Entrenar la confianza supone
aprender a darse a uno mismo, sin cargar con lo anteriormente vivido. De este
modo, cuanto más cultivamos la confianza en nosotros mismos, más podremos
confiar en nuestras relaciones, en la naturaleza, y en todos los desafíos que
vienen en la vida, en nuestra carrera profesional, en el devenir…
Cuando sintamos que
nos falta esta actitud, es recomendable girar la atención hacia el propio
cuerpo y sentir como nuestro organismo funciona de forma autónoma sin que
nosotros hagamos nada, aprendemos a darnos cuenta de que ya confiamos en
nuestro cuerpo.
Sabemos que estamos
cultivando la confianza cuando sintonizamos con los compañeros de viaje, de
vida, con los otros integrantes del equipo: tenemos presente que cada uno
aporta lo que tiene para ofrecer y sentimos que unimos talentos para generar
sinergia y complicidad. Podemos delegar puesto que confiamos.
¿Cómo te sientes
cuando puedes confiar en los otros compañeros de viaje? ¿Te sientes participe,
sientes la motivación, la inspiración y el compromiso conjunto?
A medida que
practicamos la atención plena, nos damos cuenta de que somos nosotros mismos
los que mejor sabemos “qué es lo que cada momento nos trae”. Dejamos de tener
la necesidad de maestros exteriores, de “expertos” que nos cuenten qué nos está
pasando aquí y ahora.
Se trata de confiar en la propia autoridad para conocerte
a ti mismo, en lugar de buscar esa autoridad fuera de ti, de confiar en ti y en
tus propios sentimientos.
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