El
cultivo de los valores que utilizamos a lo largo de nuestra vida, si bien
hacemos uso de sus cualidades de altruismo, solamente pueden adquirir su
condición efectiva de valor cuando se transforman en una acción que
efectivamente es prodigada a un semejante, sin la presencia de nuestro prójimo
los valores aludidos pierden su razón de ser.
Esto
quiere decir, ni más ni menos, que todo lo que podamos argumentar como
eventuales poseedores de ciertos valores humanos, estos valores deberán
indefectiblemente ser parte integral, en toda su extensión, de un beneficio
directo recibido en usufructo por alguien cuya condición de necesidad pueda ser
atendida por nuestro aporte solidario.
Nuestras
cualidades humanas adquieren tal condición cuando las ejercemos en la única
forma en las que pueden materializarse, como bien dicen los boxeadores “más
vale dar que recibir” lo que significa que toda buena acción que podamos
prodigar necesita para su cultivo que trabajemos con ahínco procurando mejorar
las condiciones de vida de nuestra comunidad.
Como
integrantes de la sociedad necesitamos del cultivo colectivo de nuestros
valores y a una atención adecuada al derecho de recibir una buena educación
ciudadana la cual pasa por ayudar a mitigar las necesidades que como sociedad
necesitamos atender, a saber: salud, educación, necesidades básicas, seguridad,
trabajo, etc. etc.
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