Desde un punto de vista psicológico, el concepto de
identidad apela al sujeto viviente y concreto, es decir, para que haya
identidad es necesario que haya personas que la experimenten y la vivencien.
Desde este punto de vista, la identidad en tanto fenómeno psicológico, aparece
con dos dimensiones: 1º El conjunto de experiencias que conforman la vida de
cada cual o biografía personal o proceso de construcción del yo, A esto se le
puede denominar la “sustancia” de la identidad: aquello de lo cual está constituida.
La segunda dimensión se refiere a que todo ello implica un componente afectivo,
pues se ama lo que se vive, aquello que constituye nuestra querencia.
la aceptación de sí mismo y su correspondiente valoración y revalorización. El
componente afectivo significa amarse a sí mismo, autoestimarse y respetarse.
Esta dimensión afectiva es indispensable para cada persona, sin ella no es
posible vivir. Precisamente los enfermos mentales han perdido su identidad
original y su propia estimación; son alienados, es decir, no se encuentran a sí
mismos sino fuera de ellos, en el Otro. Por eso, los campesinos migrantes a la
urbe capitalina, al sentirse desarraigados de su mundo, se esfuerzan por
construir una nueva identidad, y lo hacen recogiendo los nuevos patrones
culturales pero conservando los antiguos.
El resultado es una nueva identidad,
en la que se han redefinido los elementos culturales tanto de los lugares de
origen como los del nuevo escenario urbano en el cual comienzan a vivir. A esto
Quijano le llamó “proceso de cholificación”, expresión que por supuesto no
tiene nada de peyorativa.
Pero la
identidad no es un fenómeno únicamente psicológico o personal. La identidad
rebasa los límites de lo puramente psicológico. Hay que comprenderla como un
fenómeno histórico, que se da en el plano de lo socio-político-cultural así
como en el plano de lo nacional, regional o subregional.
La
identidad cultural por ejemplo, quiere decir un conjunto de creencias, modos de
pensar, fines, valores, modo de percibir las cosas e inclusos concepciones del
mundo, que son comunes o compartidas por un conjunto de personas en un
determinado lugar.
El problema metodológico consiste entonces en cómo llegar a
saber las múltiples y complejas relaciones entre la interioridad individual y
los planos social político y cultural. Sabemos hasta hoy que lo psicológico es
la base sin la cual no puede existir identidad. Pero otra cosa es pretender
explicar lo social por lo psicológico.
Otra cosa muy distinta es pretender que
la identidad en tanto fenómeno socio-cultural es el resultado de una extensión
de lo psicológico individual, es decir, de la suma de las identidades
psicológicas. La identidad cultural no es la suma de las conciencias
individuales a pesar de que sin estas consciencias individuales la identidad no
puede presentarse.
Hacer esto supone una reducción de lo cultural a lo
psicológico. Pensar de esta manera implica pensar que primero y antes que todo
existe el hombre individual, aislado, y es esto hombre aislado es el que por
agregación, produce lo social. Pensar así es simplemente desconocer la
esencialidad del ser humano que es su carácter profundamente social. Lo social
en el hombre se hunde en las raíces más remotas de su proceso de evolución.
El
ser humano es el ser más social de las especies y en ello radica su poderío y
también su debilidad (porque el capitalismo está destruyendo lo social en el
hombre).
Lo que
quiero decir y para finalizar esta parte de la exposición es que si bien la
primera regla metodológica para comprender la identidad consiste, como lo hemos
indicado antes, en comprender las múltiples relaciones entre lo social, lo
político, lo cultural y lo individual, una segunda regla consiste en considerar
que, una vez aparecida la cultura, ésta determina la conformación de la
personalidad y por lo tanto, de la identidad.
Y una
tercera regla consiste en saber cómo, cada uno de nosotros, como personas
vivientes, podemos inter-venir en el escenario social, político y cultural
dentro del cual se da la identidad.
Las ideas
que aquí se han esbozado se detallan en las líneas que siguen. La identidad se
plantea a diversos niveles de realidad. Es una realidad psicológica, pero
también sociológica, histórica, social y cultural y política.
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