A lo largo de nuestra vida , casi sin darnos cuenta, vamos
cargando una mochila emocional de palabras no dichas, sentimientos no expresados, heridas que duelen,
historias ajenas que asumimos como propias, lealtades
familiares que hacemos nuestras entre otras muchas cosas.
En piloto automático llevamos un
peso en los hombros que cada vez pesa más y más. Llega un punto
que es tanto el peso que explotamos, o lo soltamos de golpe, o incluso nos
rendimos. En el mejor de los casos pedimos ayuda. Pero a menudo podemos pensar
que este peso nos toca llevarlo solos, que no hay nada que podamos hacer para
remediarlo. Enfado no expresado, miedo no resuelto, tristeza de compañera
perpetua…. ¡¡Cuántas cosas vamos acumulando en nuestra mochila!!
Todo lo que vivimos deja una marca en nuestro cuerpo a lo
largo de los años. Tenemos
memoria emocional, que se va acumulando en nuestro día a día. Desde traumas del pasado, heridas infantiles hasta lemas
familiares y responsabilidades que no son nuestras.
En la mochila también
van vivencias positivas, pero esas no pesan normalmente. Esas son livianas y
ligeras. Lo que pesa, es lo que duele, son los asuntos pendientes no resueltos,
lo que me hubiera gustado decir y no dije.
"Las heridas emocionales de nuestra infancia que no
quedan sanadas, dejan una marca en nuestro cuerpo y se acumulan en nuestra
mochila emocional".
¿Podemos gestionar nuestra mochila emocional? O ya es una
carga insalvable y perdida? ¿Es posible soltar lastre? ¿Es posible
dejar ir? ¿Hay posibilidad de vaciar nuestro pasado y sentirnos
ligeros en nuestro presente? La respuesta es un rotundo SÍ.
¿Okay, se puede. ¿Pero, cómo? ¿Cómo lo hago si llevo
tantos y tantos años con esta mochila que ya parece parte de mi piel? ¿Si
ya no sé lo que es vivir sin esta mochila porque incluso me he acomodado a
ella?
1. Se consciente de que la mochila PESA: Porque a
veces llevamos tanto equipaje que ya nos hemos habituado a él y lo normalizamos
o incluso lo minimizamos. - :¡No pesa tanto! Nos podemos decir. Pero
en realidad si que duele y pesa.
2. Ponla delante tuyo en vez de detrás: Cierra
los ojos. Visualiza tu mochila emocional delante de ti. ¿Qué color tiene? ¿Qué
forma tiene esta mochila? ¿Cuán grande es?
3. Abre la mochila: Mientras cierras los ojos, imagina
que vas vaciando esta mochila poco a poco. ¿Qué hay dentro? ¿Cuántas cosas
pendientes tienes sin resolver? Desenreda el nudo que compone esta mochila. Si
separas la carga de pronto ya no parece tan pesada.
4. Identifica qué cosas te cuesta más soltar: Una
vez vayas sacando las cosas poco a poco, Ej. La rabia hacia una situación,
el hacerte cargo de asuntos que no son tuyos, el pasado que fue mejor.
5. Suelta lo que ya no te sirve: Identifica lo que te
toca aceptar a ti y el resto déjalo a quien corresponda. (Con el pasado, con
tus padres, a la vida)…
6. Deja solo lo que te va servir de aprendizaje de
vida: Hay cicatrices que al tocarlas nos refuerzan y nos vuelven
resilientes; nos empujan a vivir con más fuerza.
Suelta amarres, deja la mochila medio vacía para hacer espacio a
las nuevas experiencias que tienes por delante. Así podrás
arriesgarte a vivir con una mirada curiosa y nueva.
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