierta. Se sabe relacionar muy bien con el mundo en que anda, pero está muy mal relacionada con el mundo en que vive, o sea su cuerpo físico, su mente, su psiquis.

Es necesario saber que la humanidad vive con la Conciencia dormida. La gente trabaja soñando. La gente anda por la calle soñando. La gente vive y muere soñando.

Cuando hemos llegado a la conclusión de que todo el mundo vive dormido, comprendemos la necesidad de "despertar". Necesitamos el despertar de la Conciencia. Queremos el despertar de la Conciencia. El protagonista de esta terrible realidad es el obstinado Ego. El humano con respecto a su estado interior es una multiplicidad psicológica, una suma de yoes. Los ilustrados (ignorantes) de esta época tenebrosa, le rinden culto al "Yo" (el cual tiene embotellada nuestra Conciencia).

La causa del sueño profundo en que vive la humanidad es la fascinación. La gente está fascinada por todas las cosas de la vida. La gente se olvida de sí mismo porque está fascinada. El borracho en la cantina está fascinado por el alcohol, el local, el placer, los amigos y las mujeres. La mujer vanidosa está fascinada ante el espejo por el encanto de sí misma. El rico avaro está fascinado por el dinero y las propiedades. El obrero honrado está fascinado en la fábrica por el duro trabajo. El padre de familia está fascinado por sus hijos.

La gente sueña en todo aquello que la fascina.
Todos los seres humanos están fascinados y sueñan profundamente.

Si uno no cometiera el error de identificarse tanto consigo mismo, la autoconsideración interior sería más que imposible. Cuando uno se identifica consigo mismo , se quiere demasiado, siente piedad por sí mismo, se autoconsidera, piensa que siempre se ha portado muy bien con fulano, con sultano, con la mujer, con los hijos, etc., y que nadie lo ha sabido apreciar, etc.

Debemos no identificarnos jamás con las cosas porque así es como cae uno en la fascinación y en el sueño de la Conciencia.

La observación de las cosas sin identificación nos permitirá conocer los procesos de la codicia, del apego, la ambición, etc.


La observación sobre los lugares nos permitirá conocer hasta dónde llegan nuestros apegos y fascinaciones en relación con los lugares diversos.

lunes, 24 de septiembre de 2018

El Mal De Nuestro Tiempo


Leyendo a Nietzsche, más concretamente su obra póstuma La voluntad de poder, en ese canto agónico de un alma a las puertas de eso que llamamos postmodernidad, se entiende mejor el mal de nuestro tiempo.

Allí donde crece el bienestar, la seguridad material, el confort, la vida burguesa pautada de un modo férreo por las instituciones y las obligaciones, donde el trabajo se convierte en una pesada losa, que nos agota y nos roba el tiempo vital, crece el desencanto del alma, una innegable inquietud y melancolía.

Ese desencanto del alma tiene su reflejo en una rebeldía del cuerpo y sus instintos, tan acorde siempre con el alma. Un cuerpo sedentario, alcoholizado, castigado por un culto al cuerpo desmedido, arrítmico, enfermizo. Todo ese malestar se refleja en la prensa, en nuestros medios de comunicación, en los que la mentira se ha asentado ya con un cinismo alarmante, donde la verdad ha sido destronada y yace en el olvido.

Esa misma inquietud recorre los hogares, los lechos conyugales, las relaciones de amistad, carcome la conciencia de los amantes pasajeros y temporales. El hombre contemporáneo se siente mal, inquieto, profundamente insatisfecho.

Cuando llega a la madurez de la vida quiere cambiar, rehacer el camino. Busca entonces en las viejas religiones algo olvidado en el camino de la vida, algo de importancia sin igual, para desalojar a ese huésped inoportuno, que se ha adueñado de la vida de la humanidad en estos tiempos.

Cuando uno encuentra a alguien profundamente feliz, que sabe lo que quiere, que está satisfecho y contento con su vida, la gente desconfía, intenta ver los dobleces, descubrir donde radica la mentira. La felicidad se encuentra bajo sospecha; la seguridad y la certeza de las vidas nobles es mirada con terrible suspicacia.

¿Por qué esta inquietud que corroe nuestras vidas actuales? ¿De dónde nace este malestar de nuestra cultura? ¿A qué se debe este profundo descontento de nuestra alma y de nuestros cuerpos? A mi modo de ver, se ha perdido la conexión con las verdaderas raíces de su ser.

Nos hemos convencido con ese espíritu de la angustia y el temor de que somos malos y perversos, de que nada bueno puede salir de nuestras manos. El hombre actual ha perdido su fe en el bien, en la bondad del hombre, en el radical convencimiento de que el hombre apetece más el reino de la bondad, la dádiva del dar gratuitamente, de saberse amado incondicionalmente, de gozar de una amistad sana y sincera, de ese mirar orgulloso del que goza en el bien y que no teme el sufrimiento, que no hace gala del dolor y la desesperación, sino que sufre estoicamente, con ánimo confiado y gesto sincero.

Curiosamente cuando el hombre ha dejado de creer en Dios, ha dejado de creer en sí mismo, en su capacidad de bien y de bondad. Este, y no otro, es el mal de nuestro tiempo


El Estar Melancólico


La melancolía tiene poco de poético o evocador. Es un vacío sin forma, un anhelo del ayer que nos desdibuja por completo del presente. Pocos estados nos sumen en uno tan característico de quietud, de cansancio y agotamiento psicológico hasta el punto de ir dando forma a un subtipo de depresión muy característica que en muchos casos puede ser bastante grave.

Decía Víctor Hugo que la melancolía es la felicidad de estar triste. También Stendhal era de la opinión de que aquellos que se dedicaban a la escritura, la pintura o la poesía eran gentes propensas a la melancolía. Como vemos este estado emocional se ha relacionado desde siempre con ese impulso natural que conecta al ser humano con la creatividad. Con ese lado más virtuoso y profundo de nuestro ser que usa en beneficio propio la tristeza.

“La melancolía es una neblina cargada de tristeza que todo lo cubre”.
-H.G. Longfellow-

Sin melancolía se acaba la tinta solían pensar los románticos de aquella época. 

Sin embargo, lo que olvidaron nuestros artistas de estas épocas es que los griegos acuñaron este término para diagnosticar lo que hoy conocemos como depresión. 

Fue Hipócrates quien sugirió que la melancolía era un exceso de bilis negra, la cual mediaba para que la persona se sintiera desanimada, asustada, triste, etc.

Más tarde, Sigmund Freud fue quien empezó a profundizar en esta idea para darle una auténtica base clínica. La melancolía, por tanto, no es mera tristeza, no al menos ese estado catalizador capaz de hacer emerger nuestras musas. 

La melancolía es como esa metáfora cinematográfica que nos trajo Lars Von Trier en su conocida película. Un planeta llamado depresión que, de un momento a otro, puede chocar con nosotros para destruirlo todo.

Todos somos susceptibles de experimentar tristeza en un momento dado. De percibir ese vacío donde acude la nostalgia, donde se introducen los recuerdos del ayer que nos hacen ver el presente con un halo de pesadumbre. Ahora bien, generalmente estos estados son puntuales y limitados en el tiempo. Es más, los psicólogos nos recuerdan que aunque la tristeza tenga a menudo un efecto de halo (todo parece cubrirlo) suele permitir espacio para otros afectos, pensamientos y motivaciones.

Ahora bien, cuando la melancolía se instala en nuestras vidas, no deja rincón alguno para nada más. La persona deja de experimentar placer, curiosidad, interés… Es más, Silber, Rey, Savard y Post (1980) definen el estado melancólico como “inaccesibilidad afectiva”. Es decir, la persona presenta una clara imposibilidad para experimentar cualquier tipo de afecto, incluida la tristeza. 

Lo que hay en realidad es una completa alteración de la emocionalidad.
Por otro lado, cabe señalar algo aún no menos importante. En la nueva edición del DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) la melancolía aparece descrita como un subtipo de depresión mayor. 

Hay quien no está de acuerdo con esta clasificación y prefiere verla como un desorden afectivo identificable y separable de esta. Sea como sea, debemos tener claro que estamos ante un trastorno depresivo con una serie de características bastante claras. 

La principal característica de la persona con melancolía es la incapacidad para experimentar afectos. No hay disfrute, no hay interés, no hay tampoco esa emocionalidad asociada a la tristeza donde puedan producirse las lágrimas o la expresión del malestar. La melancolía es quietud, es vacío y un anhelo permanente de algo que la persona no puede definir.

Asimismo, también se evidencia retardo psicomotor, dificultad para pensar, agotamiento físico y mental permanente.

Otra característica común es la incapacidad para explicar su estado, para conectar con su realidad interna y poder comunicar con palabras qué le ocurre, qué siente.

Por último, un hecho que suele diferenciar a la depresión melancólica de otras depresiones es la incapacidad para pensar. En otros trastornos depresivos los pacientes experimentan un gran número de pensamientos nerviosos, obsesivos y desgastantes donde no faltan sin duda las ideas suicidas. En la melancolía esto último no sucede.


En palabras del psicólogo Giovanni Stanghellini, “si la depresión mayor es un naufragio con espectador, la melancolía se asemeja a un naufragio sin espectador”. Es decir, mientras el depresivo suele buscar un significado a su depresión, la persona melancólica está confinada en sí misma y no ve ni siente nada.

Fluye Con La Vida


“En lugar de ir contracorriente y enfrentarte a la vida ¿por qué no dejas que esta te lleve por su sendero y aprendes de cada una de las enseñanzas que te tiene preparadas?”

La vida fluye, pero a veces intentamos agarrarla con fuerza para así poder controlarla y que vaya por el sendero que, en un vano intento, le dictamos.

Cuando surge algún imprevisto, algo inesperado, somos injustos y nos rebelamos contra ella. Le echamos toda la culpa encima con frases como “¿qué he hecho yo para merecer esto?” y nos volvemos víctimas de algo ante lo que teníamos determinadas expectativas.

Como bien sabemos, las expectativas son increíblemente negativas. La mayoría de las veces no se cumplen, por lo que caemos en un derrotismo y en una sensación de decepción y fracaso que nos llevan a lo más hondo.

La vida no requiere de órdenes, sino de confianza en ella
Desear controlar la vida es un sinsentido. Sin embargo, parece que es una forma de actuar por nuestra parte casi por inercia.

Cuando todo va bien, genial. Sin embargo, cuando todo va mal empezamos a hacernos las víctimas, en vez de sacar las garras y envalentonarnos para superar lo que se nos viene encima.

La vida no es fácil. Tenemos la creencia errónea de que para ser feliz todo nos debe ir bien, no obstante, ¿no es eso un poco codicioso?

Todo se compone de momentos buenos y momentos malos. Ambos sirven para algo, aunque unos nos hagan sentir mucho mejor que otros. Sin embargo, hay que decir que es una cuestión de perspectiva.

Un fracaso no tiene por qué hacernos desistir de nuestros intentos por llevar a cabo algo que nos hace mucha ilusión.

Lejos de eso, puede ser una oportunidad para mejorar, para madurar y para aprender de todo aquello que no hemos hecho bien.

Una relación tóxica no es un motivo para rechazar el amor y renunciar a él.
Puede ser una oportunidad para aprender a ser más selectivos y para quitarnos la venda de los ojos, fruto de nuestras expectativas, lo antes posible.

¿Vas a seguir dándote cabezazos contra la pared cuando la vida te diga “por aquí no”? No te victimices ante una situación, porque quizás lo que se te quiere decir es que te pongas en marcha en otra dirección.

Deja de culpar a las otras personas de lo mucho que te hacen sufrir, quizás eres tú quien lo está permitiendo, quien no es capaz de cortar relaciones y alejarse de quien no le conviene.

Vives tu vida en piloto automático, por eso no eres capaz de captar todo lo que ella te dice a cada paso que das.

Ella te da las indicaciones precisas, aunque no sean aceptadas de la mejor manera por ti. Pero te las da, ¡abre los ojos! Ahí están…

Nos esforzamos por relaciones que no valen la pena, nos llenamos de quejas en vez de ponernos en marcha, arrastramos un victimismo que nos hace considerarnos víctimas cuando no es así.

¿Por qué no empezamos a fluir con la vida?
Dejemos de rechazar todo lo negativo que nos venga encima y empecemos a verlo como una ocasión perfecta para elegir otra dirección.
A veces, estamos tan cómodos en nuestra zona de confort que perdemos la perspectiva, ¡odiamos los cambios! Sin embargo, estos son necesarios.

No serás capaz de hacerlo si te vas por la vía fácil, la de quejarte, la de negar y rechazar todo lo que se te viene encima.

Fluye con la vida, déjate llevar y no temas a lo que pueda pasar. Cuando menos te lo esperes, sucederán cosas maravillosas que jamás habrías esperado.


Aunque No Nos Guste


El cada vez mayor uso de celulares inteligentes se ha convertido en el gran enemigo de redes sociales como Facebook, acostumbradas a colocar su publicidad a un lado del muro de noticias, espacio que desaparece tan pronto uno accede desde un dispositivo móvil.

Es por ello que en el último año la red social se vio forzada a incluir anuncios directamente en el muro de noticias, arriesgándose a ser objeto de la ira de los usuarios, o peor, a que decidan frecuentar cada vez menos la red.

Conscientes de ello, parece que las redes sociales ensayan cuál es la mejor "fórmula mágica" para insertar anuncios en la medida justa.

Es por ello que en el último año la red social se vio forzada a incluir anuncios directamente en el muro de noticias, arriesgándose a ser objeto de la ira de los usuarios, o peor, a que decidan frecuentar cada vez menos la red.

Conscientes de ello, parece que las redes sociales ensayan cuál es la mejor "fórmula mágica" para insertar anuncios en la medida justa.

"Muy pronto empezaremos una pequeña prueba que permitirá a los anunciantes promocionar sus páginas a gente más allá de sus seguidores en el muro de noticias", dijo recientemente la portavoz de Facebook Annie Ta en un correo electrónico a la publicación tecnológica Mashable. "Estos anuncios aparecerán tanto en el computador de mesa como en el celular".

Facebook lleva incluyendo publicidad en el muro de noticias desde el mes de enero, pero estos anuncios aparecían en función de los amigos que ofrecían un "me gusta" a determinada compañía.

Ahora la nueva medida, dijo Annie, "facilitará a las empresas llegar a más gente".

Para Facebook recuperar la confianza de sus anunciantes es vital en un momento donde el valor comercial de la red social está en tela de juicio, a juzgar por la evolución en bolsa de sus acciones, que pasaron de tener un valor de US$38 por acción en mayo a los actuales US$20,74.

El motivo de esta baja es que empresas y reportes han puesto en duda la efectividad de la publicidad en la red social, y no sólo porque ésta desaparezca del mapa con los dispositivos móviles.

Poco antes de que saliera a bolsa en mayo, una encuesta de AP-CNBC observó que el 83% de los encuestados "casi nunca" o "nunca" abrían la publicidad en Facebook. Poco después empresas como General Motors retiraban su publicidad en la red.

Por su parte, una investigación de la BBC cuestionó la autenticidad de los "me gusta" que tanto ansían las empresas para promocionar sus productos en la red.
Para contrarrestar esta situación, Facebook no sólo planea incluir publicidad en el muro, sino que también ensaya el uso de estrategias como la llamada "Mobile Ads for Apps"(publicidad para aplicaciones).

Con este último recurso, la red permite a los desarrolladores de aplicaciones el anunciarse en la red social y a los usuarios adquirir sus apps de forma sencilla.
"Nos sostenemos gracias a los móviles", admitió Costolo durante una conferencia organizada por The Economist el pasado mes de junio en San Francisco, Estados Unidos.

"Tenemos una plataforma de avisos que ya es inherentemente idónea para móviles, pese a que lanzamos nuestra plataforma en la web y comenzamos a usar avisos en móviles recientemente".

Tal y como explicó a la BBC el portavoz de ASA, Matt Wilson, usuarios, empresas, redes sociales e incluso los reguladores están inmersos en un proceso de adaptación en un contexto mediático sin precedentes.

"Este es un territorio relativamente nuevo para nosotros como reguladores", le dijo Wilson a BBC.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Recuerdos Y Olvidos


“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”: Gabriel García Márquez.

La Universidad Icesi llevó a cabo la segunda versión del Brain Festival que se encuentra enmarcada dentro del Brain Awareness Week, auspiciado por la Fundación DANA y que se celebra en diferentes lugares del mundo desde 1996. Este año se dedicó toda una semana a aumentar el nivel de conciencia que se tiene sobre el funcionamiento de la memoria y a desentrañar algunos mitos y realidades sobre ella.

No se nace o se tiene buena memoria, las grandes memorias se educan. Esa es una de las primeras premisas abordadas. El proceso de recordar consta de tres etapas: prestar atención, concentrarse profundamente y ser capaz de identificar por qué algo es importante para nosotros.

Algunos neurólogos y psiquiatras han acuñado la siguiente frase: “Si queremos vivir una vida memorable, debes ser el tipo de persona que recuerda recordar”.

La neuropsicóloga Beatriz Ospina afirma que la evolución del cerebro ha sido un proceso de más de 14 millones de años en los que este órgano se plegó y desarrolló zonas especializadas capaces de subordinar procesos, donde existe un procesamiento inconsciente automático y un procesamiento simultáneo de información. “Lo que se ejecuta en el plano inconsciente es lo más importante”, aseguró.

Quizás hay una pregunta que la mayoría de personas se hace durante sus procesos de aprendizaje, ¿cómo hacer para tener buena memoria y recordar fácilmente lo que se aprende?

En palabras de Ospina, “generarse preguntas es una buena forma de llegar al núcleo de lo que se quiere y de recordar con mayor facilidad”. Expertos en el tema de la memoria y el funcionamiento del cerebro manifestaron que entre las consultas más frecuentes no sólo está cómo recordar sino cómo hacer para no olvidar.

Por lo general las personas piensan que olvidar es un problema y cuando se habla de sucesos relevantes o información importante para el desarrollo de la vida sí es una dificultad, pero en muchas ocasiones “olvidar es un privilegio intelectual”. “A los neurólogos nos buscan frecuentemente para prevenir o tratar los olvidos, pero quisiéramos ofrecerle tanto al individuo como a la sociedad estrategias terapéuticas de olvido para esas situaciones donde tal vez tanta memoria sea una trampa innecesaria y un obstáculo para la conciliación y el perdón”, reflexiona Jorge Luis Orozco, jefe de Neurociencias de la Fundación Valle del Lili.

“Todas nuestras conductas o procesos usan diferentes formas de memoria, desde aquella necesaria para la supervivencia de la especie hasta las formas frágiles de memoria reciente que usa el ser humano para resolver la vida cotidiana”, agrega Orozco.

Para el especialista, cuando se habla de memoria “se habla de estrategias que permiten anticipar y generar procesos más eficaces con un alto rendimiento de los sistemas cerebrales representados por circuitos y áreas funcionales de alta demanda evolutiva”.

Precisamente esa ventaja evolutiva hizo a la especie humana dominante y superior a las demás, ya que las estrategias de memoria de las otras especies nunca tuvieron como objetivo sobrepasar los límites necesarios y suficientes para la supervivencia.

Desde el psicoanálisis la pregunta freudiana no es ¿qué es la memoria?, sino ¿en qué forma se conservan los recuerdos y qué hay en el olvido para que sea digno de ser olvidado? El psicoanalista Rodrigo Solís asegura que en tanto sea posible sostener la hipótesis de la existencia del inconsciente, la memoria se nutre de las representaciones psíquicas de lo vivido o de lo percibido y que evocan la experiencia vivida.

“El recuerdo, así como el olvido nunca son fenómenos puros, pues siempre somos selectivos al recordar y olvidar lo que hicimos. Cualquier situación vivida hoy puede activar un recuerdo de la infancia que se ha desalojado de la conciencia. La memoria no es un archivo cronológico, por ello se olvida lo más importante y se recuerda lo trivial”, agrega Solís.

Yoseth Ariza, médico y profesor de la Universidad Icesi y uno de los organizadores del Brain Festival comenta que uno de los objetivos del evento era romper mitos y aprender un poco más sobre ese término tan complejo llamado memoria y destaca las siguientes conclusiones:

- La memoria no es un don, sino algo que se debe educar. Muchas cosas cambian, pero el cerebro sigue necesitando las mismas tres cosas: atención, concentración profunda y dotar de significado para lograr la construcción de los recuerdos.

- Es importante hacer conscientes a las personas de la importancia del cerebro y cómo éste funciona. Este importante órgano es el que nos conecta con la vida, da sentido a todo lo que nos rodea, brinda identidad y es la memoria de la sociedad.