Mucho se ha escrito sobre lo importante que es poseer
experiencias en vez de cosas. “Ay, sí”, asentimos todos, “qué bueno eso de
viajar y de vivir la vida”, añadimos mientras suspiramos y preparamos una
reunión con nuestro jefe de hace diez años.
Porque una cosa es leer artículos en una web y querer ser la
protagonista loca que lo ha vendido todo y se compró una furgoneta, otra es
hacerlo. En el fondo, ninguno de nosotros sacrificaría todos sus bienes para
convertirse en una noticia viral por un día. Bueno, quizás para eso sí (así son
nuestros egos del siglo XXI), ¿pero para vivir a lo loco? Quita, bicho.
No voy a escribir sobre la importancia de lo intangible. Si
a esas alturas ya no lo tenemos claro, mal vamos. Quiero hablar sobre lo
interesante que es, en el fondo, no tener nada asegurado. Es decir, de lo
fantástico que es ser cualquiera. Porque tú tendrás un trabajo fijo, un novio
de toda la vida, una salud de escándalo y una hipoteca asumible, pero ninguna
de esas cosas son inamovibles. Así que por muy estable que te veas ahora, no es
garantía de que lo estés mañana. Ya ves, al final tú, el que supuestamente lo
tiene todo, y aquel otro que de entrada no tiene nada, tenéis exactamente lo
mismo: una vida, y poca cosa más. Y ni siquiera la vida es algo seguro. Menudo
bajón.
“¿Y para qué escribes esa patraña?” me preguntarás. Créeme,
no tengo la intención de amargarte el día. Sólo quiero que seas consciente de
que no tener nada es más bien una ventaja. El día en el que te des cuenta que
todo aquello que te “ata” a un lugar o un tipo de vida no son otra cosa que una
ilusión óptica, te sentirás mucho más tranquilo. La estabilidad no existe. Es
un invento del ser humano para sentirse menos desubicado. Un invento inútil,
por cierto. Una mentira que, como otras tantas, nos hace daño y nos sumerge en
algo que evitamos a toda costa: la esclavitud.
Repito: no tener nada es una ventaja. Y, visto lo visto,
nadie tenemos nada porque la mayoría de las cosas no nos pertenecen y las que
sí no durarán para siempre. Entonces… si sabemos que la estabilidad es una
mentira, ¿por qué nos empeñamos en seguir un patrón de vida?
Ganas de decirle, a ti y a todos, que te dejes de tonterías
y te alegres por no tener nada a tu edad. Porque el que lo tiene, tampoco
lo tiene, pero cree que sí y está tremendamente equivocado. ¡Menudo camino le
toca por recorrer!
No, no es un artículo que critica la vida en pareja y un
trabajo estable. No, no es un llamamiento anti sistema. No, no es una
motivación para los supuestamente fracasados, socialmente hablando. Qué va.
Sólo es una pequeña llamada de atención para los flipados
que creen tenerlo todo y los desgraciados que se quejan por no tener nada:
estás en lo mismo. Y lo mejor que podes hacer es excluir la palabra
“estabilidad” de nuestro vocabulario. Quizás se atrevan a vivir más la
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario