La vida es una aventura en la que nos
desenvolvemos con pocas certezas, la mayor certeza es la de que algún día
moriremos, pocas son las situaciones que podremos dar por sentadas, por lo que
es vital que aprendamos a convivir con la incertidumbre, a todos nos
gusta sentir seguridad y confianza mucho más que sentir incertidumbre; nos
gusta saber que si hacemos o dejamos de hacer algo las consecuencias serán las
que pensamos y no otras; sin embargo, la vida no es tan exacta y, para bien o
para mal, nos sorprenderá en numerosas ocasiones.
Asumir que no se tiene todo bajo
control nos ahorrará bastantes ratos de angustia, es así, nadie puede
hacer que el futuro sea justo como había planeado, si hubiera que otorgar un
papel protagonista en nuestra historia, sería mejor dárselo a la esperanza en
lugar de a la incertidumbre, ningún sentimiento nos puede destrozar tanto como
regodearnos en la incertidumbre, esta se viste de inseguridad, miedo,
pesimismo.
Si cambiamos la incertidumbre por la
esperanza, tampoco tenemos por ciertos los resultados, pero estamos más
motivados para seguir en la lucha, ante la falta de seguridad, tú eliges qué
sentir: ¿incertidumbre o esperanza?, nadie sabe cómo va a ser su futuro,
hagamos hoy lo que esté en nuestra mano, pero no llenemos este día de miedo,
muchas veces nuestras decisiones se ven influidas por sentimientos como las
dudas, la desconfianza, la inseguridad o los celos, a veces cometemos errores y
nos comportamos indebidamente, para arrepentirnos después.
Los seres humanos, de forma absurda tratamos
de controlar de una u otra manera el futuro; por lo que estamos siempre
inmersos en “La Incertidumbre”, que es el hecho de no saber si lo que esperamos
de nuestras vidas se concretizará, o simplemente el no saber que nos depara el
mañana; este temor nos obliga a planificar, a planear cada paso de nuestra
existencia, cada decisión que debemos de tomar en la vida,
siguiendo normas y reglas enseñadas.
Las personas tendemos a ver en la
incertidumbre tan sólo algo negativo que muchas veces queremos evitar a toda
costa, cualquier cosa que rompa nuestra seguridad y que no podamos controlar
nos pone en alerta, como si tuviéramos que enfrentarnos a un enemigo, es una
lucha absurda, que únicamente nos desgasta puesto que la incertidumbre forma
parte del día a día de cualquier ser humano y es por tanto ineludible; el
futuro en sí mismo es pura incertidumbre y cada segundo que aún no hemos vivido
puede llenarse de cualquier acontecimiento, esperado o inesperado, es evidente,
que por mucho que nos preocupemos frente a esa inseguridad que nos ronda, no
vamos a solucionarla mejor; la cuestión no es resistirse a la incertidumbre
tratando de evitarla, por el contrario, la clave está en aceptarla como un
regalo de la vida que está lleno de potencialidad.
Cualquier cosa que decidamos hacer en nuestra
vida, necesita de un espacio de posibilidades que le permita existir en
ese futuro que aún está por construir, si no existiera incertidumbre, si todo
lo que tuviera que suceder estuviera previsto y determinado, si todo ya
estuviera construido, ¿qué espacio nos quedaría? ¿Dónde viviría nuestra
libertad de elegir?, agradezcamos a la vida el regalo de la incertidumbre.
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