El entusiasmo como actitud es a la vida como el
alimento al cuerpo, y su consecuencia inmediata es el dinamismo que es el
responsable de la actividad constante y sostenida.
El entusiasmo se define como el cúmulo de pensamientos y emociones
positivas que generan un estado espiritual, mental, emocional y físico
dispuesto para buscar y recibir las mejores cosas que la vida nos ofrece.
Y así se produce en cada persona el dinamismo responsable del logro y obtención
de toda conquista legal, moral y ética.
Infortunadamente la sociedad en general se ha acostumbrado a
vivir en la ansiedad, el miedo, la prevención, la depresión y la melancolía
como el pan corriente de cada día. Por lo que el entusiasmo es considerado por
el adulto normal como una ingenuidad o utopía y por lo tanto los seres humanos
comunes experimentan muy poco dinamismo o sólo el necesario para sobrevivir en
una sociedad enferma y turbulenta.
A esto se une de forma dramática el papel de los medios de
comunicación, en especial el de los noticieros y novelas que bombardean
constantemente a las personas con
realidades aumentadas y deformadas de la vida y acontecimientos de otras
personas provocando o generando en las personas una programación mental de
escasez, ansiedad y prevención.
No estamos diciendo que hay que vivir en un mundo ideal e
ignorar los hechos lamentables que suceden cada día. Sin embargo hay que
diferenciar claramente el poder de elección que tiene cada persona para hacerse
la vida más difícil y hacérsela a otros. Razón por la cual los desastres y las
desgracias en situaciones donde no intervengan eventos de la naturaleza no
deben ser vistos como algo personal y constante, sino como eventos que muestran
los resultados de malas elecciones ajenas no de las propias en el pasado,
presente y futuro.
Esto puede ser fácil de decir en la teoría pero en la práctica es
un tema muy delicado y espinoso, pues por la información negativa que muchas
personas reciben a diario, y muchas de ellas lo hacen
convencidas de que pueden sustraerse a sus efectos se producen serios
trastornos inconscientes donde no sólo la persona sometida a esa dieta mental y
emocional constante de hechos y sucesos trágicos sufre mental y emocionalmente
con los problemas de otros sino que desarrolla en ella una actitud de tolerancia
a los problemas que invaden a la sociedad y como consecuencia trata de vivirlos
y reproducirlos en su realidad personal.
Considerar que estamos en este mundo para sufrir
constantemente y sufrir las malas elecciones y acciones ajenas es una patología
mental crítica que acorta la vida, las posibilidades y el derecho que tiene
todo ser humano para llevar una vida digna.
El entusiasmo y su consecuencia el dinamismo son un derecho
fundamental para vivir una vida de calidad no una vida de caridad como a la que
muchos se acostumbran. Y si bien es cierto que todos los días
podemos enfrentar retos y situaciones que pueden poner a prueba nuestra actitud
y condiciones internas para resolverlos, siempre se hará esto mejor desde una
actitud influida por el entusiasmo y el dinamismo, que desde el pesimismo, la
frialdad, la rigidez, la negatividad y la ansiedad.
El entusiasmo trae como beneficios entre otros:
La curiosidad: por ejemplo en los niños,
adolescentes y jóvenes vemos que su mente se haya embebida por la curiosidad y
la apertura a vivir con intensidad las nuevas experiencias. En cambio en el
adulto medio y mayor no es común este estado y todo se enmarca en una frontera
inconsciente donde casi todo es clasificado como algo visto o relacionado con
algo vivido por lo tanto la curiosidad es mínima y el entusiasmo por las nuevas
posibilidades bajo.
La creatividad: sin entusiasmo es imposible ser
creativo porque el generar soluciones a problemas y retos e innovar buscando
nuevas formas para elevar la propia calidad de vida se convierte en una pesada
carga que amilana al individuo y que instala la depresión en los pensamientos y
las emociones en lugar de abrir la mente al fantástico mundo de las
posibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario