Han sucedido algunos acontecimientos, que nos han dejado un
tanto perplejos, que para intentar desarrollar
algún tipo de comentario sobre los mismos nos obliga a decir lo que pensamos
sin pelos en la lengua.
Hay veces en que se hace necesario preguntarse ¿qué diablos
está sucediendo a nuestro alrededor? Parafraseando
a Eduardo Galeano en su libro: El Mundo Al Revés, nos sumamos a la solicitud de:
por favor, “paren el mundo que me quiero bajar” pag.326, es que todo parece
indicar de que ya no existen parámetros inteligibles que nos puedan orientar en
cuanto al comportamiento socialmente aceptable de ciertos personajes que suelen
marcar la agenda de los acontecimientos que nos sacuden diariamente.
Con la exportación de una nueva especie de
“comodities” de primera
necesidad, tales como: la lucha contra el terrorismo y sus derivados directos e
indirectos, que les ha permitido dar ocupación a miles de jóvenes en sus
ejércitos, impulsar la industria bélica, y surtir los mercados del mundo con
toda una amplia gama de “sistemas de seguridad”.
la creciente tensión social generada por los obligados
recortes que debieron realizarse al explotar la burbuja financiera
que saturó sus economías, creando un enorme agujero negro donde se han esfumado
los ahorros de millones de incautos que han creído que es posible satisfacer
sus cada vez mayores ansias de consumo sin equilibrar adecuadamente su
capacidad de producción y la sustentabilidad de sus ingresos.
Y esa alianza estratégica, alentada por la imperiosa
necesidad de “hacer caja” cuanto antes, le ha puesto ojo a los yacimientos
petrolíferos de algunos países caídos en desgracia, a los cuales les han
retirado su apoyo, no obstante haber sido aliados incondicionales, cuando no
les interesaba dar oídos a los reclamos de sus poblaciones oprimidas, como se
dice vulgarmente, ahora las cosas han cambiado, antes los aliados podían pagar
las facturas en las cuentas secretas de los dictadores que ostentan
el poder, pero ahora, la necesidad, que siempre tuvo cara de hereje, les obliga
a invocar “los derechos de los ciudadanos “ de esas naciones “oprimidas” a
manifestarse y reclamar libertades nunca antes admitidas.
Es entonces que comienza la función, en una primera
instancia se informa a la opinión pública de la honda preocupación
que existe por la violencia represiva de los ahora “crueles tiranos” se
difunden profusas escenas que dan cuenta de la multitud de muertos y heridos y
se exhorta al Consejo De Seguridad de Las naciones Unidas, que se reúna para
analizar la situación y determinar las acciones a realizar para “proteger a la
población civil indefensa”.
En forma simultánea, se bloquean los cuantiosos fondos
depositados en la banca internacional cuyos titulares son los tiranos de turno,
para supuestamente: impedirles que huyan y los dilapiden, para que no puedan
comprar armas, o para que no contraten mercenarios, etc .etc.
En realidad lo que se logra es una expropiación de estos
fondos, de los cuales se destinarán grandes sumas con el
pretexto de poder financiar los cuantiosos gastos que demandaran, el
abastecimiento de víveres para la población civil, la compra de medicamentos
para los atiborrados hospitales y solventar todas las acciones que la comunidad
internacional deba realizar para proteger a los civiles indefensos, ancianos,
mujeres y niños, de las acciones bélicas resultante de los
enfrentamientos entre las fuerzas represoras y los rebeldes armados.
Tambalean sus economías y la competitividad de sus productos
exportables se desvanece.
En medio de este clima de incertidumbre surgen los
restauradores, los garantes de la paz universal, los que se autoproclaman
defensores de los derechos humanos, y exigen que se declare la guerra, para
defender los valores de la democracia, para salvar la vida de los justos que
padecen por las maldades del terrorismo internacional, hay que bombardearles
sus ciudades, destruir sus hogares, sus mujeres y sus niños, futuros
terroristas como sus padres.
Como al principio, nos preguntamos ¿Vuelven las naciones dominantes
a reivindicar las superadas épocas del colonialismo?
En medio de todas estas manifestaciones de comportamiento
absurdo del “homo sapiens” debemos agregarle otra perla a nuestro collar, el
componente emotivo, sin duda somos criaturas sensibles a los cuentos de hadas,
con sapos que se tornan apuestos príncipes y doncellas puras y castas que son
llevadas al altar en carruajes tirados por hermosos caballos, mientras el
pueblo acude formando multitudes a su paso y son felices y comen perdices, para
siempre en sus imponentes palacios…
Entonces, para mitigar las tensiones, que son como el pan
nuestro de cada día, la crisis económica de la gran mayoría de los países de
Europa, el alto nivel de desempleo, la suba de los precios al consumo, la
violencia, las deportaciones a indocumentados, los muertos en los campos de
batalla y sigue… y sigue…
Por ende, la matanza de enemigos podrá realizarse en
cualquier lugar del planeta, asistimos al fin de la soberanía e inviolabilidad
de las naciones, ahora las garantías de un juicio justo, solamente serán
válidas para aquellos a quienes el imperio determine, la venganza tiene rango
institucional y nada podrá detener las sangrientas represalias para quienes
osen enfrentar los designios del régimen dominante.
Una vez, en el meridiano de los tiempos, el imperio se
dirigió a las multitudes para poner a su consideración a cual prisionero
liberarían de la muerte en la cruz, y se les dijo:
A quién queréis que liberemos, a éste, Llamado Jesús, a quien sus seguidores llaman el Hijo de Dios y Rey de los judíos, o a Barrabás, condenado por asaltante y asesino, la multitud, enfervorizada a instancias de quienes ejercían el poder, responde a viva voz, a Barrabás, a Barrabás.
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