La compasión forma
parte de los humanos, pero la cólera y el odio también, creo que estas
emociones podríamos considerarlas secundarias, es decir, si tengo lo que
quiero, si estoy estable, si estoy bien, tengo emociones “buenas”, como la
compasión, el afecto y la generosidad, pero si me falta algo, si deseo algo de
otro o me han rechazado o quitado algo, salen las emociones negativas, las que
me hacen sentir mal, las que responden a la frustración de algo ajeno a mi
mismo.
Recordemos la frase:¨no es más feliz el que más tiene, sino el que menos
necesita”. Cuanto mejor me sienta conmigo mismo, más compasivo seré, y cuanto
más compasivo sea, más me llenaré de ayudar a los demás y de desearles lo
mejor, ayudando a quitarles mal estar y sufrimiento. Es un principio que está
en la base de las grandes religiones y que cuando el ser humano se ha centrado
en él, mejor hemos convivido. Esto implica unas leyes donde se respete al
ciudadano, donde haya un sentimiento de igualdad, de protección a la propiedad,
a la pareja, la familia, donde se vea justo el castigo por robar o matar. Ante
unas leyes justas, y un estado que las haga cumplir, el ciudadano será mejor
persona y tendrá más compasión, más intención de ayudar y de hacer que los
demás se sientan bien a su alrededor.
Cuando no me siento protegido por el estado o considero que son injustas las
leyes, tendemos a cerrarnos más en nosotros y a ser más egoístas, desaparece la
compasión y veo a los otros como una amenaza. Esto demuestra que no depende
solo de nosotros el cómo somos ni cómo actuamos.
Nuestro entorno nos marca más de lo que pensamos. Teniendo esta premisa en
mente, la compasión es una de las cualidades más importantes en el ser humano
puesto que está enfocada a como somos con los otros y cómo los percibimos. No
es sólo un acto de generosidad, es una forma de llenarnos nosotros mismos, de
sentirnos bien aliviando el sufrimiento del otro, sabiendo que el malestar es algo
que nos perjudica a todos, no sólo al que lo padece, de esa forma el bienestar
de los otros también lo percibimos como algo positivo en nosotros.
Una consecuencia clara de la falta de compasión en nuestros días es la soledad,
pero no pensemos en una persona mayor arrinconada en una residencia, la soledad
está afectando a la gente joven y en general a todas las edades. la gente entra
en redes sociales para no estar sola, en plataformas donde quedar con gente,
donde buscar pareja o amigos, porque ya se están perdiendo las habilidades
sociales para abrirse hacia los demás, las de escuchar y hablar respetando lo
que nos dicen, y sobre todo y más importante, es conocer a alguien con una
actitud compasiva, sin querer nada de esa persona, con la actitud de ayudarle o
darle compañía, de hacerle pasar un rato agradable tan solo con nuestra
conversación, esta actitud hace que los demás se relajen y no estén en tensión
pensando que queremos algo de ellos, pues por desgracia, casi siempre que
alguien se acerca es por su egoísmo y no por su compasión.
Se ha demostrado que las relaciones íntimas, donde hay empatía, afecto y
confianza, mejoran tanto el bienestar psicológico como el físico.
Somos animales sociales por naturaleza y en nuestras sociedades debemos tener
claro que el ser independiente ya no existe, lo que comemos está en una tienda
que llevan personas, que lo compran a otras personas que lo llevan hasta ahí,
procedente de unas tierras donde se ha cultivado o criado donde trabajan otras
personas, que manejan herramientas hechas por otras personas, igual ocurre si
pensamos en la ropa o en donde vivimos, estamos en una sociedad donde
dependemos de otros y nuestra felicidad o bienestar, depende de nuestras
relaciones sociales, aunque en ocasiones supongan disputas y momentos
difíciles. Debemos mantener una actitud de cordialidad y amistad por nuestro
bien y el de ellos. No pretendamos buscar a alguien que nos dé una intimidad y
conexión especial, que nos quiera y nos dé estabilidad y al mismo tiempo
queramos ser independientes.
Aunque sea un concepto, en principio, religioso, que parece tener un enfoque de
sacrificio por el prójimo, quiero que entendamos el concepto como algo bueno y
satisfactorio en primer lugar para el que lo realiza, y en segundo lugar para
el que lo recibe.
Pensemos como humanos, con el principio básico de buscar la felicidad y nos
daremos cuenta que el ser compasivo nos acerca más a ello que nos separa.
Por desgracia, la psicología y las ciencias humanistas han cogido el concepto
de la persona, como un ser egoísta y partimos de ello para entendernos y
explicar nuestra civilización y formas de actuar. Ya desde los romanos, se
decía:”El hombre es un lobo para el hombre” Plauto (250-184 a.c.) frase que
popularizó en el s. XVIII Thomas Hobbes, quien tenía un concepto muy pesimista
del ser humano, considerándolo como seres egoístas, violentos y competitivos,
sin ningún atisbo de bondad; Thomas fue descubierto en cierta ocasión dando
dinero a un mendigo, y al ser preguntado por ello, afirmó: “No lo hago para
ayudarle, sino para aliviar mi propia angustia al ver su pobreza”. S. Freud
dijo: ”La civilización está permanentemente amenazada por la desintegración,
debido a la hostilidad primaria del hombre”.
El filósofo español Santayana,
dijo que los impulsos generosos y de preocupación por los demás, son
generalmente débiles, fugaces e inestables y si se escarba un poco por debajo
de la superficie se encontrará un hombre feroz, obstinado y profundamente
egoísta. Podría seguir poniendo ejemplos de grandes pensadores que han
considerado al hombre, como el peor de los animales por sus sentimientos
egoístas, pero también encontramos otros muchos que opinan y argumentan lo
contrario, Hume, habla de las virtudes y bondades del ser humano, de una moral
innata que nada tiene que ver con las religiones. Rousseau, considera que el
hombre es bueno y nace bueno, y es la sociedad y el estado quienes lo
corrompen, pensamiento divergente con el de Marx, que opina que el ser humano
consigue, gracias a sentirse integrado en la sociedad, mejorar su autoestima y
proyectar una imagen positiva de sí mismo y la forma fundamental de conseguirlo
es a través del trabajo.
Parece claro que los seres humanos tenemos las dos semillas, las del bien y las
del mal, y para desarrollar la compasión, debemos combinar una sociedad justa,
con unas leyes que nos hagan sentir seguros, con opciones de desarrollar
nuestros deseos y ganas de conseguir objetivos a través de un trabajo justo,
junto con una educación que desarrolle mi potencial intelectual y mi moral.