Imaginémonos
entrando a una galería de arte y encontrando de frente un cuadro que representa
un retrato, la primera imagen que tu mente produjo de ese retrato en este
momento es la creación personal de tus experiencias y pensamientos.
Bien, cada
artista posee también un cúmulo de experiencias, motivaciones
y herramientas que le llevan a crear, en este caso un cuadro, y el
resultado estará en función de cómo combine el artista esos elementos. Si
ostenta técnica quizás podamos observar en esa galería imaginaria un cuadro muy
similar a una fotografía, si además de la técnica influye en el creador un
proceso de reflexión acerca de lo que desea mostrar, como por ejemplo. Algunas
motivaciones personales, el carácter mismo de quien será retratado o una
interpretación de cómo lo ve el artista, seguramente observaremos algunas
variaciones en la postura del modelo, en la composición del cuadro, en el uso
de los colores o la falta de ellos, la elección de los materiales y hasta la
presentación misma del retrato. De esta forma el o la autora de una obra sigue
un camino propio, un proceso creativo de niveles más intrincados que la simple
observación.
Lo mismo se puede explicar en cualquier obra de cualquier
disciplina creativa, ya sea una obra musical con el ordenamiento de sus tonos y
la composición de su letra o los movimientos en el caso de la danza.
Pero si hablamos de
lo esencial del procedimiento en cuestión, previamente a la culminación del
cuadro que nos hemos imaginado, en el método de Belcastro existiría, además, un
momento de crítica constructiva colaborativa al interior del grupo o colectivo
de personas que son parte de este proceso, ingrediente que alimentará la obra
del artista con esos aportes y puntos de vista, orientando así el rumbo final
de la que ya se habría convertido en parte de una “creación colectiva”.
Para encausar una
reflexión honesta acerca de los motivos que desearían mostrar en sus obras, las
personas asistentes al taller tuvieron dificultad en desinhibirse, lo cual es
un requisito primordial, pero, poco a poco la confianza para ese objetivo se
fue dando. Luca Belcastro confiesa que, en la mayor parte de Latinoamérica,
estas costumbres artísticas colaborativas son un denominador común y que
influyeron de manera importante en el método que él estructuró.
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