La ciudadanía intercultural
se rige por el principio de igualdad de oportunidades para ejercer
sus derechos y cumplir con sus deberes, sin tener que renunciar a su identidad
cultural. Los ciudadanos y ciudadanas interculturales contribuyen a la
construcción democrática con una dimensión equitativa y solidaria en los
ámbitos políticos, sociales, económicos y ambientales.
Para ello, hemos de
desarrollar competencias interculturales para el diálogo e intercambio que
generen un plano de convivencia efectiva, participativa e inclusiva entre los
miembros de los diferentes grupos culturales.
Este importante debate
abierto en nuestro tiempo se construye día a día con la participación de todas
y cada una de las voces desde sus respectivas singularidades, con el convencimiento
de que al final del trayecto lo más valioso de cada cultura nos habrá
transformado en una ciudadanía respetuosa, igualitaria, diversa y en un
continuo puente de dialogo, donde todas estemos en continúo debate y en construcción.
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