Registro del presente y pasado son dos elementos que son
comunes a todos los seres vivos con los que podemos interactuar. Pero el ser
humano trajo al mundo la proyección y construcción del futuro.
Lo hizo por una
ampliación de conciencia, y una ampliación del registro del pasado que sumado a
una mayor capacidad intelectual le permitió aprender del pasado, proyectar al
futuro y por tanto actuar distinto en el presente. Esto amplió su horizonte, y
así evolucionó como especie muy por encima de otras especies que solo pudieron
evolucionar más en su aspecto físico, en su adaptación al medio, pero no en su
horizonte de acción.
A cada paso de su
evolución la observación, el estudio, el análisis y las conclusiones (ciertas y
erradas) le permitieron avanzar ampliando su horizonte, superando el
conocimiento establecido y llevando el conocimiento y las explicaciones un paso
más allá. Así fue, por ejemplo, como la supuesta tierra plana se convirtió en
redonda, y la visión de estrellas y planetas girando en torno a la Tierra se
convirtió luego en lo que hoy es el sistema solar.
Y aún estamos yendo más y
más lejos buscando explicaciones al propio sistema solar, al comienzo de este
sistema, a nuevas partículas, e incluso a las supuestas realidades paralelas y
modificaciones genéticas. Cada avance obliga a re-reflexionar sobre la visión
que se tenía de las cosas.
Desde ese sistema de creencias, desde ese sistema de
conocimiento, tomamos decisiones. Entonces es importante entender que según sea
nuestro horizonte, así son las decisiones que tomamos, mejores o peores. De ahí
que la curiosidad y el espíritu de investigación del niño no deberíamos nunca
perderlo, y deberíamos incentivarlos en todos los niveles. Lamentablemente el
Sistema en que vivimos no permite que miles de millones de personas tengan esta
posibilidad, y así miles de millones de ideas, de investigaciones, de nuevos
conocimientos, no puedan surgir. El conocimiento es poder, poder para elegir,
poder para entender mejor la realidad, poder para entender mejor lo que nos
pasa fuera y dentro, poder para entender lo que nos podría pasar.
La
experiencia por su parte es el conocimiento puesto en práctica, y cada ser
humano es un cúmulo de conocimientos convertidos en experiencias de formas
completamente nuevas. Y así como cada ser humano tiene genes completamente
distintos, de igual forma cada ser humano tamiza sus conocimientos
convirtiéndolos en experiencias, visiones y acciones de formas totalmente
nuevas, totalmente únicas. Dejar de estudiar, dejar de aprender, dejar de curiosear,
dejar de investigar, y dejar de compartirlos, es dejar de crecer y de vivir en
pos de esa ampliación del horizonte que es el motor primigenio, el motor
genético humano. Detrás de esa ampliación del horizonte se encuentra la
superación del dolor y el sufrimiento, la búsqueda de la felicidad, el
desarrollo de la vocación, entre otras tantas acciones humanas fundamentales.
Pero esto se choca
con una dura realidad que muchas veces nos condiciona al punto de aprisionarnos
en rutinas donde la creatividad, la investigación, ni tan siquiera son
bienvenidas. Pero ahí es donde tenemos que recurrir al mismo motor genético y
a no dejarnos avasallar por esa realidad, para entonces insistir, en todos los
espacios que podamos hacernos, para avanzar en esa ampliación del horizonte. Y
muchas veces esa experiencia y ese conocimiento que precisamos se encuentra en
otras personas, por eso es tan importante avanzar en ampliar el horizonte de
personas que conocemos, cuantas más personas, más vidas, más experiencias, más amplio
será nuestro horizonte, mejor serán nuestras decisiones.
Por esto, optemos
siempre por abrirnos a la creatividad, al estudio, a la curiosidad, al
desarrollo de ideas, al compartirlas con otros, al conocer nuevas personas con
las que compartir y crear, y eso sin duda nos va a mantener en el camino del
desarrollo de la vida, de la propia y de la de los demás.
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