Es la realidad de la vida la que nos hace “ajustar a derecho” y por más que aleguemos que no hemos sido consultados al respecto la respuesta contundente que obtendremos será la siguiente: “la ignorancia de la ley no nos exime de su cabal cumplimiento” lo que nos hará sentir su rigor en la aplicación de las normas que nos regulan.
Ahora bien, lo cierto es que como miembros de una sociedad organizada cada uno de nosotros nos constituimos por la vía que fuese en socios activos y plenamente responsables en todo lo atinente a “metas y objetivos” que como colectividad nos hayamos propuesto.
Me pregunto: cuando tenemos un socio, que camina junto a nosotros sin necesidad de presentación alguna y que al igual que nosotros nos rigen los mismos derechos y obligaciones, ¿cuáles serían los atributos que nos gustaría que compartiésemos? .
En respuesta a estas interrogantes he aquí algunas de sus cualidades:
“Tener un buen socio suma a la hora de compartir experiencia, de afrontar las dificultades y sobre todo para encontrar soluciones a los problemas de la gente. ¿Qué características debería tener nuestro compañero de viaje?
Debe ser una persona que nos complemente, con habilidades diferentes a las nuestras y que nos ayude en esas áreas en las que no dominemos para poder tener mejor posicionamiento.
Debe ser una persona dialogante, que nos escuche pero que también exprese su opinión sin miedo para poder tratar todos los problemas que se interpongan en la marcha de la empresa.”
Demás está decir que lo que pretendemos de “nuestros socios” en este emprendimiento de constituir nada menos que una sociedad en la cual compartimos nuestros destinos estará regido por la misma máxima “no esperes recibir de los demás más que lo que estés dispuesto a realizar tú mismo”