jueves, 4 de octubre de 2018

El Transcurso Del Tiempo


Uno de los retos para la ciencia es entender qué es un lapso en sí mismo. La relación entre la percepción de un intervalo y las emociones es determinante. Aristóteles decía que sin movimiento, sin cambio, no hay tiempo.

Para los físicos, una de las nociones más fascinantes es la del tiempo, entendida como una magnitud física con la cual se mide la duración o separación de los acontecimientos.
     
Aunque parece claro el concepto, los científicos todavía debaten sobre su significado y sus implicaciones. Aristóteles fue el primero en abordar el tema al indicar que existe una relación entre tiempo y movimiento y, además, estableció que este es la medida del movimiento según el antes y el después. Más tarde surgieron los postulados de Issac Newton, quien lo concibió como algo absoluto, verdadero y matemático, que transcurre de manera bastante uniforme. Fue él quien introdujo la medición matemática del tiempo con ayuda de relojes.

Hoy en día, cuando pensamos en el tiempo, quizás lo primero que notamos es que este pasa demasiado rápido, quizás porque recibimos muchos estímulos nuevos y los cerebros tardan más en procesar la información, por lo que este pasa y no nos damos cuenta. La idea del tiempo, siempre arraigada en el ser humano Hay quienes afirman que la idea de que el tiempo pasa y se mueve está arraigada en el ser humano que se acostumbró a dividirlo en pasado, presente y futuro en un continuo fluir de los segundos. Para Albert Einstein, estas categorías de pasado, presente y futuro no son más que ilusiones..

Carlos Pesantez, estudiante de Física, explica que en realidad, este podría estar acelerándose, pero puntualiza que la clave está en cómo el cerebro lo percibe. Según precisa, el sentido subjetivo hace que cada individuo tenga una noción del pasado, del presente y del futuro y lo utilizamos para entender el curso y la duración de los acontecimientos, situarlos en su momento y generar expectativas sobre ellos.

Sobre este aspecto,  en un artículo de la revista Investigación y Ciencia, edición española de Scientific American, se pone énfasis en nuestra sensibilidad para percibir y responder al tiempo y señala que está implicada también en tareas mentales complejas, como pensar para solucionar problemas o tomar decisiones y planificar el futuro.

Además, la concepción del tiempo está atravesada por muchos factores externos e internos del organismo humano. Es así que este pasa con mayor rapidez cuando las personas disfrutan de un buen momento; están bien acompañadas, motivadas; cuando lo que hacen es interesante o están ocupadas en actividades placenteras. Las experiencias previas también influyen en nuestra percepción y eso ocurre cuando una película nos parece más corta al verla por segunda vez. 

En cambio, el tiempo transcurre con mayor lentitud y parece prolongarse cuando las personas atraviesan por momentos difíciles, esperan con impaciencia, tienen prisa, están enfermos y cansados o tristes.

Para explicar el concepto del tiempo hay un sinnúmero de teorías sobre el tema, como la denominada forward telescoping (telescopio de avance), donde se consideran los momentos más importantes, como el nacimiento de los hijos, la graduación de la universidad,  como hechos recién ocurridos.

Fausto Recalde, profesor de Física, indica que los momentos vividos forman parte de los recuerdos que se almacenan en la memoria y, según precisa, al rememorarlos se proyectan como diapositivas, lo que, a su vez, provoca la sensación de paso del tiempo. Lo más sorprendente es que no se requiere la existencia de escenas previas, porque, al parecer, todo está contenido en una suerte de diapositiva particular del Universo.

Los físicos también aseguran  que los seres humanos constatamos que transcurren los segundos, los minutos y las horas, porque vemos cambios en nuestro entorno.

El catedrático Fausto Recalde indica, además, que cuando aún somos pequeños, una visita a un museo, por ejemplo, puede parecernos una eternidad. ¿Qué ocurre cuando envejecemos? Una de las preguntas que más se plantean los científicos es por qué el tiempo parece transcurrir más rápido cuando envejecemos.

Este sentimiento no tiene una respuesta única y definitiva, pero sí hay algunas claves para entender lo que sucede. Hay teorías que sostienen que cuando somos jóvenes, la mayoría de las experiencias son nuevas, por lo que el cerebro codifica más información y, al mismo tiempo, genera la ilusión de que pasó más lentamente.

Además, cada año de vida que suma un individuo se hace menos importante a medida que avanza en edad, ya que representa una proporción menor de recuerdos en el cerebro.


Según la revista Vix, a medida que las personas envejecen, la velocidad de conducción nerviosa se reduce de manera significativa. Eso significa que los impulsos del cerebro están más separados. Un experimento sencillo al respecto es pedirle a una persona joven y a una mayor que cierren los ojos e informen cuando consideran que ha pasado un minuto. Los jóvenes suelen dar respuestas muy precisas —entre 55 y 65 segundos— y los adultos mayores suelen anunciarlo cuando pasaron 90 segundos. 

Si consideramos que las personas piensan que un minuto transcurre con mayor lentitud, probablemente ocurran más acontecimientos durante ese minuto irreal de su cerebro y, por lo tanto, sientan que el tiempo pasa más rápidamente.


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