La Libertad es parte de la naturaleza humana: somos
individuos únicos, con gustos y deseos propios, no somos una copia de algo o
alguien, no somos una parte de un ejército de robots que pueden ser programados
por quien ostenta el poder.
Para ser plenamente humanos, todos debemos tener la libertad
de tomar nuestras propias decisiones y gobernar nuestras vidas según nuestras
creencias y metas, siempre y cuando permitimos lo mismo para los demás. La
libertad de los otros es parte de mi libertad. El sabio refrán dice, tu derecho
termina donde empieza el mío.
La Libertad funciona. A lo largo de la historia se demuestra
una y otra vez que donde hay libertad siempre florece la cooperación
interpersonal, hay innovación y creación de riqueza que permite a los seres
humanos vivir una vida más digna. Sin libertad no hay vida plena ni florece lo
mejor de cada ser humano.
La libertad es la única forma de organización social,
política y económica que requiere que vivamos con altos estándares de conducta
ética, y nos recompensa cuando lo hacemos. Nuestro principal activo en una
sociedad libre es nuestro prestigio. Esta es la diferencia fundamental entre
una sociedad que respeta la libertad, y una sociedad que abraza los lazos
paternalistas como alternativa a la toma de decisiones por cada individuo.
En
las sociedades paternalistas, no surgen altos estándares éticos de conducta. No
hay premio por ser un ciudadano de bien, se le da lo mismo al que es excelente
en su actuar, que, a quien es mediocre en su caminar.
La vida sin libertad es impensable. ¿Quién quiere vivir atado
a la correa de otro?, ¿quién quiere vivir temiendo que a cada paso, aquellos
armados con la fuerza y poder, podrían atentar contra su vida y pertenencias,
aunque lo hagan con buenas intenciones?
Vale la pena luchar por la libertad. Nos da una sociedad más humana, con más
riquezas pero sobre todo con estándares éticos más altos..
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