El hombre actual muestra un interés cada vez mayor por
conocer la psicología de los individuos y los grupos: el trasfondo, de la
publicidad y la propaganda o la mecánica de las relaciones interpersonales.
La
psicología, el estudio de todo ello, es una vieja costumbre humana que sólo en
los últimos siglos ha adquirido rango de ciencia. Una tupida red de escuelas o
esquemas interpretativos del hecho humano luchan por la exclusiva en la
interpretación de los hechos.
Yves Pélicer, médico francés del hospital Necker,
de París, y profesor de la Universidad René-Descartes, director de una
monumental obra de divulgación psicológica en su país, vino a Madrid a
participar en diversos actos culturales, invitado por el catedrático de
psiquiatría Ruiz Mateos, y explicó a EL PAIS algo del porqué de este boom de la
psicología en los intereses del hombre de la calle.
«Pienso que en la época actual hay una absoluta necesidad de
promocionar los estudios de psicologia -comienza diciendo el profesor Yves
Pélicer-. El hombre contemporáneo vive una situación única en la historia del
mundo, sin referencia tradicional alguna. Vivimos en una tina mezcla de culturas,
estamos agredidos por una multiplicidad de datos informativos. Para defenderse
de ello, debemos conocer los mecanismos de la propaganda y la publicidad, la
mecánica de las relaciones interpersonales.»El doctor Pélicer ha dirigido una
monumental obra francesa en el campo de la divulgación psicológica.
Se trata de Univers
de la psychologie, una obra en seis tomos que va a ser editada en España
por Sedrnay. «¿Por qué ese interés creciente del hombre de la calle hacia la
psicología?» «El hombre necesita la psicología para su realización personal
-continúa el científico francés-, porque si decimos que es una defensa ante sus
problemas puede entenderse sólo como un síntoma de miedo o ansiedad.
La
psicología permite una mejora de la relación humana, una apertura, una
tolerancia hacia el otro.»
Esta comprensión de nuestros mecanismos de funcionamiento
y de los de los demás podrían facilitar mucho la convivencia, según el doctor
francés. «Si yo no puedo entender lo que es el otro, pienso que es un loco,
malo. La posibilidad de interpretar es la primera parte de la posibilidad de
aceptar al otro, con su diferencia.»
«La psicología -asegura- es la capacidad de respetar en cada
sei humano la dignidad profunda del individuo, la posibilidad de admitir que
para cada individuo existe una forma diferente de vivir y existir. La única
forma de vivir para un hombre es producir su vida. Y la única posibilidad de
rendimiento para un grupo social es dar la posibilidad a cada individuo de
producir su propia vida.»
Ante la polémica y la lucha que enfrenta a unas y otras secuelas
psicológicas, tanto por parte de las que reducen el funcionamiento de los seres
humanos al de sus hormonas o intenten convertir nuestras emociones en mera
química, como por parte de los que reducen ese comportamiento a una u otra
parte de su afectividad, Pélicer considera que existen tres dimensiones en el
funcionamiento humano.
«No sólo es el cerebro quien actúa -dice- ni lo que cuenta,
sino el cuerpo en su integridad. El hombre no es únicamente su cerebro, también
su cuerpo. El hombre piensa también con su sexo... Esto es una verdad de la
teoría psicoanalítica, pero no es toda la verdad... El hombre confunde parte de
la verdad con la totalidad de la verdad.»
Esta incapacidad del individuo humano por conseguir una
globalidad es lo que le lleva, según Yves Pélicer, a «esa fatalidad de parcialización».
El no cree que reducir los hechos a códigos cerrados de interpretación sea una
postura realmente científica, aunque así lo reclamen las diversas escuelas. «La
actitud reduccionista -afirma- parece una actitud científica porque ofrece una
cerrada interpretación de precisión, coherencia interior; pero ello no supone
verdadera ciencia. Sólo es apariencia de ciencia. Sin embargo, el eclecticismo
es hoy más ciencia que nunca, en este momento de la historia.»
Todos los hechos de la existencia de los seres humanos y los
pueblos deben ser, pues, respetados, incluso aquellas facetas, frecuentemente
desestimadas, que hacen referencia a la capacidad de trascendencia del
individuo humano. «Hay un nivel biológico -concluye Pélicer-; otro,
psicológico, experiencial, y un tercero, interpersonal. Porque no todo lo
experiencial es relativo al medio social.
También cuenta lo vivido
anteriormente con los demás o con uno mismo; con el cosmos; con la
trascendencia... Todo esto falta, a veces, en Pavlov,
Skinner... Es una
dimensión olvidada por Freud, aunque recuperada, en parte, por Jung, que ahora
es un autor actual... Todos los niveles de la existencia son importantes. Si un
hombre dice que no es importante uno de los tres niveles, ese hombre no es un
verdadero psicólogo... Entonces, cabe preguntarse: ¿Por qué ese hombre rechaza
un nivel de los tres?»
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