Muchas veces nos encontramos atascados, atorados con
suficientes problemas personales los cuales en su momento creemos insalvables,
otras veces sólo nos contemplamos con el ojo del juicio y la autoflagelación,
lo que me hace recordar el lineamiento bíblico que nos invita a no juzgar.
Cuando
colocamos juicios en los hombros de otros o sobre los propios, además de
dañarnos preparamos el terreno para que nuestra vida se mueva de forma lenta y
conflictiva, de la misma forma emitir juicios hacia los otros
así como murmurar de otros crea para ellos y para nosotros formas de
energía que detienen nuestro proceso evolutivo, además de crear energías densas
a nuestro alrededor.
Esto nos lleva a la necesidad de analizar las formas como
nos expresamos de nosotros mismos, de nuestros seres queridos, así como la
forma como nos comunicamos con nuestro circulo de influencia, recordando que
toda forma de pensamiento, al igual que las palabras, son formas de densidad
que se aloja en nuestro cuerpo y crean para nosotros experiencias de vida.
La manera de contrarrestar el efecto del mal uso del verbo y
el pensamiento es aprender sobre la importancia y beneficios de la
autovaloración y el respeto propio. Amarse a si mismo es una actitud importante
para recobrar energía, la autoagresión y toda forma de no aceptación a si mismo
genera energías de baja frecuencia, las cuales favorecen enfermedades
degenerativas del sistema orgánico.
Querernos implica aceptarnos sin condiciones, sin castigos,
ni reprocharnos, ni mucho menos enjuiciarnos y torturarnos por los
errores cometidos en el pasado, debemos ser solidarios con nosotros mismos
desde el amor y la compasión.
Lo que en modo alguno implica la autocomplacencia, ni el
dejar de mejorar como individuos, respetarnos también implica aceptar la
responsabilidad por los hechos que ocurren en nuestra vida, el poder que
tenemos de construir nuestra vida, sembrar semillas de luz y aceptar los frutos
de nuestras acciones sin olvidar que estamos totalmente relacionados unos con
otros, así como recordar en todo momento que no existe formas de evadir las
consecuencias de lo que hacemos.
El amor y respeto hacia nosotros mismos, implica esta misma
condición para las otras persona y por supuesto para la naturaleza, ya que
somos interdependientes unos de los otros y definitivamente necesarios.
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