Elan vital o impulso vital es un término que Henri Bergson
utiliza profusamente en su obra La
evolución creadora, traduciéndose normalmente como “fuerza vital” o
“impulso vital”. Es una conceptualización de la fuerza o impulso que ha causado
la evolución de los seres vivos y que existe en cada organismo originando su
desarrollo.
Para Bergson el impulso
vital tiene que ver directamente con nuestra percepción y en concreto con
nuestra percepción del tiempo. Bergson huye de la idea de que el espacio es
externo y objetivable y el tiempo interno y subjetivo. Solo existe el presente
unificado en la percepción, el pasado es memoria y el futuro anticipación. Esta
unidad de la percepción en el ser humano procede precisamente de su fuerza
vital. Idea esta utilizada en psiquiatría y en las distorsiones de la
percepción, especialmente en la esquizofrenia, que es un trastorno que rompe la
unidad perceptiva.
La unidad de percepción no puede proceder de la inteligencia
porque «la inteligencia, se caracteriza por una incomprensión natural de la
vida… la inteligencia deja escapar lo que es nuevo en cada momento de una
historia. No admite lo imprevisible. Rechaza toda creación. Concentrada
entonces en lo que se repite, preocupada en unir lo mismo con lo mismo, la
inteligencia se desvía de la visión del tiempo. Repele lo fluyente y solidifica
todo lo que toca. No pensamos el tiempo real, pero lo vivimos…» (La
evolución creadora).
En nuestro lenguaje no es la razón la que es creativa, la que
capta lo nuevo, las posibilidades, sino que el impulso vital es lo que nos
permite crear. Es el sistema emocional el que apareciendo de un modo intuitivo
en la percepción hace aparecer la novedad. La razón es un instrumento al
servicio del impulso vital y de su conexión con la vida. La vida es impulso
vital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario