sábado, 12 de enero de 2019
Se Escurre La Vida
Estamos tan inmersos en la búsqueda de la felicidad, ese ideal de vida, de cuerpo, de amores, de amistades, de profesión, de posesiones materiales, que muchas veces somos incapaces de identificar lo que ya es ideal en nuestras vidas.
Ni bien logramos ascender un escalón en nuestra búsqueda, ya estamos automáticamente luchando por el siguiente escalón. ¿Está mal? No necesariamente, pero ¿y si el escalón al que llegamos ya es el ideal y la lucha por subir al siguiente no nos permite disfrutar?
Supongo que me dirán que es inherente al ser humano, siempre queremos más. Y es posible. Pero así como ejercitamos otras habilidades, no podríamos dedicarnos un poco a disfrutar de donde estamos, lo que conseguimos y dejar de vivir corriendo tras ideales que muchas veces no van a completar más esa felicidad esquiva. Porque esa felicidad está dentro nuestro, es mi capacidad de encontrarla y hacerla protagonista en mi día a día la que me permite disfrutarla. Convertirla en una actitud frente a la vida más que en una persecución activa que me impide disfrutar hoy de mi presente (regalo, obsequio) obsesionado por un futuro mejor siempre.
Qué pasa si hoy de manera objetiva, intento descubrir en qué aspectos me siento pleno, en el escalón correcto y en cuáles no, así me enfoco y trabajo exactamente ahí donde necesito, mientras ¡disfruto! Sin culpas. De todo el amor que me rodea, de la gente que me quiere bien (gracias) y esquivando a los que me quieren mal (lo siento, la vida es demasiado corta para enredarnos en odio y amarguras, a otra cosa mariposa).
Hay veces que debemos plantearnos y plantarnos! Detrás de esa búsqueda incesante, debemos accionar. Identificar qué, hacer un plan, seguirlo y modificar ese algo que empaña mi vida. Y el foco, en lo lindo, en lo que me apasiona, en el amor, en la amistad de verdad, en las risas espontáneas, en saludar a desconocidos por la calle, en regalar sonrisas solo por el hecho de que sabemos que alguien nos va a devolver otra, en cambiar de planes sin pensarlo demasiado, en hacer locuras que arranquen carcajadas a las personas que queremos. Vivir felices es una obligación nuestra, propia. No podemos dejarla en manos de otro. No vale la pena vivir en blanco y negro, vivir de recuerdos o de lo que hubiera sido si… construyamos esa vida que queremos y seamos las personas que queremos ser, la huella que queremos dejar cuando no estemos.
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