La solidaridad considerada en forma general como la
determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir,
por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables
de todos.
Se establece como uno de los principios básicos de la
organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del
valor de la organización social.
La solidaridad es uno de los principios de la filosofía
social. Se entiende por regla general que, sin estos cinco principios, la
sociedad no funciona bien ni se encamina hacia su verdadero fin.
Presentamos aquí el principio de solidaridad.
Origen del tèrmino. La palabra solidaridad proviene del…ver más…
Como ya veremos, la solidaridad e algo justo y natural; no
es tarea de santos, de virtuosos, de ascetas, monjes, de políticos; es tarea de
hombres.
Qué significa ser solidarios? Significa compartir la carga de los demás. Ningún hombre es una isla. Estamos unidos, incluso cuando no somos conscientes de esa unidad. Nos une el paisaje, nos unen la carne y la sangre, nos unen el trabajo y la lengua que hablamos. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de esos vínculos.
Qué significa ser solidarios? Significa compartir la carga de los demás. Ningún hombre es una isla. Estamos unidos, incluso cuando no somos conscientes de esa unidad. Nos une el paisaje, nos unen la carne y la sangre, nos unen el trabajo y la lengua que hablamos. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de esos vínculos.
Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y
aparecen entonces el lenguaje y la palabra. En ese instante sale a la luz todo
lo que antes estaba escondido.
Fundamentos.
La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres.
Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la
verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la
persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.
Juan
Pablo II lo expresa claramente. El ejercicio de la solidaridad dentro de cada
sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como
personas.
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