Las personas reflexivas analizan todo lo que les sucede y
cuanto ocurre a su alrededor. Observan el comportamiento de los demás, conocen
perfectamente su entorno y la forma de actuar de las personas que les rodean.
Saben escuchar con calma y no intervienen hasta que conocen la situación y
saben con claridad lo que desean decir o hacer.
Son personas que tienen control de sus emociones, no actúan
con precipitación ni con ligereza sino que meditan todas las decisiones que
vayan a tomar, analizan las diferentes alternativas, sus ventajas e
inconvenientes, y sobre ello deciden.
Todas sus actuaciones son fruto de una profunda reflexión,
meditan todo cuanto les acontece con detenimiento. Reflexionan no sólo sobre su
presente y las circunstancias actuales, sino también sobre su futuro y lo que
esperan de él, por lo que tienen objetivos claros y definidos.
Suelen ser personas introvertidas. Transmiten tranquilidad y
serenidad, y su opinión suele ser muy valorada por los demás. Aprenden de sus
errores, reflexionando sobre ellos y analizan el porqué de sus equivocaciones.
A través de la reflexión alcanzamos un mayor conocimiento y desarrollo personal. El conocimiento de uno mismo implica mirar hacia nuestro interior con actitud crítica y reflexiva. ¿El fin? Llegar a conclusiones que de forma objetiva y realista nos permitan conocer nuestras cualidades más importantes y los defectos que nos debilitan como personas.
Observarse a sí mismo y reflexionar sobre nuestros
sentimientos, emociones y actitudes, es muy importante para conocer mejor
nuestras reacciones en los diferentes momentos y situaciones de nuestra vida.
También ayuda a saber cómo nos puede afectar un determinado problema. Es
aprender a coger las riendas de nuestra vida, porque tenemos control sobre
nosotros y sabemos lo que buscamos y deseamos ser.
La reflexión nos ayuda a saber con mayor claridad cómo somos
y qué nos sucede. Es tratar de mirarnos desde fuera para saber con objetividad
lo que nos está ocurriendo. Así, por ejemplo, es diferente estar nervioso o
alterado dándote cuenta que lo estás, que estarlo sin saberlo.
Es decir, cuando uno es consciente de su estado de ánimo o
de sus sentimientos actúan en consecuencia, si uno está nervioso sabe que tiene
que actuar con precaución y tranquilizándose, porque su estado de ánimo le
puede hacer equivocarse en su forma de actuar o decir.
Las personas que distinguen claramente sus sentimientos son
más seguras e independientes y suelen salir de situaciones difíciles o estados
de ánimo negativos con más facilidad.
Todos podemos cambiar o mejorar nuestros hábitos y
costumbres. Para ello, hemos de poner empeño y voluntad. Aumentar nuestra
capacidad de reflexión o empezar a tener la costumbre de meditar, influirá de
forma muy positiva en nuestra vida.
Sugerencias para aumentar nuestra capacidad de reflexión:
- Debemos habituarnos a pensar antes de hablar y de actuar.
Nuestras palabras o actos deben ser el fruto de una reflexión previa y no de la
impulsividad. Tenemos que saber que cuando actuamos con impulsividad y sin
haber reflexionado, nuestros actos o palabras podrán perjudicarnos.
- Debemos buscar tiempo para pensar en nosotros. Hemos de
tener el firme propósito de lograr a diario un momento de tranquilidad y de
soledad, para poder pensar sobre nuestras ideas, emociones o acontecimientos.
Parar el ritmo frenético que la sociedad nos ha impuesto en nuestras vidas y
detenernos a pensar sobre nuestra propia vida y sobre nosotros, con el fin de
aclarar ideas y pensamientos.
- Es importante buscar una lectura que nos invite a la
reflexión, o pensar sobre un comentario, un argumento o una idea. No debemos
permitir que sucedan las cosas sin detenernos en ellas. Hay que obligarse a
pensar.
Con la reflexión se obtiene un mayor conocimiento de
nosotros y de nuestra realidad personal, damos respuesta a quiénes somos y lo
que hacemos en la vida. Por un lado, obtenemos un mayor conocimiento de nuestra
personalidad; manera de ser, rasgos principales de nuestro carácter, gustos,
preferencias, etc. y, por otro lado, tenemos más claro nuestros proyectos
personales, propósitos, objetivos y metas.
Las personas reflexivas tienen un mayor dominio de todas las
situaciones y de sí mismo, pues son observadores y conocen con bastante
exactitud lo que está sucediendo a su alrededor.
Son personas que suelen salir airosos de los conflictos o
problemas, ya que tienen una mente continuamente activa y saben resolver
situaciones complicadas, debido a su facilidad para analizar las situaciones y
a la gran capacidad de síntesis que poseen, resumiendo y concretado el estado
de cada situación por complicada que sea.
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