Pensemos, por
ejemplo, en la telefonía móvil... puede parecer que llevamos toda la vida
utilizándola, sin embargo hace veinte años vivíamos sin ella.
Los
avances tecnológicos que estamos viviendo son vertiginosos, y uno de los
principales responsables de esta aceleración ha sido sin lugar a dudas,
Internet. La rapidez y facilidad de comunicación hace que el conocimiento se
transfiera más deprisa y por tanto los cambios son cada vez más rápidos.
Pero Internet no
sólo es un lugar de transferencia de conocimiento; hoy en día ya nadie discute
que ha supuesto una auténtica revolución social, hasta tal punto que se ha
convertido en un nuevo entorno de socialización.
Durante siglos, el
entorno familiar, el barrio, y la escuela eran los lugares donde nuestros
menores se relacionaban con otras personas; durante siglos, hemos educado a
nuestros menores para vivir en sociedad, les hemos enseñado a conocer y
prevenir los “riesgos de la calle” y les hemos educado para que convivan del modo
más seguro y saludable posible.
Cada época y cada
lugar ha tenido sus riesgos y los padres han educado a sus hijos para
prevenirlos conformes al momento en que les ha tocado vivir.
Por poner un
ejemplo, hace 200 años la preocupación no era que los menores salieran a la
calle y fueran atropellados por un vehículo a motor, básicamente porque no
existían. Hace cincuenta años, cuando ya empezaba a incrementarse el número de
coches en las ciudades, la circulación comenzó a ser un motivo de preocupación,
y los padres y educadores, siempre velando por los menores, comenzaron a
inculcarles la importancia de la seguridad vial.
Los padres y
educadores de hoy, tenemos que ser conscientes y conocedores que Internet es ya
un entorno de relaciones sociales, y por tanto tenemos también que educar a
nuestros menores para protegerse en este nuevo medio de socialización, puesto
que los “riesgos de la calle” ahora están también en Internet.
Palabras como
Ciberbullying, Grooming, Sexting, Phishing… son algunos términos que definen
los riesgos actuales en Internet. Además hemos de tomar conciencia que el
hecho de que nuestros hijos estén en el hogar, ya no es garantía de que se
encuentren libres de riesgos, puesto que Internet es una puerta abierta al
mundo.
Puede parecer al
leer estas líneas que en Internet nuestros menores están en peligro, pero lo
cierto es que no mucho más de lo que pueden estarlo en la calle, pues al fin y
al cabo estamos hablando de socialización con todo lo que ello conlleva; cambia
el medio, cambian las formas pero en el fondo, los riesgos siguen siendo
similares, y al igual que nuestros padres y abuelos nos educaron para vivir en
calles repletas de coches, y nos enseñaron a mirar a ambos lados antes de
cruzar, del mismo modo nosotros tenemos que educar a nuestros menores a
convivir en este nuevo y cambiante entorno.
No debemos perder
nunca de vista que el uso de Internet, bien dosificado y administrado, puede
ser un gran apoyo para nuestros menores en la vida diaria como herramienta
personalizada y útil de información, formación y socialización, en beneficio de
su propio desarrollo como ser humano.
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