Insisto en mencionar, de que todos, absolutamente
todos los que tenemos la posibilidad de comunicarnos unos con otros a través de
los medios que tenemos al alcance de nuestras posibilidades, contamos con el
más preciado de los dones humanos, nuestra conciencia de ser y estar, sentirnos
“ligados” no solamente con nosotros mismos, sino además –entiendo que es muy
importante- comprender el grado de complementariedad que nos une y la
responsabilidad que esto implica en el cultivo de nuestras relaciones con todo
lo que percibimos “latente” en todo nuestro entorno, entorno que ha superado
largamente la barrera que pudiera existir entre lo que significa “lo
cercano o distante” en este conglomerado humano, cada vez más identificado con
la semejanza a un “hormiguero universal”.
Al utilizar este término “comunicarnos” nos
referimos a las posibilidades latentes en cada ser humano de transmitir valores
esenciales mediante el uso de lo que entendemos es una verdadera “partida
doble” vale decir que todo lo que recibimos de los demás, debe ser retribuido
con creces con lo que aportamos al resto de la sociedad con el “valor agregado”
de nuestra capacidad creativa, aquello que nos identifica como individuos
únicos e irrepetibles, portadores de un valor intransferible como lo es sin
lugar a dudas nuestra originalidad.
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