Formamos parte de una sociedad materialista, completamente
desencantada del mundo en el que vivimos. Por eso en general solemos creer que
nuestra vida es un accidente regido por la suerte y las coincidencias. Es
decir, que no importan nuestras decisiones y nuestra acciones, pues en última
instancia las cosas pasan por «casualidad». Esta visión de la existencia nos
convierte en meras marionetas en manos del azar.
En paralelo, muchos individuos nos hemos vuelto
«nihilistas». No es que no creamos en nada. Simplemente «negamos cualquier
significado o finalidad trascendente de la existencia humana».
De ahí que
orientemos nuestra vida a saciar nuestro propio interés, tratando de escapar
del dolor y el malestar que nos causa llevar una existencia vacía y sinsentido.
Y lo hacemos por medio del placer y la satisfacción que proporcionan a corto
plazo el consumo y el entretenimiento.
Pero, ¿realmente la vida es un accidente que se rige de
forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar, consumir y divertirnos? ¿Acaso no
hay una finalidad más trascendente? Lo irónico es que la existencia de estas
creencias limitadoras pone de manifiesto que todo lo que existe tiene un
propósito, por más que muchas veces no sepamos descifrarlo. No en vano, creer
que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida refuerza nuestro
victimismo. Y pensar que la existencia carece por completo de sentido justifica
nuestra tendencia a huir constantemente de nosotros mismos por medio de la
evasión y la narcotización.
Es decir, que incluso estas creencias tienen su propia razón
de ser. No están ahí por casualidad, sino
que cumplen la función de evitar que nos enfrentemos a nuestros dos mayores
temores: el «miedo a la libertad» y el «miedo al vacío». Mientras sigamos
creyendo que nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir
eludiendo cualquier tipo de responsabilidad.
Y mientras sigamos pensando que
todo esto no es más que un
accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar la
respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?
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