Nuestra sociedad
actual adolece de cierta desnutrición de literatura pese a la gran cantidad de
títulos y obras que se encuentran a nuestra disposición. Esta deficiencia
vitamínica se refleja en nuestro lenguaje, tendencias e incluso en nuestras
decisiones.
Que
los libros ejercen o pueden ejercer una poderosa influencia en nuestras vidas,
es hoy un hecho incuestionable, no en vano, en el pasado, algunos gobiernos
totalitarios y opresores los hicieron arder amontonados en las principales
ciudades de Europa. La influencia positiva que incide la lectura de libros
sobre nuestras vidas y facultades del pensamiento, el crecimiento personal y
salud mental está ampliamente documentada por los estudiosos y eruditos
modernos.
Pero hemos de reconocerlo, no a todo el mundo le atrae la lectura.
Para algunos es una tarea tediosa y forzada. Un ejemplo de ello lo encontramos
en las listas de lecturas obligatorias para alumnos de diferentes cursos y
especialidades. Los alumnos se sienten obligados a realizar esas lecturas porque
forman parte del programa docente con el que se evalúan sus notas y no porque
voluntariamente hayan escogido los títulos.
Según un reciente estudio realizado por el CIS en torno a la
lectura, una buena parte de los entrevistados reconocía que no le gustaba la
leer. La encuesta se realizó a 2.477 adultos mayores de 18 años en 237
municipios de 49 provincias españolas. El barómetro arrojó los siguientes
resultados: La 44,9% dicen que no leen porque no les gusta, ni las interesa.
Los que aducen falta de tiempo son el 24,8% y los que prefieren otras formas de
ocio y por eso no leen son el 16,4%, los 13,90% restantes prefieren leer
periódicos, revistas u otros formatos digitales. En resumidas cuentas, una
numerosa parte de la población adulta no disfruta de la lectura de un libro.
Los
motivos pueden ser diversos, la mayoría de las personas que viven en las
grandes ciudades y que están rodeadas por una abundante y variada información
audiovisual, subestiman profundamente la lectura. La mayoría prefieren ver la
película antes que leerse el libro en el que se inspiraba el argumento y en
nuestra mente insistimos en justificar esta elección, bien sea por que es más
rápido, cómodo o por que leer nos da mucha pereza.
En una
conocida web sobre opiniones y hábitos se ha elegido un sugerente título para
hablar de esta realidad social: “El hábito de leer, una actividad para
enamorarse”
Antes de nada debemos decir
que muchas veces existe un desconocimiento de lo que se experimenta cuando un
relato te atrapa, te envuelve y prácticamente te deja sin aliento hasta que
finalmente completas su lectura. Cuando se crea este vínculo entre el lector y
el libro, ya no hay lugar para el aburrimiento ni la fatiga de la lectura, ya
no nos importa el sacrificio de abrir sus páginas, porque sencillamente nos
encontramos tan fascinados con la narración que solo deseamos terminar nuestras
rutinas para acudir de nuevo al abrigo de sus páginas.
Debemos esforzarnos en
preparar lecturas que les dejen buen paladar, que les causen placer y
satisfacción, sabiendo que el placer es indispensable para asumir el esfuerzo
de subir nuevos peldaños, de hacer nuevas conquistas”.
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