lunes, 15 de octubre de 2018

Escuchar Antes De Opinar


Escuchar sin juzgar, ¡qué difícil!
Cada vez que escuchamos a alguien tendemos a chequear desde el primer segundo si las ideas que nos expresa están o no de acuerdo con nuestra forma de ver el mundo. En este momento, es cuando empiezan los problemas, porque estamos imposibilitando que nuestras neuronas espejo se centren en comprender al otro.

Al juzgar nos ocupamos de pensar en algo, en lugar de escuchar y empatizar con la otra persona.
Aunque es normal que un diálogo interno esté dentro de ti, de mí y de todos, en la escucha tenemos que saber parar este parloteo de nuestra mente y tenemos que estar allí para el otro. La forma de evitar juzgar a alguien ser consciente de este diálogo interno y ser capaz de aparcarlo a un lado para otro momento, por eso el mindfulness o atención plena está tan de moda en contextos empresariales, porque nos permite ventajas como esta, estar en el aquí y el ahora, contigo.

Los buenos negociadores son buenos porque consiguen que, al final y después de todo, una parte y la otra se hayan expresado, se hayan sentido algo entendidas y hayan podido obtener algo a cambio de la negociación que no habrían obtenido de otra forma.

Los mejores líderes de un equipo consiguen que en su equipo exista expresión suficiente, comprensión suficiente, ideas suficientes, y después de todo ello, un objetivo común que todos de alguna forma queremos alcanzar. También hay otros líderes, aquellos que no escuchan, que juzgan antes de que hayas terminado la primera frase, que callan voces, y que con el tiempo consiguen que existan grandes disfunciones dentro del equipo, la primera de ellas la ausencia de confianza: si no eres capaz de escucharme, tampoco no me puedo fiar de ti.

Sueño con un mundo en el que exista este tipo de comprensión profunda hacia las necesidades del otro. En el cual sea más fácil construir juntos porque ambos tenemos la necesidad de convivir y de crear. Imagino que muchos de nuestros conflictos actuales se acabarían diluyendo, porque no sería necesario el rencor, ni el odio, ya que habría aparecido un nuevo componente entre nosotros: el perdón.

Dice Mandela “el perdón libera el alma, por eso es un arma tan poderosa”.
Hace pocos meses que Mandela ya no está entre nosotros, muchas personas recuerdan que fue un gran conciliador. Pero pocos saben que creó para los verdugos que habían cometido crímenes en la época del Apartheid el Comité para la Amnistía en el cual se ofrecía amnistía a aquellas personas que confesaban sus crímenes. Puedes imaginar que se vivió mucho dolor entre familias de víctimas escuchando la confesión de sus verdugos, pero también hubo mucha reconciliación.

Es algo de lo que no se habla demasiado alto, no lo habrás escuchado en TV muchas veces, a muchos puede que no les convenga que algo así sea público, quizá no interesa tanto lo de reconciliarse. También para las víctimas se creó el Comité para las Violaciones de los Derechos Humanos. Me pregunto cómo sería ahora el mundo si consiguiéramos reconciliar a todas aquellas partes que están en conflicto.

Pero claro, para reconciliar hace falta escuchar… y eso…cachis… eso nos cuesta un poco más.


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