domingo, 7 de julio de 2019

Vivir Sin Competir



 Los seres humanos conformamos un entramado social tan vasto como complejo donde convergen en su accionar una amplia gama de intereses, que si bien responden a las circunstancias individuales de cada uno, y hasta tienen cabida las ambiciones más mezquinas, es en ese encuentro entre todos, donde se enciende la llama que en su resplandor, muestra el contraste de sus figuras, tan auténticas como dispares.

Dentro de lo compleja que es la red social del ser humano (así como también las redes sociales de cada especie animal), encontramos personas más o menos calificadas o preparadas para realizar determinadas acciones o tareas.

La incompetencia siempre tiene que ver con un rendimiento negativo: ese rendimiento puede ser laboral, estudiantil, familiar, social, etc. y en cualquiera de los casos supone una incapacidad para obtener los resultados considerados normales o correctos para el caso.

Así, si bien la palabra incompetencia suele asociarse al espacio laboral como dijimos antes, también se puede entender que una persona es muy buena en algunas cosas o con algunas habilidades pero muy incompetente en otras, por ejemplo cuando hablamos de alguien que es muy bueno estudiando pero que no puede aplicar correctamente esos conocimientos en la práctica.

La incompetencia es un mal muy típico de nuestra época y esto tiene que ver con el hecho de que a mayor exigencia, mayor estrés, mayor presión sobre todo lo que hacemos, finalmente la persona se ve afectada en su estado de ánimo, en sus conocimientos, en su concentración, en sus habilidades.

En ese sentido, el estilo de vida actual hace que la incompetencia sea muy común y que las personas no terminen de comprender bien cómo solucionarla.

Muchas veces puede estar generada por falta de motivación causada por trabajos rutinarios y poco satisfactorios, exageración en la noción de competir por un puesto mejor que hace que muchas veces las personas no reconozcan sus limitaciones, incapacidad para trabajar con otros y compartir ideas y también incapacidad para dejar de lado malos hábitos que pueden sin duda afectar al espacio laboral como por ejemplo llegar tarde, no cumplir con los plazos, no mostrar compromiso con la tarea, etc.

La persona incompetente se asemeja a aquella que una vez expresó la siguiente frase: “paren el mundo que me quiero bajar”  tan utópico como pretender frenar el avance incontenible del progreso, 

Debemos  cada uno ocupar nuestro espacio en el quehacer colectivo sin deserciones ni claudicaciones.

A la hora de asumir responsabilidades todos debemos declararnos competentes, es como una carrera de relevos en la cual, para poder ganarla, todos hacen su cuota parte.

Los seres humanos conformamos un entramado social tan vasto como complejo donde convergen en su accionar una amplia gama de intereses, que si bien responden a las circunstancias individuales de cada uno, y hasta tienen cabida las ambiciones más mezquinas, es en ese encuentro entre todos, donde se enciende la llama que en su resplandor, muestra el contraste de sus figuras, tan auténticas como dispares.


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