Hay personas creyentes que piensan que la ciencia es
incompatible con la fe cristiana porque no concuerda con la narración de la
creación que hace la Biblia. El libro del Génesis describe la creación por
parte de Dios del mundo, las plantas, los animales y los seres humanos. En
particular, la evolución gradual de los seres humanos a partir de antepasados
que no eran humanos parece incompatible con una interpretación literal del
Génesis.
Sin embargo, muchos exégetas y teólogos han rechazado una
interpretación literal de la Biblia, ya que contiene afirmaciones mutuamente
incompatibles. El libro del Génesis ofrece dos narraciones diferentes de la
creación. En el capítulo 1 figura la narración familiar de la creación en seis
días, en la que Dios crea a los seres humanos, tanto al varón como a la hembra,
en el sexto día, después de crear la luz, la Tierra, los peces, las aves y los
animales. Pero en el capítulo 2 aparece una narración diferente, según la cual
la creación del mundo comienza cuando “Dios formó al hombre del polvo de la
tierra”. Después de crear las plantas y los animales y pedirle al hombre que
les diera nombre, Dios le hace caer en un sueño profundo le saca una costilla,
de la cual “formó una mujer y se la presentó al hombre”.
¿Cuál de las dos narraciones de la creación es la correcta?
No estarán en contradicción si entendemos que trasmiten el mismo mensaje: que
el mundo fue creado por Dios y que los humanos somos sus criaturas.
Teólogos y exégetas han afirmado a través de los siglos
hasta los tiempo actuales que la Biblia es infalible con respecto a las
verdades religiosas, no en asuntos que no son importantes para la salvación. Ya
a principios del siglo V escribía San Agustín que los cristianos no deben
tratar de resolver cuestiones científicas con las Sagradas Escrituras. En 1981,
el papa Juan Pablo II escribió que la Biblia "nos habla del origen del
universo y su creación, no para proporcionarnos un tratado científico sino para
establecer las correctas relaciones del hombre con Dios y con el universo [...]
y con el fin de enseñar esta verdad se expresa en los términos de la cosmología
conocida en los tiempos del escritor sagrado.”
La ciencia y las creencias religiosas no tienen por qué
estar en contradicción. La ciencia y la religión son como dos ventanas
diferentes para observar el mundo. Las dos ventanas dan al mismo mundo, pero
muestran aspectos diversos de él. La ciencia se ocupa de los procesos que
explican el mundo natural: las galaxias y estrellas del espacio, cómo se mueven
los planetas, la composición de la materia y el origen de los organismos,
incluyendo los seres humanos.
La religión se ocupa del significado y propósito
del mundo y de la vida humana, la correcta relación entre los seres humanos y
el Creador y entre ellos mismos, y de los valores morales que inspiran y
gobiernan la vida de las personas.
Es posible creer que Dios creó el mundo, al tiempo que se
acepta que planetas, montañas, plantas y animales, incluyendo los seres
humanos, se produjeron, después de la creación inicial, por procesos naturales.
En lenguaje teológico, Dios actúa a través de causas secundarias. De manera
parecida, al nivel del individuo, una persona puede creer que es una criatura
de Dios sin negar que se haya desarrollado por procesos naturales a partir de
un óvulo fecundado en los ovarios de su madre.
Los científicos aceptan la evolución de los organismos con
el mismo grado de confianza con que aceptan otras teorías científicas totalmente
comprobadas, como la revolución de la Tierra alrededor del Sol, la expansión de
las galaxias, la teoría atómica o la teoría genética de la herencia biológica.
El origen de nuestra especie, Homo sapiens,
a partir de antepasados que no eran humanos es una conclusión científica
corroborada más allá de toda duda razonable. Pero aceptar esta conclusión es
compatible con creer en Dios y que somos sus criaturas.
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