“No existe una única definición de «conocimiento».
Sin embargo existen muchas perspectivas desde las que se puede considerar el
conocimiento; siendo la consideración de su función y fundamento, un
problema histórico de la reflexión filosófica y de la ciencia.
La rama de la filosofía que estudia el
conocimiento es la epistemología o teoría del conocimiento.
La teoría del conocimiento estudia las posibles
formas de relación entre el sujeto y el objeto. Se trata por lo tanto del
estudio de la función del entendimiento propia de la persona.”
El conocimiento que una persona haya adquirido, por
las razones que fueren, tiende a que quien entienda que lo posee, me refiero al
conocimiento, le será de ventaja sobre aquellos que aún no han tenido acceso a
tal información, es por esta causa que resulta más común de lo que debiera que
exista una marcada tendencia a “pretender esconder” aquello que sabe con
la mezquina intención de tornarse algo así como “imprescindible”.
El conocimiento que se esconde o se pretende
ocultar tiende a perderse, a obnubilarse, ocurre lo mismo que si tuviésemos la
luz que emite una llama, si intentamos cubrirla, la llama languidece, pierde el
oxígeno se ahoga y muere.
El conocimiento que se comparte es el que crece y
se multiplica cuánto más lo difundimos mayor será la luz que irradie, tal cual
si fuese la luz de nuestra llama intelectual, lejos de agotarse brillará cada
vez más intensamente alumbrando nuestro camino y el de todos aquellos con
quienes lo hemos compartido.
“No existe una única definición de «conocimiento».
Sin embargo existen muchas perspectivas desde las que se puede considerar el
conocimiento; siendo la consideración de su función y fundamento, un
problema histórico de la reflexión filosófica y de la ciencia.
La rama de la filosofía que estudia el
conocimiento es la epistemología o teoría del conocimiento.
La teoría del conocimiento estudia las posibles
formas de relación entre el sujeto y el objeto. Se trata por lo tanto del
estudio de la función del entendimiento propia de la persona.”
El conocimiento que una persona haya adquirido, por
las razones que fueren, tiende a que quien entienda que lo posee, me refiero al
conocimiento, le será de ventaja sobre aquellos que aún no han tenido acceso a
tal información, es por esta causa que resulta más común de lo que debiera que
exista una marcada tendencia a “pretender esconder” aquello que sabe con
la mezquina intención de tornarse algo así como “imprescindible”.
El conocimiento que se esconde o se pretende ocultar
tiende a perderse, a obnubilarse, ocurre lo mismo que si tuviésemos la luz que
emite una llama, si intentamos cubrirla, la llama languidece, pierde el oxígeno
se ahoga y muere.
El conocimiento que se comparte es el que crece y
se multiplica cuánto más lo difundimos mayor será la luz que irradie, tal cual
si fuese la luz de nuestra llama intelectual, lejos de agotarse brillará cada
vez más intensamente alumbrando nuestro camino y el de todos aquellos con
quienes lo hemos compartido.
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