¿Qué significa ser hechos a imagen y semejanza de Dios? Nuestra humanidad es la huella divina en nosotros. Mirar al hermano como un semejante es descubrir en él la imagen de la divinidad. “Somos semejantes en los valores que nos hacen humanos”.
Y fuimos creados a imagen y semejanza… nos explica la
Biblia en sus primeras páginas. ¿Alguna vez meditamos, en profundidad, acerca
de las posibles interpretaciones de este versículo? Esa imagen que menciona el
texto sagrado, y esto es claro para mí, se refiere sin dudas a la imagen
que nosotros proyectamos. Porque en todos nosotros anida, creo, la imagen
de Dios, lo imaginamos como nosotros. Lejos está ese cliché pictórico de un
Dios anciano, etéreo y barbado, vestido con una túnica blanca y que comanda su
Creación desde una nube vaporosa en los Cielos (aunque a veces, a los efectos
prácticos y pedagógicos, podamos recurrir a esa construcción simbólica).
La imagen de Dios en nosotros es justamente nuestra
humanidad. Y al mirar de frente el rostro de nuestros semejantes, vemos
también la dimensión de lo divino. A aquellos que no quieran depositar aquí una
carga religiosa, les sugiero que se limiten, por ejemplo, a la mera simetría
de lo humano.
De este modo, más allá de nuestras diferencias (teológicas,
doctrinarias, ideológicas), todos podemos acordar que lo humano nos iguala.
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