“En lugar de ir contracorriente y enfrentarte a la vida ¿por
qué no dejas que esta te lleve por su sendero y aprendes de cada una de las
enseñanzas que te tiene preparadas?”
La vida fluye, pero a veces intentamos agarrarla con fuerza para así poder controlarla
y que vaya por el sendero que, en un vano intento, le dictamos.
Cuando surge algún imprevisto, algo inesperado, somos
injustos y nos rebelamos contra ella. Le echamos toda la culpa encima con frases como “¿qué he
hecho yo para merecer esto?” y nos volvemos víctimas de algo ante lo que
teníamos determinadas expectativas.
Como bien sabemos, las expectativas son increíblemente
negativas. La mayoría de las veces no se cumplen, por lo que caemos en un
derrotismo y en una sensación de decepción y fracaso que nos llevan a lo más
hondo.
La vida no requiere de órdenes, sino de confianza en ella
Desear controlar la vida es un sinsentido. Sin embargo,
parece que es una forma de actuar por nuestra parte casi por inercia.
Cuando todo va bien, genial. Sin embargo, cuando todo va mal
empezamos a hacernos las víctimas, en vez de sacar las garras y envalentonarnos
para superar lo que se nos viene encima.
La vida no es fácil. Tenemos la creencia errónea de que para
ser feliz todo nos debe ir bien, no obstante, ¿no es eso un poco codicioso?
Todo se compone de momentos buenos y momentos malos.
Ambos sirven para algo, aunque unos nos hagan sentir mucho mejor que otros. Sin
embargo, hay que decir que es una cuestión de perspectiva.
Un fracaso no tiene por qué hacernos desistir de nuestros
intentos por llevar a cabo algo que nos hace mucha ilusión.
Lejos de eso, puede ser una oportunidad para mejorar, para
madurar y para aprender de todo aquello que no hemos hecho bien.
Una relación
tóxica no es un motivo para rechazar el amor y renunciar a él.
Puede ser una oportunidad para aprender a ser más selectivos
y para quitarnos la venda de los ojos, fruto de nuestras expectativas, lo antes
posible.
¿Vas a seguir dándote cabezazos contra la pared cuando la
vida te diga “por aquí no”? No te victimices ante una situación, porque quizás
lo que se te quiere decir es que te pongas en marcha en otra dirección.
Deja de culpar a las otras personas de lo mucho que te hacen
sufrir, quizás eres tú quien lo está permitiendo, quien no es capaz de cortar
relaciones y alejarse de quien no le conviene.
Vives tu vida en piloto automático, por eso no eres capaz de captar todo lo que
ella te dice a cada paso que das.
Ella te da las indicaciones precisas, aunque no sean
aceptadas de la mejor manera por ti. Pero te las da, ¡abre los ojos! Ahí están…
Nos esforzamos por relaciones que no valen la pena, nos
llenamos de quejas en vez de ponernos en marcha, arrastramos un victimismo que
nos hace considerarnos víctimas cuando no es así.
¿Por qué no empezamos a fluir con la vida?
Dejemos de rechazar todo lo negativo que nos venga encima y
empecemos a verlo como una ocasión perfecta para elegir otra dirección.
A veces, estamos tan cómodos en nuestra zona de confort que
perdemos la perspectiva, ¡odiamos los cambios! Sin embargo, estos son
necesarios.
No serás capaz de hacerlo si te vas por la vía fácil, la de
quejarte, la de negar y rechazar todo lo que se te viene encima.
Fluye con la vida, déjate llevar y no temas a lo que pueda
pasar. Cuando menos te lo esperes, sucederán cosas maravillosas que jamás
habrías esperado.
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