viernes, 19 de julio de 2019

La Visión Resistida

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

Alude a la necedad de las personas que se niegan a admitir la verdadera naturaleza de los problemas o situaciones.

Ocurre que  en múltiples ocasiones lo que se encuentra al alcance de “nuestra visión”  requiere que adoptemos una posición concreta, cuando ya no es posible eludir los acontecimientos, ante tal disyuntiva, nos refugiemos en la dualidad de un quizás, puede ser, o yo no estaba, pensando que la ignorancia de los hechos, lo que puede ser negado, nos puede evitar colisionar de frente con la crudeza de una realidad que intentamos por todos los medios evitar.

El conocer la crudeza de “los hechos reales” nos pone en la necesidad de adoptar una definición sobre lo que constituye una visión irrefutable de lo que está aconteciendo, cuando tomamos conciencia de lo que no puede ser negado hemos llegado al umbral de una “situación límite” la evidencia nos impone una definición que no siempre estamos dispuestos a pagar el alto costo que tal situación conlleva.

Muchas veces se opta por la tangente, como se suele mencionar en la jerga de la representación teatral “hacemos un mutis y nos escapamos por el foro” o adoptamos la actitud de los tres monos sabios: nos tapamos la boca para no decir nada, nos tapamos los ojos para no ver nada y llevamos las palmas de nuestras manos a las orejas para tampoco oír nada.

Es por eso que toma vigencia el antiguo refrán con el cual comenzamos nuestro escrito:
“no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”


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