He tenido la oportunidad cuando tenía unos seis años de edad de integrar
un grupo de “niños exploradores” denominado Gral. Eugenio Garzón, nuestra
consigna dada a “voz en cuello” por todos los integrantes debidamente
cuadrados al estilo militar era la siguiente: Dios, Patria, Hogar, Siempre
Listos.
Desde entonces esta ha sido una consigna que ha estado presente en cada
una de mis aptitudes aplicadas tanto en el estudio, como en el trabajo, una
consecuencia natural y previsible desde entonces ha sido el haber desarrollado
una muy marcada tendencia a asumir responsabilidades y ocupar los puestos de
trabajo más exigentes en cuánto a dedicación como a sacrificio personal.
Hubieron muchas instancias en el transcurso de nuestras vidas durante
las cuales nos hemos dado de bruces con nuestros propios límites y cuando todo
presagiaba que nuestras fuerzas colapsaban ante tales exigencias, desde lo más
recóndito de nuestro ser resonaban estas palabras recitadas al unísono en
nuestros primeros años, “siempre listos”.
Todos los días debemos realizar algunas tareas, algunas nos gustarán
más, otras mucho menos y habrán otras, o quizás muchas otras que francamente
las quisiéramos evitar, la realidad se encarga de que demostrarnos de que no es
posible “sacarle el cuerpo” a todo aquello que sabemos que dependen de nosotros
su realización pues bien, amigo o amiga mía, hagámoslo con buen humor y
entusiasmo.
El mundo, la sociedad que integramos nos necesita, pongámonos las pilas
y comencemos a trabajar en todo lo que nos corresponde tomemos “el toro por sus
astas” nada ni nadie podrá impedirlo, el por qué ya lo sabemos: “estamos
siempre listos”
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