domingo, 13 de enero de 2019

Tenerlo Todo Y No Tener Nada


Mucho se ha escrito sobre lo importante que es poseer experiencias en vez de cosas. “Ay, sí”, asentimos todos, “qué bueno eso de viajar y de vivir la vida”, añadimos mientras suspiramos y preparamos una reunión con nuestro jefe de hace diez años.

Porque una cosa es leer artículos en una web y querer ser la protagonista loca que lo ha vendido todo y se compró una furgoneta, otra es hacerlo. En el fondo, ninguno de nosotros sacrificaría todos sus bienes para convertirse en una noticia viral por un día. Bueno, quizás para eso sí (así son nuestros egos del siglo XXI), ¿pero para vivir a lo loco? Quita, bicho.

No voy a escribir sobre la importancia de lo intangible. Si a esas alturas ya no lo tenemos claro, mal vamos. Quiero hablar sobre lo interesante que es, en el fondo, no tener nada asegurado. Es decir, de lo fantástico que es ser cualquiera. Porque tú tendrás un trabajo fijo, un novio de toda la vida, una salud de escándalo y una hipoteca asumible, pero ninguna de esas cosas son inamovibles. Así que por muy estable que te veas ahora, no es garantía de que lo estés mañana. Ya ves, al final tú, el que supuestamente lo tiene todo, y aquel otro que de entrada no tiene nada, tenéis exactamente lo mismo: una vida, y poca cosa más. Y ni siquiera la vida es algo seguro. Menudo bajón.

“¿Y para qué escribes esa patraña?” me preguntarás. Créeme, no tengo la intención de amargarte el día. Sólo quiero que seas consciente de que no tener nada es más bien una ventaja. El día en el que te des cuenta que todo aquello que te “ata” a un lugar o un tipo de vida no son otra cosa que una ilusión óptica, te sentirás mucho más tranquilo. La estabilidad no existe. Es un invento del ser humano para sentirse menos desubicado. Un invento inútil, por cierto. Una mentira que, como otras tantas, nos hace daño y nos sumerge en algo que evitamos a toda costa: la esclavitud.

Repito: no tener nada es una ventaja. Y, visto lo visto, nadie tenemos nada porque la mayoría de las cosas no nos pertenecen y las que sí no durarán para siempre. Entonces… si sabemos que la estabilidad es una mentira, ¿por qué nos empeñamos en seguir un patrón de vida?

Ganas de decirle, a ti y a todos, que te dejes de tonterías y te alegres por no tener nada a tu edad. Porque el que lo tiene, tampoco lo tiene, pero cree que sí y está tremendamente equivocado. ¡Menudo camino le toca por recorrer!
No, no es un artículo que critica la vida en pareja y un trabajo estable. No, no es un llamamiento anti sistema. No, no es una motivación para los supuestamente fracasados, socialmente hablando. Qué va.
Sólo es una pequeña llamada de atención para los flipados que creen tenerlo todo y los desgraciados que se quejan por no tener nada: estás en lo mismo. Y lo mejor que podes hacer es excluir la palabra “estabilidad” de nuestro vocabulario. Quizás se atrevan a vivir más la vida.


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