La toma de
decisiones consiste en el proceso mediante el cual un individuo escoge entre
dos o más alternativas posibles. En este proceso juega un importante papel la
voluntad al activar unos motivos y atenuar otros en la lucha que se establece
entre ellos.
En todo momento un
individuo presenta gran cantidad de necesidades y motivos entre los cuales va a
existir algún tipo de contradicción ya que no va a poder satisfacerlas todas al
mismo tiempo, e incluso para lograr la satisfacción de algunas debe renunciar a
la satisfacción de otras. Cuando dos motivos o grupos de ellos son
contradictorios o excluyentes estamos en presencia de un conflicto.
La voluntad es
precisamente el proceso de selección y jerarquización de determinados motivos
de la actividad con respecto a otros, lo cual significa una solución continua
de conflictos mediante la inhibición de una serie de motivos y la activación de
otros.
La voluntad no
existe de forma independiente, sino apoyada por algún objetivo. Ella siempre
debe "adherirse" a alguna otra necesidad, iniciadora del
comportamiento.
Todos los motivos y
necesidades no tienen la misma intensidad ni potencial inductor de la
actividad. Para realizar actividades relacionadas con motivos y necesidades que
predominan sobre los demás no es necesaria la voluntad. Esta es necesaria y se
expresa cada vez que resultan insuficientes las motivaciones iniciadoras de la
actividad y es necesario reforzarlas, o cuando otros motivos competidores son
tan fuertes que resulta necesario inhibirlos.
El eslabón inicial
del acto volitivo consiste en el establecimiento y comprensión del fin; luego
en tomar la decisión de actuar, en elegir los procedimientos más adecuados para
dar cumplimiento a la acción.
El acto volitivo se
lleva a cabo dentro de un determinado contexto con determinadas características
que ofrecerá mayores o menores posibilidades de poder llevar a cabo las
decisiones tomadas.
La voluntad puede
ser evaluada desde el punto de vista ético moral tanto en su fuerza o debilidad
como en su flexibilidad o rigidez.
La fuerza de
voluntad es un requisito indispensable para que el individuo sea portador de
valores ético morales, fundamentalmente de aquellos relacionados con el
autocontrol o fortaleza espiritual. Un componente sumamente importante de estos
valores es el compromiso emocional con objetivos, y es en función de ellos que
el individuo puede ser paciente, perseverante o valiente.
Si la voluntad es
débil el individuo se encuentra a merced de las influencias del medio y de sus
propios impulsos y deseos. Generalmente, en estos casos lo que ocurre es que el
individuo carece de objetivos con los cuales se encuentra emocionalmente
comprometido.
Si en el ejercicio
de la voluntad no se tiene en cuenta los cambios que se producen en el medio y
en el propio individuo, fundamentalmente cuando estos imposibilitan o aumentan
el tiempo y el esfuerzo necesario para el cumplimiento de la decisión tomada,
existiendo otras formas menos costosas, estaremos en presencia de la
obstinación.
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