La Ciudad se ha en un gran hipermercado. Cada día unos mil
mensajes nos incitan a comprar artículos que no necesitamos.
Estamos inmersos
en el consumismo que se alimenta de la influencia de la publicidad y ésta se
basa en ideas tan falsas como que la felicidad depende de la adquisición de
productos. Consumir quiere decir tanto utilizar como destruir. En la sociedad
de consumo no sólo sentimos cada vez mayor dependencia de nuevos bienes
materiales y derrochamos los recursos, sino que el consumo se ha convertido en
un elemento de significación social. Se compra para mejorar la autoestima, para
ser admirado, envidiado y/o deseado.
El peligro es que las necesidades
básicas pueden cubrirse pero las ambiciones o el deseo de ser admirados son
insaciables, según alertan los expertos. En la sociedad de consumo encontramos
tres fenómenos que le son propios y que juntos producen lo que se ha denominado
adicción al consumo.
Por un lado, la adicción a ir de
compras. Hay quien se habitúa a pasar su tiempo en grandes almacenes o mirando
escaparates como fórmula para huir del tedio. Esta tendencia puede estar o no
asociada a la compra compulsiva. En segundo lugar, un deseo intenso de adquirir
algo que no se precisa y que, una vez adquirido, pierde todo su interés. Esta
inclinación se relaciona con situaciones de insatisfacción vital.
Por último, y asociada a la compra
compulsiva, está la adicción al crédito, que impide controlar el gasto de una
forma racional. Las tarjetas de pago y otros instrumentos de crédito que nos
invitan a comprar cuanto se nos antoje y producen un sobre endeudamiento
facilitan esta adicción. La cuesta de enero es un claro ejemplo de este
endeudamiento y una consecuencia, a su vez, de que se ha mercantilizado (como
casi todo) la Navidad. Este fenómeno del sobre endeudamiento preocupa en la
Unión Europea como problema socioeconómico, lo que ha dado lugar a la
existencia de un proyecto auspiciado por el Instituto Europeo Interregional de
Consumo.
El estudio ha sido impulsado desde
España por la Dirección General de Consumo de la Junta de Comunidades de
Castilla-La Mancha, coordinadora de un estudio realizado en ésta y otras áreas
de la Unión Europea (Escocia, Lombardía y Toscana). En todas ellas se han
obtenido resultados similares, lo que refuerza su validez, según Javier Garcés,
psicólogo experto en consumo que se ha ocupado del aspecto técnico. Según los
datos del estudio un 33% de la población adulta (32% de los hombres y 34% de
las mujeres) tiene problemas de adicción a la compra, de compra impulsiva y de
falta de control del gasto; un 18% de ellos de forma moderada; un 15% presenta
un nivel importante de adicción y un 3% llega a niveles que pueden considerarse
patológicos.
Es decir, se trataría de una adicción en sentido médico estricto.
En cuanto a la población joven, el porcentaje de adictos sube hasta el 46% (53%
de las mujeres y 39% de los varones) y el 8% presentan niveles que puede rozar
lo patológico. El estudio rompe con la idea de que la adicción al consumo sea
un problema de mujeres con tendencia depresiva y desvela datos tan curiosos
como que los jóvenes tienden más a la adicción en la medida en la que se creen
más guapos mientras que, entre los adultos, son más consumistas aquellos que
están menos satisfechos con su apariencia física. Además, desmiente la creencia
popular de que las mujeres gastan más en ir de compras que los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario