La honestidad es una cualidad que define la calidad humana y consiste en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, de acuerdo con los valores de verdad y justicia.
En el sentido más evidente de la palabra, puede entenderse
como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las
personas.
Pero no siempre somos conscientes del grado en que está
presente en nuestros actos. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con
respecto a la honestidad de los propios hechos, obviando todas aquellas
visiones que pudieran alterar nuestra decisión.
En estos tiempos, cuando comentamos sobre la pérdida de
valores en algunos segmentos de la sociedad, es oportuno reflexionar acerca de
esa cualidad, que constituye ante todo una actitud hacia nosotros mismos.
Representa, sin dudas, una condición fundamental en las
relaciones interpersonales, para lograr la amistad y la auténtica vida
comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio.
Pero sucede que se ha perdido por estos días eso que
nuestros abuelos y padres llamaban dar la palabra, que no era otra cosa que
comprometerse a cumplir con algo acordado, sin necesidad de firmar un papel,
porque estaba de garante la honestidad.
Y es así como algunos presumen de ser muy cumplidores de la
palabra que dan a otros con respecto a hacer un trabajo y luego no lo cumplen,
o son reacios a pagar un préstamo, y también se muestran como personas
fanfarronas que especulan con bienes que en realidad no poseen.
Quienes son honestos se alejan de la pereza y cumplen sus
deberes, sin necesidad de dar pretextos o mentir para encubrir la falta de
responsabilidad.
Igualmente son fieles a sus promesas y compromisos por pequeños que puedan parecer.
Tampoco se dedican a alabar a las personas para conseguir su
beneplácito, ni siguen una doctrina o filosofía en la que no creen, solo por
pertenecer a un grupo o ser popular. Quien es honesto acepta cuando comete un
error o equivocación y no culpa nunca a alguien más por ello.
Estudiosos del tema señalan que la honestidad es uno de los
valores que más genera imagen, siendo por ello esgrimida como cualidad” por
aquellos que quieren ganarse el favor de los demás
.
Resulta oportuno aclarar que no consiste solamente en la
franqueza o la capacidad de decir la verdad, sino en asumir que la verdad es
solo una y que no depende de personas o consensos.
Requiere por lo tanto un acercamiento a la verdad, no
mediatizado por los propios deseos.
El filósofo Sócrates fue quien dedicó en la antigüedad
mayores esfuerzos al análisis del significado de la honestidad.
Posteriormente, dicho concepto quedó incluido en la búsqueda
de principios éticos generales que justificaran el comportamiento moral.
Un individuo honesto es el que actúa y habla de conformidad
con lo que considera correcto, pero no hace de tales actuaciones un escenario
teatral para ser reconocido por los otros.
Los buenos o malos sentimientos y cualidades no nacen con
las personas, se forman mediante un proceso educativo que debe comenzar desde
edades tempranas, y en el cual el ejemplo y la actitud de la familia son
factores principales para lograr individuos sensibles.
Así, cada uno valorará lo que le corresponde y actuará basándose
en sus propios principios.
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