Si nos
preguntamos la importancia de la palabra escrita, nos podríamos remontar a Jean
Paul Sastre, Premio Nobel de Literatura, que en su obra “Las palabras” alude al relato
de su vocación por la escritura expresándolo como “vivir, es producir significaciones”,
es decir, el habla es la culminación de la expresión del significado, de los
sentidos, del arte de las palabras,
La escritura forma parte de la expresión, tal y como expone
Voltaire “la
escritura es la pintura de la voz”
de la palabra trasformada en arte, en expresión y por ello, en vida. Es por
ello, que los niños cuando se les pide que dibujen la memoria lo hacen sin
necesitar un ejemplo a imitar, dibujan lo que saben, no lo que ven. La base de
la expresividad se encuentra en preescolar, por ello se hace necesario inculcar
desde distintos ámbitos “el arte de la palabra escrita”, se hace necesaria la
conexión emocional con la palabra escrita, ya que en caso contrario carece de sentido.
Cuando un niño expresa lo que siente existen menos posibilidades de que lo
resuelva con el comportamiento, además conocemos cómo la ansiedad se relaciona
directamente con la probabilidad de actuación, es decir, si el nivel de
ansiedad del niño es alto su probabilidad de actuación también lo es, y
viceversa, ello muestra una relación significativa entre la palabra y la emoción.
Iniciarse en la escritura no es tarea fácil, implica un
nivel de planificación, edición, revisión, regulación y/o metacognición, que
pareciera digno de unos pocos, sin embargo hoy en día sabemos que este arte se
enseña y se aprende.
El arte de ponerse ante una hoja en blanco y dibujar lo
que se ve con el alma o con los sentidos, es el reflejo de las inspiraciones y
espiraciones, del flujo de la vida, de los vaivenes de los sentimientos con sus
momentos de compañerismo, y soledad, por ello, la ausencia de la escritura
denota significado, es como el silencio en una partitura de música, sin él, no
apreciaríamos el sonido que viene a continuación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario