Los últimos desastres ambientales ocurridos en todo
el planeta, nos ha puesto nuevamente frente a una realidad insoslayable, que
nos obliga a sincerarnos y tomar una posición bien definida, posición que no
admite ambigüedades, en cuánto al grado de responsabilidad que nos compete a
todos y cada uno, con relación a este tema tan relevante, donde lo que está en
juego, es nada más y nada menos, que la sobrevivencia de todas las especies
vivas, que conforman nuestro hábitat natural.
Si en algo estamos todos de acuerdo, es en asignar
responsabilidades y condenar al hombre, en términos genéricos, como el
principal, por no decir el único, responsable de todos los desequilibrios
ocasionados en nuestro eco sistema.
El juicio es unánime y la sentencia lacónica: El
hombre es quien ha provocado la crisis ambiental y sus catastróficas
consecuencias.
Desde los antiguos escritos de La Kabbalah, sus
maestros enseñaban este principio:
“El hombre, el mundo donde vive y el universo todo,
son análogos si bien sus dimensiones y apariencia sean distintas, su
conformación y su esencia, son análogas.”
Es entonces, recurriendo a esta analogía, que
abordaremos en este artículo el tema ambiental, lo haremos partiendo de la
premisa, de que lo que expresemos en él, será recogido por lectores que
poseen la madurez e ilustración suficiente como para que sea innecesario
recurrir a una exposición exhaustiva sobre situaciones hartamente conocidas por
todos.
Recurriremos a un viejo refrán que nos sentencia:
“A buen entendedor pocas palabras bastan”
También escuchamos esta aseveración que nadie
discute ni pone en tela de juicio: “El ser humano es ante todo, un individuo, y
por tal motivo decimos por extensión, que cada persona es en sí misma, un
mundo.”
De manera que no nos parece tan descabellado el
considerar, que existe un hilo conductor
-quizás para muchos imperceptible- que permite vincular los
acontecimientos que pensamos que son exclusivamente de nuestra
competencia y que podemos hacer lo que queramos con ellos, sin embargo,
conllevan consecuencias que no solo nos afectan en lo personal, sino que
además, influyen en todo nuestro entorno, es decir, alteran el equilibrio con
otros seres que componen las varias constelaciones en las cuales orbitamos:
como lo pueden ser la familiar o la laboral, entre otras.
En cuanto a las alteraciones físicas del planeta:
En este punto podríamos recurrir a miles de ejemplos, pero bastará que
mencionemos algunos indicadores, tales como: la contaminación ambiental, la
desertización, la disminución de la capa de ozono, la falta de recursos
hídricos renovables, el uso indiscriminado de la energía nuclear, etc. etc.
Ahora, veamos: decimos que nos preocupa el
medio ambiente en el cual vivimos, pero no relacionamos la interacción
existente entre el medio ambiente exterior a nosotros y nuestro propio
mundo, el interior, es decir nuestra propia identidad, nos hemos preguntado
alguna vez, en qué condiciones está el cuerpo físico que ocupamos, ¿ se
encuentra libre de contaminación? Nuestros pulmones reciben el oxígeno
suficiente? ¿Nuestra alimentación es la adecuada? ¿Nuestros huesos y
músculos tienen la energía necesaria? ¿Nuestro índice de masa corporal es el
adecuado? Y así podríamos seguir agregando preguntas sobre lo que estamos
haciendo por nuestro propio espacio, el que ocupamos, cual si fuésemos una
hormiga más en este enorme hormiguero humano que todos conformamos.
Y si las respuestas que nos vamos dando a cada una
de estas interrogantes no nos satisfacen, deberemos admitir que también
formamos parte de la contaminación que tanto nos preocupa.
Y la analogía nos lleva a las profundidades de
nuestro yo interior, la preocupación que mencionamos, también nos lleva a
considerar las alteraciones constatadas en lo referente al clima, hablamos y
hablamos, organizamos cabildos, creamos organizaciones ambientalistas que alzan
su voz en todos los fórums abiertos para denunciar los abusos y exigir por
soluciones a los gobiernos del mundo.
Y nosotros, en lo personal, en que clima vivimos,
somos serenos como una mañana veraniega, o por el contrario, estamos sujetos a
cambios bruscos de conducta , que transforman, la serena mañana que
mencionamos, en estallidos de violencia, en la aridez de los desiertos causados
por la intolerancia, el egoísmo o la ambición.
Nuevamente nos preguntamos:
¿Podremos mejorar la contaminación que nos rodea si
no somos capaces de vivir en armonía con nosotros mismos?
Estuve observando el comportamiento de un grupo de
personas que se divertían en una fiesta, en su jolgorio, elevaban vasos
desbordantes de alcohol, los cuales volvían a llenarse una y otra vez, al
finalizar la diversión, algunos ni siquiera podían estar de pie, a su alrededor
pululaban cientos de vasos vacíos, aplastados bajo sus zapatos, cual si fuesen
hojarascas después de un torbellino.
El medio ambiente esperaba, una vez más, que
alguien pusiese las cosas en su lugar.