martes, 8 de enero de 2019

La Certeza

Lprimero que vamos a hacer es determinar que el término certeza procede del latín. Así al proceder a estudiar a fondo a aquel nos encontramos que su origen etimológico se encuentra en la suma de dos partes latinas claramente diferenciadas: el adjetivo certus, que puede traducirse como “preciso o seguro”; y el sufijo –eza, que es equivalente a “cualidad de cierto”.

La certeza es el conocimiento claro y seguro de algo. Quien tiene una certeza está convencido de que sabe algo sin posibilidad de equivocarse, aunque la certeza no implica veracidad o exactitud. Esto quiere decir que una persona puede afirmar que tiene una certeza y, sin embargo, la información que maneja es falsa o errónea.

Por ejemplo: “No puedo darte la certeza, pero creo que el mes que viene podremos comprar el coche nuevo”, “Carla me dio la certeza de que mañana traerá el dinero”, “Tengo la certeza de que no me estoy equivocando”.

Puede afirmarse que la certeza es la posesión de una verdad que se corresponde con el conocimiento perfecto. La conciencia de una certeza permite afirmar este conocimiento sin temor de duda y con confianza plena en la validez de la información.

La certeza, por lo tanto, se basa en una evidencia, o en lo que el sujeto toma como una evidencia de carácter irrefutable. Lo evidente del conocimiento posibilita la afirmación y la posesión de la verdad.

A lo largo de la Historia muchos son los estudiosos, filósofos y pensadores en general que han abordado la certeza en sí y también su similitud o su diferenciación respecto a lo que sería opinión. Entre aquellos se encuentran, por ejemplo, clásicos de la filosofía griega como Aristóteles y Platón que basaron sus ideas en pilares tales como el conocimiento, el entendimiento, la experiencia y los sentidos.

Por supuesto, tampoco habría que pasar por alto el papel que jugó el francés René Descartes, el padre de la filosofía moderna, en el análisis del término que nos ocupa. En su caso, él dio un giro a las ideas que se habían concebido al respecto hasta el momento y vino a dejar patente que la certeza no estaba basada en el conocimiento, como se había venido explicando, sino más bien en la conciencia que se tiene de que un hecho concreto es verdad.

Kant, Russell, Karl Kopper o Gödel fueron otros de los autores que también analizaron a fondo la veracidad trayendo consigo la contraposición de todo tipo de teorías acerca de la esencia, los pilares y los resultados que trae consigo aquella.

El concepto contrario a la certeza es la ignorancia: si se desconoce algo, no se puede tener ninguna certeza. El grado medio de conocimiento entre la certeza y la ignorancia es la duda (el sujeto cree que el conocimiento puede ser veraz pero no está en condiciones de afirmarlo).

La duda, por lo tanto, tiene lugar cuando existe una insuficiencia del conocimiento para tener la confianza sobre su certeza. El conocimiento, en definitiva, aparece como imperfecto y la persona no posee confianza absoluta en la verdad de sus proposiciones.

lunes, 7 de enero de 2019

Cuando Los Tiempos Se Tornan Difíciles


"Todos atravesamos momentos difíciles a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, aunque nos parezcan a veces imposibles cuando nos encontramos sumergidos en ellos, solemos tarde o temprano superarlos para continuar avanzando"

Las dificultades que nos encontramos en uno u otros momentos de nuestras vidas como la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa o la mala noticia de un despido pueden ahogarnos en un mar de malestar del que nos será muy difícil escapar sino ponemos en marcha unas estrategias adecuadas. Ninguno nos encontramos a salvo de los vaivenes que puede tener nuestra existencia en momentos determinados.Y es en estos momentos de adversidad cuando atravesamos emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la frustración, etc… produciendo en nosotros un intenso desequilibrio emocional.

Cuando la adversidad se decide a golpearnos y experimentamos esas emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos ya sea con algún familiar o amigo, o a través de la escritura, para llegar a hacerlo cada vez más consciente y poder reconocerlo.

Cuando expresamos los sentimientos ya sea hablando o escribiendo, lo que estamos haciendo es liberarlos. Si ponemos palabras a qué o cómo nos sentimos, nos será más fácil aceptar las malas noticias que nos sucedan. Ya que lo que hacemos es asociar nuestros pensamientos con los sentimientos de forma rápida y casi simultánea. Por eso, cuando nuestras emociones sean demasiado negativas, podemos emplear la escritura como medio para expresarlas, librándonos de ellas sin tener repercusiones exteriores.

Cualquier situación adversa puede ser vista como una interrupción de nuestra trayectoria vital, pero si lo relatamos, estaremos más cerca de la posibilidad de aceptarlo y seguir avanzando.

Incluso si tenemos dificultades a la hora de la escritura, también podemos utilizar otro tipo de actividades como la pintura, el baile, el deporte o el teatro, que nos ayudaran a canalizar y reconocer nuestras emociones, puntos imprescindibles para poder llegar a controlar y elaborar lo que sentimos. Y tras esto, poner en marcha todo nuestro propio mecanismo de resolución de problemas en el que utilizaremos nuestros propios recursos para avanzar y hacernos paso ante la dificultad que se nos presenta
.
 La importancia de reconocer el dolor

Además ante una situación difícil hay veces que nos cuesta aceptar que nos afecta, negándonos a reconocer que en cierto modo nos duele. Pero este dolor, en parte es necesario, porque nos ayudará a elaborar todo lo sucedido, además de poder llegar a asumir la pérdida.

En estas situaciones, las personas de nuestro alrededor quizás puedan intentar con la mejor de sus intenciones que nos volvamos a sentir bien tan rápido como sea posible, pudiendo tener el efecto contrario, ya que pueden originarnos sentimientos de culpabilidad por no responder como los demás esperaban o incluso sentirnos no comprendidos. Todos necesitamos nuestro tiempo de asimilación y elaboración, unos más extensos que otros, lo importante es respetarlo, y no acelerarlo o posponerlo, sino manteniendo un cierto equilibrio. Es como atravesar por un proceso de duelo o pérdida, ya que se necesita un período de adaptación emocional necesario, pasando por una serie de etapas.


Y con el tiempo, tras haber superado ese momento difícil, seremos capaces de confiar en nuestra capacidad de sobreponernos a nuevas dificultades. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y aunque las dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más vulnerables, el hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y confianza.

Las Inteligencias


Tradicionalmente se ha visto la inteligencia como una sola identidad inherente a cada uno de nosotros y en diferentes grados. En el año de 1983, Howard Gardner psicólogo estadounidense reconocido por sus teorías acerca de la inteligencia amplió el concepto de la inteligencia al decir que ésta es la capacidad desarrollable y no solo algo innato de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una cultura (o varias);

así estaba quitando la etiqueta de inteligentes sólo a los “intelectuales” y estaba dando cabida a una serie de latentes que antes no habían sido reconocidos.

La teoría de Gardner no estaría completa si no hubiera formulado, en 1983, el término “Inteligencias múltiples”, en el cual se agrupan 9 tipos de ellas.

Para definir cada ámbito de la inteligencia, Gardner estudio el desarrollo de habilidades en los niños y la forma en que se descomponen las diferentes capacidades en casos de daño cerebral. Observo como se manifiesta cada una de las inteligencias dentro de la cultura del individuo. Por ejemplo se demuestra una inteligencia lingüística escribiendo poesía en una cultura y contando historia de otras.
Inteligencia lingüística:
Es considerada, una de las más importantes. En general se utilizan ambos hemisferios y es la que caracteriza a los escritores y todos los escritores que se dedican a los medios impresos.
Aunque discuten sobre el origen y el desarrollo del lenguaje humano, los expertos admiten que se remonta a hace 100.000 años, al homo sapiens arcaico; el lenguaje fue una parte intrínseca de las vidas de estos homínidos corno animales sociales. Las sociedades han sido configuradas mantenidas por el lenguaje. El mismo tuvo en todas las sociedades antiguas un poder considerado como más fuerte que la espada.
Inteligencia musical:
Conocida comúnmente como “buen oído”, es el talento que tienen los músicos, los cantantes y los bailarines.
La fuerza de esta inteligencia innata varía de una persona a otra. Pero por fuerte que sea su inteligencia musical, necesita ser estimulada y configurada para desarrollar todo su potencial, ya sea par tocar un instrumento o para escuchar una melodía con sensibilidad. Este tipo de inteligencia surge a menudo muy pronto y de modo natural en los individuos dotados para ello.
Inteligencia lógica matemática:
Considerada hace poco en occidente como una de las “únicas inteligencias”. Quienes pertenecen a este grupo hacen uso del hemisferio lógico del cerebro y pueden dedicarse a las ciencias exactas. De los tipos de inteligencia este es el más cercano al concepto tradicional de inteligencia.
En algunas llamadas sociedades primitivas, la lógica, las matemáticas y la ciencia no parecen ser a primera vista fundamentales para la cultura. Este ámbito de la inteligencia se emplea de formas diferentes: regatear y comerciar, formular calendarios para medir el tiempo y estimar con exactitud cantidades y distancias depende de la inteligencia lógico-matemática, ejemplo esta que los mejores pensadores lógicos – matemática fueron Galileo Galilei e Isaac Newton.
Inteligencia espacial:
La tienen los que pueden hacer un modelo mental en tres dimensiones del mundo (o un fragmento de él, según la situación). Esta inteligencia la comparten oficios tan diversos como la ingeniería, la cirugía, la escultura, la marina, la arquitectura, el diseño y la decoración. Científicos como James Watson y Francis Crick utilizaron bocetos y modelos (a veces mentalmente, otras veces en forma tridimensional) para visualizar y decodificar la espiral de la molécula de ADN.
Inteligencia corporal – kinestésica:
Los kinestésícos tienen la capacidad de utilizar su cuerpo para resolver problemas o realizar actividades. En este campo están los deportistas, los cirujanos y los bailarines. Una aptitud natura de este tipo de inteligencia se manifiesta a menudo desde niño; un ingeniero de éxito recuerda que se convirtió en ingeniero a la edad de cuatro años. cuando empezó a desmotar objetos del hogar cuando sus padres no le miraban.
Inteligencia emocional:
Es la capacidad humana para resolver problemas relacionados con las emociones. Y aunque parezca que este tipo de inteligencia es poco importante, se ha demostrado que es igualmente válida para tomar decisiones ya que en estos momentos, los sentimientos y cómo nos sentimos tienen mucho que ver a la hora de elegir.
La inteligencia emocional es un complemento indispensable en la relación con sí mismo y con los demás. No sirve de nada ser el alumno con mejores calificaciones si el niño no tiene amigos y se siente acomplejado.
Saber manejar nuestras emociones también tiene que ver con la seguridad que debe estar presente en situaciones como un examen o una entrevista en las que los nervios pueden “borrar de nuestra mente” todo lo que sabemos.
Inteligencia intrapersonal:
Esta nos permite formar una imagen veraz y precisa de nosotros mismos; nos permite poder entender nuestras necesidades y características, así como nuestras cualidades y defectos sin maximizarlos o minimizarlos. Y aunque se dice que nuestros sentimientos sí deben ayudar a guiar nuestras decisiones, debe existir un límite en la expresión de estos. Este tipo de inteligencia es funcional para cualquier área de nuestra vida.
Inteligencia interpersonal:
Esta nos permite entender a tos demás. Se basa en la capacidad de manejar relaciones humanas y la empatía con la que nos “ponemos los zapatos del otro” y reconocemos sus motivaciones, razones y emociones.
Este tipo de inteligencia es un complemento fundamental de cualquiera de las demás, pues tampoco sirve de nada si sacamos las mejores notes pero elegimos mal a nuestros amigos y, posteriormente, a nuestra pareja.
La mayoría de las actividades que se realizan en la vida dependen de la inteligencia interpersonal, ya que están formadas por grupos humanos en los que debemos relacionamos.
Los grandes líderes tienen una fuerte inteligencia interpersonal para bien o para mal. Martín Luther King líder estadounidense de los derechos civiles, fue un orador estimulante que uso sus habilidades para inspirar el cambio social radical.
También se necesitan fuertes habilidades interpersonales en formas de terapia y en la enseñanza de los incapacitados. Los consejeros deben establecer empatía con sus pacientes para comprender sus motivaciones y comportamiento, una tarea difícil cuando este no puede articular sus propios sentimientos.
Inteligencia naturalista:
La utilizamos al observar y estudiar la naturaleza. Los biológicos y herbolarios son quienes más la han desarrollado.
Todos tenemos tos 9 tipos de inteligencia, pero desarrollamos unas o otras dependiendo de factores como la educación, la familia y el entorno. No importa cuál sea la actividad que vayamos a desarrollar, pues necesitamos algunas combinaciones según sea el caso.


Hoy, debido a la complejidad del mundo, los niños parecen estar mucho más listos para resolver problemas de toda índole. Por eso, aunque es importante que conozcas los talentos y aptitudes de tu hijo, también lo es que trates de incentivar su capacidad para desenvolverse correctamente en cualquier ámbito, así cuando ingrese a la escuela y a la universidad, no sólo será capaz de obtener buenas notas sino también de ser feliz.

La Sed De Saber


Mijail Bakunin, uno de los padres fundadores del anarquismo, nació en 1814 en una hacienda de         Premukhino, en el seno de una familia aristocrática rusa y, como todo joven caballero, comenzó -a instancias de su padre- la carrera militar y poco después la carrera diplomática. Sin embargo, ni una ni otra satisfacían los gustos y los anhelos del joven Bakunin, que optó por enfrentarse a sus padres y por abandonar una vida cómoda como diplomático en un negociado de Tver. 

Decidió entonces, con apenas veinte años, marcharse a Moscú, sin carrera, sin recursos y sin ocupación, con el único deseo de estudiar y de vivir de las clases que pudiera dar como profesor. 

Comenzó en él una sed de saber y una pasión intelectual inagotable. En la capital rusa, formó parte del círculo de Stankevich que reunía a los jóvenes hegelianos. Cautivado completamente por la filosofía de Hegel, decidió viajar a Berlín para profundizar en sus estudios del sabio alemán. Antes de partir, Bakunin escribió a sus padres una larga carta en la que les contaba el hastío que había vivido durante su años de carrera militar y les explicaba la felicidad que significaba para él el descubrimiento del placer intelectual, sus ansias de conocimiento y su deseo de ir a Berlín para seguir formándose:

"Si supierais, queridos padres, cuál era en el fondo mi moral cuando salí de la Academia, os convenceríais de que la necesidad de adquirir saber fue mi salvación. Por aquel entonces reinaba en mi alma un vacío absoluto, un indiferentismo religioso total; las más sagradas leyes morales no eran para mí más que leyes formales y convencionales de la vida social. No es sorprendente que en esta situación el aburrimiento y la apatía fueran mis inseparables compañeros de viaje; por mi culpa fui enviado a Lituania; y allí mi moral empeoró todavía más. Una apatía deprimente y paralizadora unida a una fría indiferencia respecto a todo lo que me rodeaba, habían hecho de esa situación moral algo así como una segunda naturaleza. 

Me habría perdido con seguridad si no hubiera guardado dentro de mí una chispa divina; y esa chispa era mi sed inconsciente, casi instintiva, de saber. Fue esta chispa lo que me salvó; mi sed de saber había permanecido latente bajo la cáscara de una sensualidad apática y malsana, y nunca había llegado a apagarse; poco a poco se hizo más viva y acabó por encender una inmensa hoguera, al mismo tiempo que se despertaban en mí el amor, la fe y todos los sentimientos sagrados del hombre. 

Sí, queridos padres, esto no son frases sino la estricta verdad; si hubierais sabido cómo me encontraba hace cinco años, o incluso hace tres o cuatro, no me hubierais juzgado con tanta severidad y hubierais adquirido la certidumbre de que el deseo de saber fue de hecho mi única salvación; y que apartarme de ella hubiera tenido para mí el mismo efecto que apartarme de la vida".
[Moscú, 24 de marzo de 1840; recogido en Arthur Lehning: Conversaciones con Bakunin. Barcelona, Anagrama, 1999]

¿Cómo hacer de los centros de enseñanza espacios donde brille intensamente el fuego del saber? ¿Cómo ahuyentar la apatía, el aburrimiento y la indiferencia? ¿Cómo avivar esa sed casi instintiva de saber que tienen los niños y niñas?¿Cómo contagiar a los adolescentes la pasión por el conocimiento?

La Sencillez Que Nos Rodea


Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen.

Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón, lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia.

Las cosas sencillas, amables y discretas forman día a día la orilla de nuestra vida, ahí donde yacer en los días de tormenta y donde todas nuestras alegrías cobran sentido.

Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.

Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. A partir de ahí, todos nosotros muy somos libres de edificar nuestros microuniversos particulares. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Hay un dato que nos llama la atención, Google publicó hace sólo unos días cuáles son las búsquedas más comunes entre los usuarios. Entre ellas, la que casi siempre es tendencia es una en concreto: “¿cómo ser feliz?”

Ser feliz es cerrar los ojos y no desear nada más, y para ello, basta con que dejemos de medir la felicidad por el dinero que tenemos o dejamos de tener: sino por aquellas cosas sencillas que no cambiaríamos ni por todo el dinero del mundo


Llevar una vida plena y consciente es saber entender en qué momento de tu vida estás, y en sentir tu presente, el aquí y ahora.

La Madre De Las Ciencias

Del conjunto integrado de conocimientos de la magia es reconocido que emanaron las diferentes ciencias conocidas en la actualidad, desde la astronomía a la química, la botánica, la psicología, etc.
Las ciencias surgieron de la magia tras su separación de la religión: la religión se quedó en su cascarón “exotérico”, convertida en una serie de dogmas impuestos por las jerarquías eclesiásticas y dando lugar al fanatismo y la intolerancia. Los conocimientos espirituales y trascendentes, así como los poderes sobre ellos, se redujeron a la hechicería y a un conjunto de fórmulas vacías y sin sentido.

Los conocimientos sobre la materia dieron lugar al nacimiento de las ciencias. Unas ciencias analíticas, separadoras, que han sufrido un proceso de aislamiento progresivo denominado especialización.

La antigua sabiduría, el pensamiento mágico antiguo, definía la separatividad como a la peor de las herejías. El mayor error en el que se podía incurrir. A partir de la exclusión de la magia de la religión empezaron a producirse los enfrentamientos religión-magia, religión-ciencia, ciencia-magia. Enfrentamientos que caracterizaron el siglo XIX, y que quizás, en un proceso lento, lleguen a desaparecer en el siglo que recién empieza.

Hoy por hoy, aunque empiezan a levantarse voces que reivindican la sabiduría antigua, los químicos siguen mofándose de sus antecesores alquimistas por querer transformar el plomo en oro… Y sin embargo, ahora ellos mismos lo pueden hacer mediante reacciones nucleares (aunque no resulte lucrativo). De vez en cuando se vuelven a establecer campos de batalla entre los astrónomos y los astrólogos, a pesar de conocerse leyes universales que interrelacionan el cosmos, y a pesar de que la astrología es contrastable, mientras que la cosmología jamás lo será. 

En el estudio de la estructura íntima de la materia, los físicos vuelven, a pesar de la reticencia de la mayoría, a descubrir la ilusión de la materia, y su naturaleza “mental”. Desde Einstein a David Bohm o F. Capra, se vuelve a reivindicar la necesidad de relacionar la mística con la física, al llegar esta a los límites de lo medible. A pesar del gran desarrollo de la informática o inteligencia artificial, aún no se han descubierto los mecanismos del pensamiento. El modelo a seguir no parece ya el del cerebro pensante mediante reacciones químicas y eléctricas, sino el de la mente pensante que utiliza el cerebro como ordenador para manifestar sus operaciones. La hipnosis, el “poder de hechizo” de la Antigüedad, es hoy el instrumento principal del psicoanálisis, reconocido como ciencia por la mayoría, aunque términos como el “subconsciente”, personal o colectivo, sean intangibles, inmedibles, incomprobables.

“Lleno está el mundo de magos inconscientes (en la vida ordinaria, en la política, en el clero y en las fortalezas del libre pensamiento). La mayor parte de estos magos son “hechiceros” a causa de su peculiar egoísmo, su carácter vengativo, envidioso y maléfico” (H. P. Blavatsky).


Vale La Pena



Si hoy te diste cuenta que a la vuelta de tu piel
Nacen mil razones
Para volver a creer
Que aún hay gente buena
Y que una voz se eleva
Que te han puesto a pruebas y aun no entiendes el porque
Que si el mundo gira tiene vida y es por ti
Que cobra sentido esta aventura de seguir
Arriesgando tus sueños al volar.
CORO
Vale la pena intentar el amor
Vale llorar (vale llorar)
Vale jugarse el corazón.
Y si es preciso vencer al dolor
Vale dejar (vale dejar)
En cada huella de esta vida lo mejor.

Bajo la tristeza debe haber,
Otra ilusión
Y después de la tormenta,
Siempre viene el sol
Y al fin de la guerra,
Una voz se eleva
Anunciando que al final
Triunfo el amor.

CORO
Vale la pena intentar el amor
Vale llorar (vale llorar)
Vale jugarse el corazón.
Y si es preciso vencer al dolor
Vale dejar
En cada huella de esta vida lo mejor.

Vale aprender de los fracasos
Y si de algo te puede servir
Aquí están mis manos.

CORO
Vale la pena intentar el amor
Vale llorar (vale llorar)
Vale jugarse el corazón.
Y si es preciso vencer al dolor
Vale dejar,
En cada huella de esta vida lo mejor.

Vale la pena intentar… el amor...



Compositor: Sergio Enrique Chávez Solís

domingo, 6 de enero de 2019

Mundo Contemporáneo

Hemos entrado en el siglo XXI, pero las grandes preguntas formuladas por el Club de Roma siguen sobre la mesa. No hemos resuelto los conflictos y tensiones entre el mercado y el planeta, ni entre el entorno medioambiental y el cultural, menos aún la posición del hombre ante un ciclo de emergencias económicas, sociales e industriales y tecnocientíficas, que exigen nuevas formas de gestionar la diversidad.

La red no es un mero concepto operativo. Podemos acumular muchas redes complejas, repletas de información, y sin embargo estar manteniendo un diálogo autista dentro de una campana habitada por altos especialistas ajenos a cualquier imperativo humano. Actuando de esta manera revertimos la modernidad en una forma de barbarie civilizada y artillada de iconos que celebran tanto en la creciente homogeneización del mundo y las formas de vida, como en la elevación de la razón técnica y económica al rango de paradigma de todas las cosas. ¿Puede llamarse a esto progreso? ¿Puede llamarse conocimiento? ¿Qué clase de mundo están creando quienes actúan a puerta cerrada bajo las grandes cúpulas macroeconómicas y tecnocientíficas?

Una de las llaves que abren esa puerta se llama software libre. Es un buen antídoto para moderar la deriva del conocimiento hacia su dimensión invisible. Pero hay unas cuantas más que se manejan a diario en esa casa sin puertas —y llena de ventanas— como es el proyecto banqueteándoos y redes. Interconectando artistas y científicos, pensadores y altermundistas, tecnólogos y artesanos del relato, este proceso abierto nos recuerda que la ciudadanía plena en el mundo de hoy se adquiere cuando uno tiene el derecho, no sólo de acceder a los legados culturales acumulados, sino también cuando está en condiciones de incidir y modelar la cultura del contexto en el que habita.

El progreso del conocimiento consiste precisamente en esto. No en reducirlo a un negociado de sabios puntuales que saben cada vez más sobre cada vez menos —hasta acabar sabiéndolo todo sobre nada—, sino en el reto de encontrar una “metáfora poliédrica” que refleje todas las caras de la complejidad, y llegue a abarcarlas, pese a ser mucho más simple que cada una de ellas mismas.

Esa metáfora activa e interactiva siempre en busca de sí misma, ese cruce constante de vectores y terabytes entre artes, ciencias y cien otros campos del saber y la experimentación, hasta hoy considerados distantes y aún incompatibles, sí, tal vez sea un poco de todo eso lo que mejor define el perímetro y la hoja de ruta de banquete_nodos y redes. Ya en su tercera edición, el concepto de red vuelve a imponerse como la gran metáfora poliédrica que define, por sí misma, la continuidad de ese proyecto global que pusieron en pie los situacionistas del Club de Roma.

Sin duda, tal y como lo fue la ciudad en el Renacimiento, hoy la red constituye el espacio genuino en el que se expresa la diversidad creativa y deliberativa. Aquél donde la perspectiva de encuentro de todo aquello que es diferente hace posible el avance del conocimiento y la reflexión colectiva.

Ahora bien, lo esencial de una red no es sólo su extensión. Importa mucho su “estado de tensión”. Y éste, conviene no olvidarlo, debiera ser ese “imperativo humano” al que acabamos de aludir. En este tiempo de preeminencia económica y tecnológica, tal vez ha llegado el tiempo de pensar desde el hombre-nodo y para el hombre en red, desde el hombre y para el hombre en suma, en contraposición a la razón que primaba la innovación por la innovación, y la razón práctica sobre cualquier cuestionamiento de sus objetivos.

Está claro que el siglo XXI debe lo esencial de su identidad a las nuevas tecnologías. Hasta en el viejo mundo del libro se imponen las novelas cibernéticas, las librerías y bibliotecas virtuales, los autores online y los soportes electrónicos de lectura. Ya nadie duda de que el ciberespacio y las tecnologías emergentes estén acelerando la transformación hacia una nueva era cultural. 

No obstante, si carece de una reflexión sobre su sentido, la esencia estructural de las comunidades culturales online puede ser muy parecida a la de cualquier poblado de “yanomamis” perdido en una amazónica Edad de Piedra. En ambas permanece latente una idea de poder que sólo denota signos de evolución cuando reflexiona sobre sí misma, integra el conocimiento en el procomún, y lo socializa verdaderamente.

banquete_nodos y redes contribuye a dar visibilidad a esa nueva generación de científicos y tecnólogos “wikis”, que trascienden la dimensión hermética de la ciencia, conscientes de que el diálogo en red, el cruce de relatos y experiencias, implica una forma poderosa de enriquecimiento social, y humano, donde se dirime la verdadera medida de la nueva cultura.

El gran debate, hoy, retoma la vieja pregunta sobre los límites del crecimiento y exige respuestas que trasciendan el imperio del mercado en todos los órdenes. No sólo en el artístico y el tecnocientífico, sino también en el más perverso, como es el del propio “marketing de la red”.

Intercambiar ideas es la fase previa a proponer alternativas para abordar de una manera conjunta, abierta y no dogmática —es decir, creativa— éste y todos los apasionantes retos del mundo contemporáneo.


Democracia Participativa

La democracia participativa es un sistema de organización política que otorga a los ciudadanos una mayor, más activa y más directa capacidad de intervención e influencia en la toma de decisiones de carácter público.

En este sentido, podemos entender la democracia participativa como una evolución moderna de la democracia directa de la Antigua Grecia, donde los ciudadanos, su voz y voto, tenían una influencia y un peso específico real en todas las decisiones de carácter público de las ciudades-Estado.

Es por ello que la democracia participativa asume como uno de sus objetivos que el ciudadano no limite su papel dentro del sistema democrático al ejercicio del sufragio, como ocurre en la democracia representativa, sino que asuma un rol protagónico, activo y propositivo dentro de la política, tanto a nivel comunitario, como regional y nacional.

De esta manera, uno de los retos de la democracia participativa es crear una sociedad integrada por ciudadanos activos, organizados y preparados para asumir un papel dinámico en la escena política; individuos a quienes, desde la propia escuela, se les eduque para participar en este sistema político.
Básicamente, se persigue que el ciudadano se involucre en las decisiones que le afectan, proponiendo iniciativas, promoviendo asambleas y debates, pronunciándose a favor o en contra de una u otra medida, así como vigilando y verificando su implementación.

Características de la democracia participativa
El ideal que promueve el sistema democrático participativo es el de una sociedad más justa, plural y con mayor inclusión social, que se reconozca en los valores de la concertación, la tolerancia y la colaboración.

No obstante, es importante subrayar la naturaleza híbrida de la democracia participativa (de allí que haya quien la denomine semidirecta), pues esta, más que constituir un sistema en sí mismo, se puede comprender como práctica complementaria de la democracia representativa para reforzar la participación ciudadana.


Algunos países de Latinoamérica, como, por ejemplo, Venezuela o Colombia, autodenominan su sistema democrático como participativo, si bien la consolidación de este modelo se encuentra aún en proceso.

Desarrollar Tus Fortalezas


Vivimos en una sociedad que está enfocada en penalizar las debilidades en lugar de premiar las fortalezas. Por ejemplo, sin un estudiante tiene malas notas en matemáticas y sobresalientes en música, ¿qué crees que le espera al muchacho? Lo más seguro es que inmediatamente se le apunte a clases particulares de matemáticas para mejorar esas notas que no son lo suficientemente buenas. 

Sin embargo, si en vez de esto, a ese mismo muchacho se le inscribe en una escuela de música, algún día podría llegar a ser un virtuoso de la música. Quién sabe cuántos Mozart nos habremos perdido así.

Desde mi punto de vista, es necesario centrarse y potenciar las fortalezas y dejar las debilidades en un segundo plano. Eso sí, los extremos nunca son buenos (demasiado al Este es Oeste) y cuando digo que hay que dejar las debilidades en un segundo plano no me refiero a que haya que olvidarse de ellas. Es necesario tener unos mínimos y si se tiene la oportunidad de mejorar uno de tus puntos débiles siempre va a ser algo positivo. Pero no considero que ese sea el objetivo a perseguir. Si mejoras tus debilidades a lo máximo que podrás aspirar es a ser mediocre en todo, mientras que potenciando tus fortalezas puedes alcanzar la excelencia en esos ámbitos.

Se me ocurren tres razones por las que apostar por tus fortalezas pero seguro que hay muchas más. Las razones son las siguientes:

Trabajar en cosas en las que no eres bueno resulta frustrante y te roba la energía. Por el contrario, trabajar en lo que se es bueno te motiva y te llena de energía.
Tienes recursos limitados. El tiempo que dedicas a mejorar una debilidad va a ser elevado para lograr un escaso resultado, mientras que el mismo tiempo invertido en una fortaleza multiplicará esos resultados.
Mejorarás en las tareas que te gustan hacer y podrán verte como un experto en una de tus facetas clave y como una persona que aporta nuevas ideas.

Esto sirve tanto en el mundo de la empresa como en la vida en general y no hay que tener miedo a ser débil en ciertas cosas, siempre y cuando analicemos y conozcamos bien estos puntos débiles. Por ejemplo, en el caso de una empresa, si se conoce un punto en el que es débil se puede contratar personas que cubran estas debilidades. Aunque suene un poco a frase de maestro de artes marciales, siempre se debe buscar un Yin para tu Yang, alguien que supla tus debilidades con sus fortalezas. Lo mejor para sacar el máximo rendimiento de un equipo es que cada uno ‘juegue sus cartas’, que hagan lo que saben hacer.

Para ello lo primero de todo es conocernos bien y tener claro cuáles son nuestras fortalezas, aquello que nos gusta hacer y en lo que somos buenos. Una manera para saber cuáles son nuestras fortalezas innatas es haciéndonos preguntas a nosotros mismos:

¿Cuál ha sido el mayor éxito que he tenido?
¿Cuál ha sido el mejor día de mi vida?¿Qué estaba haciendo?
¿Cuál era mi asignatura favorita en la escuela?¿Qué parte era la que más me gustaba?
¿Qué es por lo que me suelen alabar los demás?
¿Qué actividades me dan energía? ¿Con qué actividad pierdo la noción del tiempo?


Estas son algunas preguntas que te ayudarán a conocer qué es lo que te gusta hacer y en las que eres bueno. Una vez lo sabes, adelante, potencia estas fortalezas que te hacen destacar, nadie mejor que tú sabe cuáles son y llena tu vida de tareas que estén en línea con tus fortalezas, con tus conocimientos y tus gustos.

Vivir Y Sobrevivir


Sobrevivir implica seguir vivo a pesar de las estrecheces o dificultades de la vida o al menos seguir con lo imprescindible para ello. Sin embargo vivir va mucho más allá. No es solamente respirar, tener vida, crecer, desarrollarse, evolucionar, cambiar... Creo que vivir, además, implica disfrutar de cada momento como si fuera único y especial. Y es que, cada segundo que vivimos pasa y no vuelve a nosotros, por ello es importante saber disfrutarlo con lo que traiga y lo que implique, de la mejor manera posible, para ser capaces de vivir una vida con mayúsculas y saber sacarle todo el jugo.

No hay que dejar de pensar que si nos ocurren cosas, sean las que sean, es porque estamos vivos. Si somos capaces de apreciar cada una estas cosas que nos ocurren como un regalo, o una oportunidad para aprender, desde la aceptación que no la resignación, entonces estaremos viviendo de verdad. 

¿Pero qué sucede cuando sentimos que todo aquello que estamos viviendo es demasiado difícil para enfrentarlo? Puede que adoptemos una posición de victimismo, de resignación o, en el peor de los casos, hasta nos deprimamos. Otra posibilidad es que ese sentimiento de supervivencia emerja desde el valor, la lucha, la rabia, desde una fuerza interna que nos lleva a sentirnos incluso como una especie de héroes o de heroínas.

A mi modo de ver, este sentimiento de supervivencia puede tener su lugar en esas circunstancias concretas, pero si lo prolongamos en el tiempo, haciendo de ello nuestro estilo de vida, nos puede llevar a una situación de estrés e insatisfacción crónica. Ahora vayamos al otro lado del terreno, es decir al de la vida, al de vivir y no sobrevivir. Aquí cambia completamente nuestra actitud y nuestro enfoque, permitiéndonos el espacio y el ambiente ideal para reconocer la vida en todo lo que somos, vemos, hacemos y en aquello que nos ocurre. Hay vida en una sonrisa, en una mirada empática, en la ternura, en el amor, también en la rabia, en el enfado; hay vida en la naturaleza, en todo el universo, y nosotros mismos somos parte de ella.

Les propongo la idea de que hemos sido diseñados para vivir y no para sobrevivir, al menos de manera continuada. Y si le damos la vuelta, podemos pensar que cada momento de esta es el resultado de la supervivencia. Tú decides como quieres enfocarlo. Sea como sea, lo importante es que vivas o sobrevivas tu propia existencia y que nadie lo haga por ti.


sábado, 5 de enero de 2019

Libertad: Clave De La Decisión

Cuando las personas no pueden decidir sobre sí mismas ni sobre sus vidas pierden libertad, se vuelven esclavas de otras personas o bien de sí mismas, de sus propias pasiones, deseos, adiciones y manías. Las personas libres por el contrario son aquellas que pueden tomar decisiones, lo hacen de una manera constructiva para sus vidas y lo hacen basadas en alternativas y posibilidades reales.

Muchas veces el vacío existencial de las personas actúa como una aspiradora de elementos elegidos sin sentido, que envuelve a las personas en un círculo interminable de incapacidad para elegir libremente. Los medios masivos de publicidad y mercadeo explotan ese vació que hay en la vida de las personas y lo convierten en un foco de venta de necesidades creadas e irreales, que hacen que las personas compren, consuman y vivan solo con la orientación del sentido que da el mercado, los medios y las organizaciones de poder.


El efecto que esto crea en las personas va más allá de su comportamiento, por que las personas comienzan a experimentar angustias a nivel emocional y mental, valoran solo su ser en referencia a sus cadenas de consumo y no frente la capacidad de buscar la propia satisfacción. La libertad solo es posible si se puede decidir y escoger, solo se puede decidir y escoger, si hay oportunidades, 
alternativas y posibilidades, las oportunidades, alternativas y posibilidades solo se crean a través del sentido que le damos a nuestra existencia, solo le podemos dar sentido a nuestra existencia y vida, si tenemos la posibilidad de decidir, escoger y elegir libremente.

La Imaginación Humana


Harold Bloom tituló uno de sus últimos libros Shakespeare o la invención de lo humano. En opinión de Bloom, Shakespeare no sólo fue un gran dramaturgo, sino también el creador del alma moderna. El ser humano contemporáneo es una criatura shakesperiana.

La idea fue ya adelantada, y Bloom así lo reconoce, por Oscar Wilde, ese frívolo diletante y paradójico que, como dice Borges, casi siempre tenía razón. Wilde decía que toda la época romántica se podía explicar cómo una imitación de Hamlet:

El mundo se ha vuelto melancólico por culpa de una marioneta que se agita en el escenario.
Y añadió:
No es el arte el que imita  a la vida, sino la vida la que imita al arte, y en concreto al arte de William Shakespeare.

Tal vez tienen razón Bloom y Wilde, aunque olvidan que la vida de Shakespeare coincidió casi de manera exacta con los años en los que el carácter moderno se estaba desarrollando. Junto a Shakespeare, o incluso antes, vivieron y escribieron Montaigne y Maquiavelo, Selden y Cervantes, Rober Burton, Erasmo y tantos otros.

Lo que me interesa aquí, sin embargo, no es esa discusión, sino el deseo de llevar la tesis de Bloom y Wilde todavía más lejos: la creación de lo humano se debe a la ficción. A la capacidad inventiva o, si se prefiere, a la imaginación. Al hecho de que un mono antropoide fuera capaz de ver no sólo lo que tenía delante, no sólo lo que está aquí, sino también lo que podría tener delante mañana, e incluso lo que nunca había visto ni vería.

Es mediante esa percepción de lo ausente como se da el primer paso para que una cosa llegue alguna vez a existir.

No sólo cuando alguien ve una rueda inexistente que luego construirá con esas maderas dispersas que tiene delante, sino cuando imagina que podría crearse un sistema político en el que los tiranos o el uso de la fuerza bruta no sean determinantes. La capacidad de ver lo que no se ve, de escuchar lo que no se oye, de paladear una mezcla de sabores que nunca se ha experimentado.

Lo humano se produce precisamente cuando imitamos la ficción, lo que no existe, y la traemos al mundo real. Cuando filosofamos, teorizamos, legislamos, diseñamos edificios, imaginamos sociedades mejores o simplemente ensayamos una situación futura en nuestra mente. 

El gran inventor Nikola Tesla llevaba tan lejos la capacidad imaginativa que prefería no hacer bocetos de sus inventos y ‘probarlos’ dentro de su cabeza:
No me obceco en lo que me traigo entre manos. Cuando se me ocurre algo, comienzo por recrearlo en mi mente. Introduzco los cambios y mejoras precisos, y me imagino cómo funcionaría el aparato en cuestión. Me da absolutamente igual que la turbina funcione en mi cabeza o que esté probándola en el laboratorio. En ambos casos, soy capaz de percibir si no está bien calibrada.


El poder de la facultad imaginativa, que al parecer es sólo rudimentaria en otros animales (por ejemplo cuando presienten el peligro) ha sido importantísimo en la evolución social (y tal vez biológica) de los seres humanos.

Orígenes Humanos

Hace unos 50.000 años, un grupo de hombres y mujeres abandonó África en busca de alimentos. Eran algunos de los supervivientes de una cruda glaciación.

Hoy, 2.000 generaciones después de aquel viaje y con una población mundial de 7.000 millones de habitantes, cuesta pensar que sean los antepasados comunes de todos nosotros.

Nuestro ADN revela que todos somos una única raza. Los distintos caracteres sólo son las adaptaciones que nuestros antepasados desarrollaron al poblar los distintos rincones del planeta. Todos somos parientes, no tan lejanos. Pero, ¿cómo ha sido nuestra historia y evolución? ¿Cuál es el origen del ser humano actual?

Nuestra especie, el homo sapiens, nació hace unos 200.000 años. Si la historia de la Tierra estuviera contada en un día, el hombre moderno aparecería 1,7 segundos antes de la medianoche. Somos unos recién llegados. El homo sapiens fue la especie elegida, la que sobrevivió y evolucionó. Otras especies parecidas lo intentaron sin éxito y se extinguieron, como el neanderthal.

También el homo sapiens estuvo a punto de desaparecer en varias ocasiones. Su inteligencia, creatividad y las mutaciones genéticas le salvaron de la extinción. Los cambios climáticos provocaron el salto evolutivo de la especie humana.

El estudio de los restos fósiles y los análisis genéticos del ADN nos rematan al origen del género homo y su evolución. Los restos humanos más antiguos están en Sudáfrica. Hace unos 65.000 años, una glaciación estuvo a punto de acabar con la humanidad. Sólo unos centenares sobrevivieron, cobijados en cuevas de la costa sudafricana. Se alimentaban, sobre todo, de tubérculos y productos del mar.

Pero llegó un momento en que los alimentos escaseaban. Abandonaron Africa y emprendieron viaje hacia el sudeste asiático. Sorprendentemente, la primera zona que poblaron fue Australia. En aquella época el nivel del mar estaba muy bajo y sólo 250 kms de agua separaban Asia de Australia. Continúa siendo un misterio cómo lograron cruzar, pero es un hecho que lo hicieron. Los restos fósiles de hace 50.000 años lo confirman.

Hace 45.000 años poblaron Asia central, la India y China. El grupo de la India se adaptó muy bien y creció rápidamente. El grupo de China, en cambio, quedó aislado durante muchas generaciones. Desarrolló mutaciones genéticas para adaptarse mejor a su hábitat. Así nacieron los rasgos asiáticos. Pero el clima volvió a cambiar y fuertes sequías asolaron Asia. El grupo de Asia central partió hacia tierras más frías en busca de pastos. Fueron los primeros pobladores de Europa, hace 40.000 años.

Los humanos no llegaron a América hasta hace 15.000 años. De nuevo, un cambio climático fue determinante. Durante la última glaciación, un grupo asiático cruzó el estrecho de Bering congelado. Al volver a subir el nivel del mar, quedó aislado en el nuevo continente y desarrolló los rasgos indígenas característicos. Hace tan sólo 500 generaciones que el hombre terminó de conquistar todas las zonas habitables del planeta.


Los cambios en el clima dominan la evolución del ser humano. Hoy nos enfrentamos a un nuevo cambio climático de consecuencias impredecibles. ¿Sabremos adaptarnos a los nuevos retos como lo hicieron los antepasados? Quizás estemos a las puertas de una nueva etapa de la evolución humana.

Leer El Mundo


Leer el mundo, un ciclo basado en que la lectura inspira una vida más plena

La Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en su misión por avanzar en la definición de un concepto contemporáneo de lectura, ha puesto en marcha en los últimos años varios proyectos entre los que se cuenta el ciclo de conferencias sobre diversas formas de lectura, denominado ‘Leer el mundo’.

La idea de que leer es una actitud vital, crítica y comprometida que permite crecer y encontrar inspiración para una vida más plena inspiró el ciclo Leer el mundo que seis grandes maestros de la cultura ofrecieron en Casa del Lector.

La programación se fundamentó en la idea de que no solo se leen los libros.
De esta manera, Alberto Manguel abordó el tema Leer imágenes; Carlos García Gual se centró en Leer la mitología; Ramón Andrés se ocupó de Leer la música; Elsa Fernández Santos se aproximó al tema Leer el cine; José Manuel Sánchez Ron abordó Leer la ciencia y Adela Cortina desarrolló Leer la ética.

Alberto Manguel, cuyo seminario trató de cómo leemos las imágenes que nos rodean, sean imágenes artísticas o comerciales, sostiene que “el verbo leer no se refiere únicamente a la lectura de texto, a la lectura de letras” puesto que “venimos al mundo leyendo, creyendo encontrar narraciones en los paisajes, en las caras de los otros, en las constelaciones”.

En su opinión, venimos al mundo como animales lectores, creyendo reconocer en el mundo historias y narraciones. Por eso, a partir de ciertos vocabularios personales y sociales –familiar, religioso, mitológico, literario, simbólico, político– damos coherencia al texto iconográfico, sea una pintura, un cartel publicitario, un monumento, una escultura, una instalación.

Ramón Andrés, afirma que si la lectura se hace a través de la música, del arte, “es una manera de ordenar y de expresar ese mundo interpretado”. Su seminario se propuso ofrecer una visión distinta de la historia musical y evitar la parcelación que comúnmente lleva a centrar su desarrollo entre los siglos XVIII y XX, a partir de pensar el sonido de la naturaleza; ver cómo eso se vuelve entre los seres humanos una imitación y de ahí parte la música hasta que llega a constituir “una base no solo de difusión de las ideas sino también un lenguaje paralelo”

Por su parte, Manuel Sánchez Ron, subrayó que su mirada sobre el mundo es “sobre todo una mirada a través de la ciencia”. En sus charlas sobre Leer la ciencia se ocupó de exponer que se trata de “una disciplina que busca estudiar los fenómenos que existen en la naturaleza y aquellos inventos producidos con esos conocimientos”. Hizo un recorrido por las grandes aportaciones científicas a través de los libros y artículos paradigmáticos que se han publicado a lo largo de la historia de la ciencia. De esta forma, presentó un “canon científico” básico, en el que resaltó los diferentes estilos literarios.

En tanto, el ilustrador Max, diseñador del logo del ciclo, explicó que empezó a pensar en metáforas visuales del mundo y entonces comprendió que el mundo es la totalidad, donde el símbolo es un círculo. Los círculos son también ruedas y por tanto giran y no están nunca en el mismo sitio ni son siempre lo mismo. Dentro de esa totalidad resaltó tres elementos básicos como son la percepción, la imaginación y la interpretación

Elsa Fernández Santos, en Leer el cine, planteó el ciclo a través de la lectura metafórica de tres géneros hegemónicos del cine clásico norteamericano: el cine negro, el western y la comedia romántica como una manera de indagar en tres miradas a esta rama del arte. Cree que durante mucho tiempo el cine ha sido una ventana a la historia, a la ética y a muchísimas otras cosas. De esta manera procuró descubrir las claves de decenas de películas inscritas bajo un orden común “que nos permite leer más allá de la pantalla”.

Aceptar Las Diferencias

Comprender los sentimientos de las demás personas sin juzgarlas se conoce como empatía. No siempre es fácil entender los motivos detrás de las acciones del otro, pero aquí queremos ayudarte a que lo consigas.

Identifica tus emociones
Para comprender los sentimientos del otro es importante conocer nuestras propias emociones. Como ejercicio, identifica cada una de las sensaciones que tienes durante el día y analiza qué las origina y cómo te afectan. Entre más claro sea para ti lo que sientes y lo que provoca en tu personalidad, mejor podrás comprender el comportamiento de los demás.

Recuerda tus propias vivencias
El nivel de empatía de las personas se relaciona con la multiplicidad de experiencias personales que ha vivido cada quien. Si alguien ya experimentó una ruptura amorosa, probablemente comprenda mejor a quien esté pasando por lo mismo. Es importante que si nunca has vivido un evento doloroso o alegre, trates de entender lo que sentirías y, por lo tanto, lo que el otro puede estar pensando.

No reacciones de inmediato
Si no compartes la perspectiva de una persona, trata de pensar los motivos antes de emitir un juicio. Reaccionar de inmediato puede lastimar a los demás.

Escucha con atención
Si la otra persona está expresando cómo se siente, escucha con atención lo que tiene que decir. A veces, mientras una persona está hablando, la otra está pensando en qué responder sin prestar atención real. No te preocupes por eso, mejor escucha.

También te puede interesar: Leer literatura de ficción incrementa tu nivel de empatía

Postura atenta
Los gestos, la voz y la expresión del cuerpo en general pueden denotar un interés que ayude a que la otra persona se sienta cómoda al expresar sus emociones. De igual forma, trata de observar el lenguaje corporal del otro para comprender su estado emocional. No sólo las palabras indican las emociones.

Evitar ser el experto
Escuchar sin interrumpir genera empatía con la persona que cuenta sus emociones. Además, no hay necesidad de brindar un consejo para todo lo que diga, bien puedes escuchar sin opinar si crees que no tienes un buen consejo. De cualquier forma, cuando des tu opinión hazlo de manera respetuosa y constructiva. No trates de imponer tu perspectiva.

 Acepta las diferencias

Ser empático implica entender que no todos somos iguales. Cuando una persona te cuente algo que sucede en su vida y tú no estés de acuerdo, trata de no juzgarlo. Recuerda ser paciente y tolerante con lo demás y también contigo mismo. 

viernes, 4 de enero de 2019

Valores Para La Convivencia Social


El respeto, el diálogo y la responsabilidad son solo algunos de los valores que los expertos recomiendan a los padres y educadores fomentar en los más pequeños. Estos son parte fundamental en la formación y representan las referencias vitales que conviene inculcar para que las personas crezcan de forma integral, convivan armónicamente con los demás y tengan una vida más feliz.

Igualmente, estos elementos significan los soportes que sostienen a la cultura e impulsan el desarrollo de los potenciales humanos, por lo que, si bien los colegios y universidades tienen parte de la responsabilidad, los padres y las familias también están en la obligación de compartir el compromiso de su enseñanza.

“Tener una buena formación en valores nos ayuda a desarrollar todas nuestras habilidades intelectuales y talentos, pero no se puede esperar que sean las instituciones las encargadas de que los estudiantes se desarrollen en esta materia, que debe ser una preocupación de toda la familia”, asegura Henry Condía, profesor de Ética de la Universidad del Rosario.

“La enseñanza de valores es fundamental para que las personas encuentren el sentido de su vida y, en el caso de los jóvenes, estos cumplen la misma función que una brújula, pues les muestran la ruta que deben tomar en su vida, ruta cuyo último objetivo es alcanzar la felicidad”, agrega Condía.

Por su parte, Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (España), agrega que la importancia de los valores también está en que estos apuntan a la necesidad de prestarle atención a lo inmaterial en un mundo cada vez más volcado hacia el consumismo.

“El mejor legado que podemos dejar en herencia a nuestros hijos no son los bienes materiales, sino los intangibles, los cuales les trasmitimos informalmente a través de la vida cotidiana, del contacto diario con ellos, del ejemplo, y del testimonio que les comunicamos. Aquí se incluyen todos los valores y principios”, señala Torralba.

Para el académico, “los padres y educadores tienen que implicarse activamente en la apasionante y compleja tarea de ayudar a crecer a sus hijos y alumnos, y en la ardua y extraordinaria aventura de educarlos”.

Jesús Blanquet, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona y autor del libro Avanzar en valores, asegura que, aunque la misión de transmitir valores no es fácil, tampoco es imposible si se tienen ideas claras de lo que se pretende y “se actúa con sentido común, paciencia y afecto”.

Según este pedagogo, “la familia debe ser la primera escuela de valores, pues esta sigue siendo el espacio idóneo para que los hijos reciban los consejos y las orientaciones más importantes para la vida”.

En ese sentido, Condía recalca que los valores y principios son una fórmula efectiva para eliminar formas de violencia como el bullying o acoso escolar, que ponen en peligro la convivencia en los colegios y otros espacios vitales.


“La igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto son las mejores armas para que los niños entiendan que es posible compartir con los otros por más versátiles que sean nuestras posturas y opiniones”, finaliza el experto.

Exclusión Con Cara De Niño


La exclusión tiene muchas caras. La cara de los niños y niñas que no tienen para comer y luchan por sobrevivir cada día. La de los que se ven obligados a trabajar para que su familia pueda llegar a fin de mes. La cara de una niña a la que le dices que no puede ir a la escuela por ser chica. La exclusión son los millones de niños obligados a crecer en zonas de guerra, viviendo todos los días con miedo, sin saber si vivirán un día más, sin esperanza por un futuro.

La pobreza, el conflicto y la discriminación que sufren las niñas ponen a más de 1.200 millones de niños y niñas, la mitad de la infancia mundial, en riesgo a acabar su infancia antes de tiempo. Muchos de estos niños y niñas sufren varias amenazas a la vez, haciendo imposible que lleguen a ser lo que sueñan ser en el futuro. Esto no debería ser así.

En Save the Children hemos lanzado nuestro segundo índice sobre la infancia para analizar detenidamente los sucesos que roban a los niños y niñas la infancia e impiden que alcancen su máximo potencial.

Si nos preguntamos por qué a estos niños y niñas se les ha robado la infancia, encontramos ocho motivos principales: embarazo prematuro, matrimonio infantil, mortalidad, desnutrición, violencia, trabajo infantil o tener que huir por culpa de la guerra. Esta es la realidad a la que se enfrentan los niños más vulnerables y excluidos, incluidas las niñas, los refugiados, los niños más pobres y los discapacitados. 


Es importante saber qué roba la infancia a los niños y las niñas para poder llegar hasta el último niño, tal y como nos hemos propuesto en nuestra campaña global Hasta el último niño.