El concepto de subdesarrollo, y sobre todo el de país
subdesarrollado, es un muy moderno. Aparece durante la descolonización, en los años 50. Existe la tendencia a
enfocar el problema del subdesarrollo como un dato estadístico y comparativo,
entre los países ricos y los pobres, por su renta per cápita o su producto interior bruto. Sin
embargo, no es lo mismo una sociedad no desarrollada que una sociedad
subdesarrollada.
Aquella es una sociedad no capitalista, sin los avances
tecnológicos propios de la sociedad occidental, pero perfectamente estructurada
y que responde a las necesidades de sus individuos y del medio. La sociedad
subdesarrollada tiene otros problemas, derivados de ser una sociedad
capitalista con un bajo de nivel tecnológico y una renta mal repartida. Pero,
además, es una comunidad que no responde a las necesidades de sus individuos,
que sufren altos índices de paro,
subempleo, delincuencia y marginalidad, y que tampoco responde a las
necesidades del medio, ni está en sintonía con él.
El concepto de subdesarrollo se divulga durante los años 60
gracias a los medios de
comunicación de masas, que lanzan
como problema el hambre en
el Tercer
Mundo, las guerras, las dictaduras, etc.
Durante los años 60 el
subdesarrollo se entiende como una consecuencia del bajo consumo. Por un lado
está subdesarrollado, o es pobre, el que no puede consumir; y por otro, la doctrina keynesiana vincula
el desarrollo y el crecimiento económico al consumo. Los niveles de consumo de
los países capitalistas desarrollados son un estadio de civilización al que
todo el mundo está abocado.
La crisis económica de 1973 puso
en duda que el desarrollo económico por el consumo fuese ilimitado, ya que los
niveles de consumo tenían un límite. Se hizo patente que las posibilidades de
supervivencia del sistema económico dependían de la buena distribución de la renta.
Las desigualdades aparecen cuando existe gran diferencia
entre el número de consumidores y la capacidad del aparato productivo. Esto se
traduce, a escala local, en las diferentes formas de posesión y uso de los
recursos, y de los medios de producción.
Los países subdesarrollados dependen industrial y
económicamente de los desarrollados. Son estos los únicos capaces de acumular
capital a costa de los recursos ajenos. La inversión en un país subdesarrollado
tiene como objeto obtener unos beneficios, y por lo tanto detraer capital de la
zona. Los canales de comercialización de los productos están en manos de los
países desarrollados. Es aquí donde mayores capitales se acumulan, ya que
tienen la función de poner en el mercado los artículos.
Estas características son, frecuentemente, explicaciones, y
excusas, de porqué un país está subdesarrollado.
En primer lugar, sus habitantes apenas disponen de lo
necesario. El concepto de lo necesario se amplía en la sociedad capitalista de
consumo de masas. Es la vieja teoría que vincula el desarrollo y el consumo con
el crecimiento económico. Es un concepto relativo que se amplía con el
desarrollo económico.
Otra característica es la subproducción de
tipo capitalista. Los recursos no están aprovechados. Según esto, sólo es
posible producir en fábricas al modo capitalista, consumiendo los recursos de manera predadora.
Pero el concepto de recurso es algo que cambia con la tecnología, y las
posibilidades que tiene una sociedad para utilizarlo.
Otra de las características de los países subdesarrollados
es su alto crecimiento
demográfico, debido a causas endógenas.
Existe la creencia de que las altas tasas de incremento de la población impide
el desarrollo económico. Esto, que puede ser cierto a escala familiar o en el
corto plazo, no lo es a escala nacional, ya que una masa de población grande
garantiza una mano de obra abundante y barata, que, además, es consumidora. Si
la población es mayoritariamente dependiente, o está en el paro, se debe a los
bajos niveles de inversión, y no a los altos índices de población.
Otra de las características de los países subdesarrollados
es la dependencia
económica del
mundo desarrollado, en un nuevo tipo de colonialismo, neocolonialismo, según el cual la inversión industrial
y los canales de comercialización del producto están en manos de los países
ricos, frecuentemente las antiguas metrópolis. La reducida inversión implica
unos bajos índices de industrialización, que además depende del exterior, y
que, en última instancia, se lleva los beneficios del capital y las horas
trabajadas.
Tras la crisis de 1973 los
países del Tercer
Mundo se
industrializan gracias a la política de desconcentración productiva de las
grandes multinacionales; que buscan en los países y los trabajadores del Tercer
Mundo condiciones más ventajosas: para las empresas, de contratación de la fuerza de trabajo, impuestos, etc. Esto implica la
total desarticulación de la economía tradicional, ya que las nuevas industrias
atraen a parte de la población activa y la convierte en proletariado industrial,
ajeno y desvinculado de la economía tradicional del país.
Otra de las características del Tercer Mundo es el intercambio
desigual de las mercancías. Ellos producen materias
primas y
compran productos elaborados de
alto valor añadido.
Esta situación está cambiando con la nueva industrialización de los países del
Tercer Mundo, aunque no son ellos quienes se llevan los beneficios.
Según esto, existen unas características
tópicas de
lo que es un país subdesarrollado: insuficiencia alimentaria, déficit social,
analfabetismo, recursos desatendidos o derrochados, elevado porcentaje de
agricultores, escasez de clase media consumista, incompetencia industrial,
hipertrofia del sector terciario, bajo PIB,
desempleo, subempleo y trabajo infantil, subordinación económica, desigualdades
sociales internas acusadas, crecimiento demográfico, persistencia de la
miseria, etc.
Todas estas características son valoradas comparativamente
con los países desarrollados. Pero esta concepción de lo que es un país
subdesarrollado ha quedado desfasada, ya que se han desarrollado unos procesos
de industrialización, alfabetización, caída del crecimiento demográfico de la
población, y de descenso de la producción y la productividad agrícola, que
hacen temblar estos criterios.
En realidad, estas características de los países
subdesarrollados son los efectos que
una economía subdesarrollada produce en una población, no las causas. Son fruto
de la desigualdad intrínseca que introduce el sistema capitalista, que tiende a
acumular capital en unos países detrayéndolos de otros.
Si analizamos atentamente las sociedades de los países
capitalistas podemos encontrar grupos de población que tienen las mismas
características que las de los países subdesarrollados, es el llamado cuarto mundo, la única
diferencia es que en los países del Tercer Mundo esta población adquiere el
carácter de endémica, ya que están alejados del centro capitalista, y que
tienen unos canales de distribución de la riqueza malos y escasos.