El amor propio es la aceptación, el respeto, las percepciones, el valor, los
pensamientos positivos y consideraciones que tenemos hacia nosotros mismos y que puede
ser apreciado por quienes nos rodean.
El
amor propio depende de nuestra voluntad para querernos, no de
quienes están a nuestro alrededor ni de las situaciones o contextos en los
cuales no desenvolvemos.
El amor propio es el reflejo de cómo es la relación y los
sentimientos que tenemos por nosotros mismos, hacia nuestro físico,
personalidad, carácter, actitudes y comportamientos.
Cuando los individuos reconocemos el amor apropio, es porque
se ha alcanzado un equilibrio entre el estado anímico y nuestra autoestima. Ese
equilibrio se proyecta al exterior como un sentimiento de bienestar que se
expresa de diversas maneras y se goza.
En general, se dice que antes de amar a otra persona primero debemos amarnos a nosotros
mismos para así
saber valorarnos, reconocer que merecemos cosas buenas y bonitas a lo largo de
la vida y que somos dignos de amar y ser amados.
La felicidad es la meta principal del amor propio, ser
felices por aceptarnos como somos sin dejar que personas que sean externas y
ajenas a nuestra familia y círculo de seres queridos intervengan.
La familia y la educación son bases fundamentales para
construir y fortalecer el amor propio.
En el hogar, son los padres y seres queridos son quienes
tienen la responsabilidad de afianzar, desde temprana edad, la confianza en
nosotros mismos y de hacernos entender lo importante que es aceptarnos tal cual
somos, saber reconocer nuestras virtudes y defectos, fortalezas y debilidades.
Las personas que sienten amor propio se caracterizan por ser
amigables, respetuosas, amorosas, independientes, se preocupan por su
crecimiento personal, su estado de salud, su formación y dar lo mejor de sí en
todas las actividades que desarrollen, entre otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario