lunes, 8 de julio de 2019

A La Medida De Lo Humano


Cuando nos referimos al modo de trascender lo hacemos en el intento de introducirnos en los dominios de la condición humana la cual introduce desde el instante mismo de su intromisión en la historia (historia que la humanidad ha creado por y para sí) la impronta del “ser” humano ha marcado desde entonces el concepto de trascendencia en la que manifiesta su voluntad inquebrantable de “superar todas las barreras” que pudiesen en algún modo levantarse como posibles obstáculos a su inteligencia y capacidad de crear nuevas realidades.

“El sentido más inmediato y elemental de la voz "trascendencia" se refiere a una metáfora espacial. Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. En la tradición filosófica occidental, la trascendencia supone un «más allá» del punto de referencia. Trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.

Así, Agustín de Hipona pudo decir, refiriéndose a los platónicos: «trascendieron todos los cuerpos buscando a Dios». Trascendencia se opone, entonces, a inmanencia. Lo trascendente es aquello que se encuentra «por encima» de lo puramente inmanente. Y la inmanencia es, precisamente, la propiedad por la que una determinada realidad permanece como cerrada en sí misma, agotando en ella todo su ser y su actuar. La trascendencia supone, por tanto, la inmanencia como uno de sus momentos, al cual se añade la superación que el trascender representa.

Lo inmanente se toma entonces como el mundo, lo que vivimos en la experiencia, siendo lo trascendente la cuestión sobre si hay algo más fuera del mundo que conocemos. Es decir afrontar lo que es el universo.

Cuando nos referimos al modo de trascender lo hacemos en el intento de introducirnos en los dominios de la condición humana la cual introduce desde el instante mismo de su intromisión en la historia (historia que la humanidad ha creado por y para sí) la impronta del “ser” humano ha marcado desde entonces el concepto de trascendencia en la que manifiesta su voluntad inquebrantable de “superar todas las barreras” que pudiesen en algún modo levantarse como posibles obstáculos a su inteligencia y capacidad de crear nuevas realidades.

“El sentido más inmediato y elemental de la voz "trascendencia" se refiere a una metáfora espacial. Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. En la tradición filosófica occidental, la trascendencia supone un «más allá» del punto de referencia. Trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.

Así, Agustín de Hipona pudo decir, refiriéndose a los platónicos: «trascendieron todos los cuerpos buscando a Dios». Trascendencia se opone, entonces, a inmanencia. Lo trascendente es aquello que se encuentra «por encima» de lo puramente inmanente. Y la inmanencia es, precisamente, la propiedad por la que una determinada realidad permanece como cerrada en sí misma, agotando en ella todo su ser y su actuar. La trascendencia supone, por tanto, la inmanencia como uno de sus momentos, al cual se añade la superación que el trascender representa.

Lo inmanente se toma entonces como el mundo, lo que vivimos en la experiencia, siendo lo trascendente la cuestión sobre si hay algo más fuera del mundo que conocemos. Es decir afrontar lo que es el universo.

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