viernes, 14 de septiembre de 2018

Ganando Espacios


La raza humana está en riesgo de desaparecer por el desarrollo de la inteligencia artificial -como lo advirtió el astrofísico fallecido Stephen Hawking-, no debiera preocupar que los trabajadores estén temerosos de perder sus empleos por la incursión de los robots en el mundo de las empresas. Pero el primer escenario es ciencia ficción, no así la mayor incursión de las máquinas ‘inteligentes’ en fábricas, bancos, medios de comunicación, aerolíneas, hoteles, hospitales, estudios jurídicos, empresas de transporte y hogares, lo que podría incluso cambiaría el trabajo doméstico. Este escenario ya es una realidad, pero no significa que el hecho de utilizar más robots cause automáticamente mayor desempleo. Siempre dependerá de cómo se gestione la inteligencia artificial, qué se haga para reeducar a los actuales trabajadores y cómo se forme a los niños y jóvenes para un mundo más digitalizado.

Por ahora hay varias razones para tener cierto optimismo. Por un lado, la actual revolución industrial no es más que una nueva versión de aquella registrada en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las máquinas cambiaron la forma de trabajar. Si bien hubo empleos que desaparecieron a raíz de la incorporación de las máquinas, otros se crearon y el mundo mejoró. Por otro lado, hay ejemplos en Europa y Asia que matizan el impacto negativo que puede tener la automatización en el mercado laboral.

En Alemania, la densidad de robots en la industria manufacturera es la tercera más alta del mundo y, sin embargo, las personas empleadas llegaron a 44 millones el 2017, la cifra más alta desde la reunificación alemana, según una nota publicada la semana pasada por infoPLC, un portal especializado en automatización industrial. En esta publicación también se menciona el reciente estudio del Centro de Investigación Económica Europea (ZEW), el cual revela que la rápida expansión de los robots industriales no ha hecho mella en las cifras de empleo, ya que paralelamente se crearon nuevas tareas para las personas. La presencia de robots en las empresas está creciendo y parece que no hay vuelta atrás. En el 2016, la densidad de robots en la industrias manufactureras fue de 74 unidades por cada 10 000 empleados, mientras el año previo fue de 66 unidades (ver infografía). Por regiones, la densidad fue mayor en Europa (99), seguida de América (84) y Asia (63) unidades.

La modernización de la producción está trasladando el trabajo peligroso, insalubre y monótono a las máquinas, dijo Junji Tsuda, presidente de la Federación Internacional de Robótica. En un período de cinco años, estas plazas de trabajo se redujeron 5%, pero fueron compensadas por nuevos empleos en otras áreas. En Alemania, el resultado neto fue un crecimiento del 1% en el empleo. Y las proyecciones de ZEW apuntan a que una mayor automatización y digitalización en la industria aumentará un 1,8% el empleo para el 2021. Este desempeño guarda relación con lo sucedido en la década de los 90, cuando el boom de las computadoras desplazó a los trabajadores enfocados en procesar datos. Pese al remezón tecnológico, entre 1995 y el 2011 el empleo aumentó 0,2% cada año.

Los fabricantes alemanes tienen tres veces más robots que las empresas de los EE.UU., y también emplean a más humanos, señaló a la revista Time Joe Kaeser, presidente de Siemens AG. Su compañía no es el mejor ejemplo de creación de nuevos empleos, pero muestra cómo operan las empresas en pleno auge de los robots. Kaeser contó que la planta de Siemens en Amberg se automatizó a lo largo de 25 años y lo que más cambió en este tiempo fue la productividad. La mano de obra sigue en alrededor de 1 200 trabajadores, pero la productividad aumentó en más de un 1 000%. La London School Economics hizo otro estudio sobre el uso de robots industriales en 17 economías desarrolladas, entre 1993 y 2007. La conclusión fue que la productividad mejoró un 15%, la mano de obra poco calificada cayó y los salarios aumentaron. Lo que ocurre en Alemania puede ser un referente para la Unión Europea y también para EE.UU., donde un nuevo estudio de McKinsey Global Institute señaló que debido a los avances en robótica, inteligencia artificial y aprendizaje automático, hasta un tercio de todos los puestos de trabajo desaparecerán antes del 2030.

De cumplirse esa proyección, 70 millones de trabajadores estadounidenses tendrían que encontrar nuevas ocupaciones. A escala mundial, el impacto oscilaría entre 400 millones y 800 millones de personas. Pero estas predicciones ignoran que la mayoría de los trabajos comprenden un conjunto de tareas, algunas de las cuales no pueden automatizarse, explica Stephen Groff, vicepresidente del Banco de Desarrollo de Asia. En una nota publicada a inicios de este año en el portal del Foro Económico Mundial, dijo que solo el 9% de los empleos en 21 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) están realmente en riesgo, según un estudio de 2016. Y la misma lógica se aplica a Asia. En Vietnam, la proporción de puestos de trabajo en riesgo se reduce desde el 70% previsto por la OIT a solo el 15% cuando se tiene en cuenta la gran economía informal. Además, tampoco se considera el efecto positivo de la automatización en otros sectores.

En la India podrían crearse 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo en el área de ventas en los próximos tres años, según un informe del mes pasado de la firma de personal TeamLease Services. Para que esto suceda, los países deberán destinar más recursos para capacitar y entrenar a sus trabajadores y empresarios, caso contrario corren el riesgo de quedarse rezagados en la carrera por el desarrollo tecnológico. La Unión Europea lo tiene claro.


Esta semana, la Comisión Europea pidió que los sectores públicos y privados inviertan al menos 20 000 millones de euros hasta el 2020 en inteligencia artificial. Parte de esos recursos serán para adaptar los programas educativos y formativos a las necesidades de este nuevo salto tecnológico, pues lo seguro es que se crearán muchos empleos, otros desaparecerán y la mayoría se transformará. 

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO 

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