Del conjunto integrado de conocimientos de la magia es
reconocido que emanaron las diferentes ciencias conocidas en la actualidad,
desde la astronomía a la química, la botánica, la psicología, etc.
Las ciencias surgieron de la magia tras su separación de la
religión: la religión se quedó en su cascarón “exotérico”, convertida en una
serie de dogmas impuestos por las jerarquías eclesiásticas y dando lugar al
fanatismo y la intolerancia. Los conocimientos espirituales y trascendentes,
así como los poderes sobre ellos, se redujeron a la hechicería y a un conjunto
de fórmulas vacías y sin sentido.
Los conocimientos sobre la materia dieron lugar al nacimiento
de las ciencias. Unas ciencias analíticas, separadoras, que han sufrido un
proceso de aislamiento progresivo denominado especialización.
La antigua sabiduría, el pensamiento mágico antiguo, definía
la separatividad como
a la peor de las herejías. El mayor error en el que se podía incurrir. A partir
de la exclusión de la magia de la religión empezaron a producirse los
enfrentamientos religión-magia, religión-ciencia, ciencia-magia.
Enfrentamientos que caracterizaron
el siglo XIX, y que quizás, en un proceso lento, lleguen a desaparecer en el
siglo que recién empieza.
Hoy por hoy, aunque empiezan a levantarse voces que
reivindican la sabiduría antigua, los químicos siguen mofándose de sus
antecesores alquimistas por querer transformar el plomo en oro… Y sin embargo,
ahora ellos mismos lo pueden hacer mediante reacciones nucleares (aunque no
resulte lucrativo). De vez en cuando se vuelven a establecer campos de batalla
entre los astrónomos y los astrólogos, a pesar de conocerse leyes universales
que interrelacionan el cosmos, y a pesar de que la astrología es contrastable,
mientras que la cosmología jamás lo será.
En el estudio de la estructura íntima
de la materia, los físicos vuelven, a pesar de la reticencia de la mayoría, a
descubrir la ilusión de
la materia, y su naturaleza “mental”. Desde Einstein a David Bohm o F. Capra,
se vuelve a reivindicar la necesidad de relacionar la mística con la física, al
llegar esta a los límites de lo medible. A pesar del gran desarrollo de la
informática o inteligencia artificial, aún no se han descubierto los mecanismos
del pensamiento. El modelo a seguir no parece ya el del cerebro pensante
mediante reacciones químicas y eléctricas, sino el de la mente pensante que
utiliza el cerebro como ordenador para manifestar sus operaciones. La hipnosis,
el “poder de hechizo” de la Antigüedad, es hoy el instrumento principal del
psicoanálisis, reconocido como ciencia por la mayoría, aunque términos como el
“subconsciente”, personal o colectivo, sean intangibles, inmedibles,
incomprobables.
“Lleno está el mundo de magos inconscientes (en la vida ordinaria, en
la política, en el clero y en las fortalezas del libre pensamiento). La mayor
parte de estos magos son “hechiceros” a causa de su peculiar egoísmo, su
carácter vengativo, envidioso y maléfico” (H. P. Blavatsky).
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