En estos días hemos publicado
algunos artículos, de esos que nos gusta compartir con todos aquellos que de
alguna manera son destinatarios de nuestras inquietudes.
Cuando nos ponemos a delinear
alguno de nuestros temas lo hacemos recurriendo a las imágenes que deambulan
por nuestra mente, las cuales, una vez que las convocamos, pareciera que están
deseosas de participar ayudándonos a rememorar las instancias que nos
motivan a darle forma y sustancia a todos esos sentimientos que nos embargan e
impulsan a la expresión escrita.
La pregunta que más de una vez
nos hemos hecho es ¿por qué lo hacemos? ¿Qué fuerza es la que nos impulsa a
sentarnos ante un tecleado de un note book cada día? En respuesta a éstas
interrogantes la única plausible es no responder lo que no tiene respuesta, es
evidente que lo que nos impulsa, no responde a la razón, son nuestros
sentimientos los que asumen el comando de nuestras acciones y si exponemos lo
que exponemos es en una implícita respuesta a las emociones que anidadas en
nuestro pecho insisten en manifestarse.
Es posible que las razones del
intelecto cedan su paso a las emociones y vivencias del corazón en una clara
expresión de la necesidad que todos tenemos de intentar compartir lo que
consideramos como muy valioso y que merece por su trascendencia llegar a
quienes quieran y puedan apreciarlos.
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