Siempre hemos pensado que la escuela es un lugar
muy peculiar por un hecho muy sencillo: todos y cada uno de nosotros hemos
pasado por ella en algún momento de nuestra vida, cuando menos como alumnos.
Eso la convierte en la institución social por excelencia, aquella sobre la que
todos nos sentimos con derecho a opinar. Hombres y mujeres de distintas
profesiones y ocupaciones la conocen, pues le dedicaron su asistencia o
"abstinencia" durante bastantes años de su infancia. Pero
curiosamente pocos ciudadanos ajenos a la pedagogía y la didáctica hablan de la
escuela del siglo xxi con propiedad, ya que afortunadamente y desde algún
tiempo la escuela se encuentra en una profunda transformación.
En este artículo vamos a abordar los cambios que ha sufrido la escuela durante
los últimos años, en los que poco a poco se han ido elaborando una serie de
estrategias metodológicas útiles para atender a la diversidad, que la han
convertido en una escuela de tipo inclusivo, en la que, en palabras de Stainback el
objetivo es "garantizar
que todos los alumnos –los discapacitados físicos y psíquicos graves y
profundos, los que plantean serios problemas de disciplina, los corrientes, los
superdotados y quienes están en situación de riesgo– sean aceptados en pie de
igualdad, reconocidos por lo que cada uno tiene que ofrecer a la comunidad
educativa y se les ofrezcan las adaptaciones curriculares necesarias para que
su aprendizaje sea satisfactorio" .
El modelo inclusivo, afán de superación de la escuela exclusiva de la educación
especial, plantea metodologías y estrategias de corte constructivista y
cooperativo, capaces en su definición de atender a la diversidad dentro del
aula, de educar a todos los alumnos en aulas y escuelas ordinarias.
Esa diversidad natural, fruto de las diferencias individuales, es inicialmente
asumida como característica propia de la sociedad y, por lo tanto, de la
escuela. Una vez aceptada de forma natural, se afronta no con el objetivo de
que todos los individuos alcancen los mismos objetivos, sino valorando en qué
medida pueden alcanzarlos cada uno de ellos.
En palabras de Stainback y Stainback, el término "inclusión" hace
referencia a la posibilidad de acoger a todos los alumnos, enseñar a todos
dentro de una misma escuela. Con el objetivo de que todos los alumnos se
sientan acogidos y seguros, y que se les apoye desde la escuela en los planos
educativo y social, este nuevo enfoque inclusivo pretende garantizar que todos
los alumnos, independientemente de sus características personales, sean
aceptados en igualdad, reconocidos por lo que pueden ofrecer y ayudados a
alcanzar un aprendizaje satisfactorio.
De este modo, el hecho de que todos los alumnos se sientan acogidos e
integrados en el aula de forma normalizada, tal como se encontrarán en la
sociedad, implica el punto de partida del tratamiento individualizado de sus
necesidades, garantiza que sean aceptados como miembros valiosos del grupo y
les concede la oportunidad de ser ayudados de forma específica.
Las comunidades
inclusivas son capaces de reconocer las características
personales de cada alumno, sus dificultades, fortalezas y talentos, y
desarrollan métodos para estimularlos y utilizarlos, destacando el componente
social del aprendizaje y estableciendo la importancia de las interacciones
entre iguales. «Las personas son interdependientes» y uno de los factores más
relevantes en el proceso docente es el grado en que se relacionan alumnos,
padres y profesores, el nivel de compromiso que adquieren y – ¿por qué no?– los
lazos de amistad que se establecen entre ellos.
Una de las estrategias más relevantes de la escuela inclusiva es la metodología
cooperativa,
que sustenta el aprendizaje en la interacción social entre iguales y en el
establecimiento de un clima adecuado que facilite múltiples aprendizajes.
A lo largo de las próximas páginas intentaremos detallar la fundamentación
teórica de esta sorprendente metamorfosis de la escuela del siglo xx que,
propulsada por los cambios sociales, culturales, políticos, económicos, etc.,
tiene como resultado una escuela con una mayor conciencia social y una mejor
preparación para la consecución de aprendizajes efectivos.
El resultado final de la crisálida, desde el punto de vista pedagógico y
teórico, da lugar a una mayor profesionalización de los maestros. El docente
está hoy técnicamente más preparado y eso hace que el momento de cambio en el
que nos encontramos inmersos obedezca más a una revolución de carácter
científico que de otra índole.
Dentro de esta evolución de la escuela el aprendizaje
cooperativo es, en la actualidad, una de las herramientas
más poderosas que tenemos para atender a la diversidad dentro de las aulas. A
la diversidad de siempre, a la diversidad de ahora y a esa «otra diversidad» de
la que trata este libro: los alumnos con altas capacidades.
Junto con la utilización de otras medidas de tipo específico, como pueden ser
los programas de enriquecimiento extracurricular, el uso de métodos
cooperativos en el aula puede completar, de forma adecuada, un desarrollo
equilibrado del alumno con altas capacidades en múltiples aspectos, al mismo
tiempo que beneficia al resto del grupo clase y mejora el clima de convivencia.
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